“Galisteo”

Artículo de Alfonso de la Vega

Galisteo es un pequeño pueblo del norte de la provincia de Cáceres, situado entre Plasencia y Coria, por el que pasa el río Jerte. También cruza la Vía de la Plata en su Camino mozárabe a Compostela. Se trata de una localidad muy pintoresca, protegida por una antigua muralla almohade edificada con cantos rodados, bien conservada salvo por el hecho de tener varias viviendas adosadas en algunos tramos, lo que afea algo la imagen del conjunto desde el punto de vista urbanístico y paisajístico. La muralla es visitable y paseable casi en su totalidad de modo que desde lo alto ofrece curiosas vistas del pueblo y sus alrededores.

Extramuros dispone de un interesante puente medieval de traza romana, ahora en restauración.

Intramuros cuenta con una importante iglesia construida en ladrillo visto, que mantiene un antiguo ábside del siglo XIII construido ambién en ladrillos, al modo de los que se pueden encontrar en Arévalo, resto bien conservado de una primitiva iglesia original. Y de una gran torre edificada sobre un derruido palacio almohade, hoy muy decadente porque parece semi abandonada por su propietario particular.

En compañía de unos queridos amigos tuve oportunidad de visitar Galisteo el pasado lunes de carnaval. Pero si es notable la población, no lo son menos sus habitantes. Extraordinariamente amables y acogedores se ofrecían espontáneamente a explicar curiosidades urbanísticas e históricas como si te conociesen de toda la vida. Además, el lunes de nuestra vista se celebraba una antigua costumbre por el Carnaval. Un cocido público patrocinado por sociedades de vecinos y el Ayuntamiento de Galisteo al módico precio de tres euros la ración con pan y bebida no alcohólica incluidos.  Seguido a discreción de un café de sobremesa con trozo de brazo de gitano en la cercana discoteca del lugar por otro euro y medio.

Mientras guardábamos la cola para comprar el recibo de la comida y luego recoger la esperada pitanza cuyo reparto se retrasó por la tractorada tuvimos oportunidad de celebrar una amena charla con dos galisteñas de cierta edad. Los temas fueron varios. Por supuesto que salió el de rabiosa actualidad de la pacífica revuelta campesina contra el despotismo de la UE y el nefasto gobierno español. Sinceramente, me quedé maravillado por la extraordinaria sagacidad y lucidez que demostraban ambas ancianas sobre los problemas actuales de nuestra sociedad. Una de ellas, que me confesó apenas tener estudios, mostraba una sabiduría y conocimiento que para sí quisieran muchos enmucetados encaramados en lo más alto de la cucaña del poder para servir intereses bastardos.

De modo que me es muy grato constatar que el pueblo español conserva personal muy lúcido, que escapa al embrutecimiento programado del Poder.  Ahora bien, quizás esa lucidez sea producto de la experiencia de la vida con menos sofistificación y tecnología.

A lo mejor, «Galisteo» es una alegoría, un refugio, una especie de relicto como dicen los ecólogos, de un pasado honorable y tradicional que se niega a desaparecer sin luchar. En estos tiempos de tinieblas y descomposición acelerada de las instituciones del Poder, está claro que la dignidad moral, el sentido común, la inteligencia, el patriotismo sincero, hay que buscarlas entre cierta gente común, modesta, con la que no cuentan en los corrompidos Palacios. Por si a alguien le pueda interesar, el sábado de carnaval la oferta es de matanza y el martes, de sardinas.