Como ya sabrán, por el excesivo número de jets privados que surcan los cielos de medio mundo, los «defensores» del clima «sostenible» celebran una nueva Cumbre del Clima, curiosamente en Dubái, uno de los grandes productores de petróleo a nivel mundial causante, según los organizadores del evento, de los grandes problemas climáticos que sufrimos, pero solo provocado por nuestros coches de hace 20 años.
Entre los ponentes de hoy se encontraba Bergoglio, uno de los grandes impulsores de esta agenda satanista que se nos pretende imponer a todos. Como el argentino estaba «malito», parece que tiene una bronquitis, el cardenal Pietro Parolin fue el encargado de leer ese discurso en la cumbre, ya que su jefe no pudo asistir.
Por si alguien tuviera alguna duda del personaje, Bergoglio también hizo mención al aumento de población y pidió a la a ONU que no atribuya la crisis climática a la alta natalidad en el Tercer Mundo. Pero reconoció la importancia de considerar la sobrepoblación como un factor relevante en la crisis climática, pero instó a no simplificar la complejidad de la situación. Argumentó que centrarse únicamente en la natalidad en el Tercer Mundo podría conducir a soluciones incompletas y a la falta de abordaje de otras dimensiones críticas del problema.
Por otro lado, hizo mención a las reticencias de los católicos a que la Iglesia intervenga sobre cuestiones medioambientales, enfatizando que la crisis climática es un desafío global que requiere la intervención de todos.
También instó a que la COP sea «un punto de inflexión» para «una aceleración decisiva hacia la transición ecológica» y que no se culpe a los países más pobres, que son responsables «de apenas el 10% de las emisiones contaminantes» y «las víctimas» del cambio climático.
«¡Dejemos atrás las divisiones y unamos las fuerzas! Y, con la ayuda de Dios, salgamos de la noche de la guerra y de la devastación ambiental para transformar el futuro común en un amanecer luminoso», comentó.
Como podrán comprobar, solo le faltó recomendar a todo el mundo que se pusiera la quinta o la sexta, menos a los allí presentes, por supuesto.
Satanás se viste de blanco y a mi me da mucho asco