La cultura woke en la ceremonia inaugural de los JJOO

En el día de ayer, asistimos a un esperpento que degrada aún más a los ya de por sí degradados Juegos Olímpicos de París. Sólo han quedado para el recuerdo, aquellos hermosos y coloridos espectáculos en los que únicamente se daba la bienvenida a los atletas que iban a participar en un encuentro deportivo internacional. Aún guardo en mi memoria, la inocente y bonita ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en los que sólo por ver a Lionel Richi actuar, valía la pena asistir al espectáculo. Los juegos olímpicos de Barcelona, fueron los mejores de la historia. Nuestros Juegos demostraron al mundo, que con una exquisita organización, con elegancia y sencillez, se podía dar esplendor a toda una ceremonia inaugural. Los organizadores de los Juegos Olímpicos de Barcelona pusieron a toda una ciudad y a una nación, al servicio de un evento deportivo internacional.  En 1992, no se cerró militarmente la ciudad ni la nación y no se impidió que el pueblo y los visitantes extranjeros asistieran y participaran activamente en el evento. En España, todos formamos parte de esos juegos olímpicos que fueron de la capital catalana y de todos los españoles, con el único objetivo de llevar el deporte y la alegría de nuestra patria al mundo.

Como contrapunto, quedan para olvidar aquellos juegos olímpicos en los que las ideologías políticas destruyeron las bases del olimpismo moderno. El boicot de los bloques comunistas y capitalistas a los juegos olímpicos de Berlín de 1936 y de Moscú de 1980, marcaron el declive de los fundamentos del movimiento olímpico. Tanto el bloque soviético, impidiendo que los atletas donde la ideología comunista imperaba acudieran a los juegos olímpicos de Berlín; como el bloque capitalista, impidiendo que los atletas norteamericanos y los de los países satélites de EEUU acudieran al evento deportivo, demostraron que el movimiento olímpico iba a ser adulterado en el futuro con los virus ideológicos, en detrimento del espíritu del Fundador.

Los Juegos de Paris han superado a todos los demás en horror y fealdad. Han contaminado el olimpismo hasta el máximo grado de degradación. La cultura woke ha sido el nuevo virus ideológico que ha enfermado de muerte a los Juegos Olímpicos, y tal vez lo haya hecho para siempre. 

Francia nos ha mostrado la podredumbre moral de la sociedad occidental en todo su esplendor. Los organizadores han ilustrado a los espectadores, que el objetivo del wokismo es destruir las raíces cristianas de Occidente. Han utilizado para ello  una  “parodia satánica” de la última cena, en la que unos drag queens simularon ser el mismo Cristo y sus apóstoles. Mientras este espectáculo grotesco era televisado y visto por niños de todo el mundo, nos aleccionaban con la confusión de sexos. Los coreógrafos escogieron una depravación moral, como inclinación sexual preferida de los franceses (sexo a tres), para demostrar que nuestra escala de valores ha llegado a su fin. Esta vergüenza fue representada en una de las escenas más sonrojantes y ridículas de esta ceremonia. Se ha humillado, por parte del Comité Olímpico Internacional, a una reina católica de Francia que fue ajusticiada por los revolucionarios franceses cortándole la cabeza en la guillotina. Los directores del evento,  hicieron bailar a un presunto actor que simulaba ser María Antonieta de Austria, mostrando su cabeza bajo el brazo. Estos mercachifles de la decencia han demostrado a los asistentes al siniestro espectáculo, que la pena de muerte sigue vigente en la mente de los depravados que gobiernan esa nación. Mientras esto sucedía, representantes de algunas de las casas reinantes en Europa que asistían al espectáculo, bailaban y reían ante la escena, sin ser conscientes (o siéndolo) que la guillotina es una solución política para el cambio de régimen en sus países, y tenida muy presente por parte de los actuales revolucionarios europeos. A los reyes de España, también presentes, no parecía que esa representación de una reina decapitada y asesinada, macabramente, les molestase, más aun,  Doña Leticia se unió a ese aquelarre levantando con euforia el puño cerrado, tal vez recordando viejos tiempos o saludando con antelación a los venideros.

La homosexualidad fue representada con el imperante color rosa que vestía a los bufones que danzaban en cada escena. La exaltación del politeísmo, consistió en el canto sensual de un asexuado “dios Baco”, pintado de azul, mientras las masas de actores que le rodeaban, bailaba a su son. La citada escena nos llevaba en volandas a la realidad representada por la diosa Razón, que en la imaginación de los parisinos, seguía paseando en su carroza por las calles de la capital francesa, rodeada por el humo de los incendios provocados por aquellos que días antes habían quemado las estaciones de tren de toda Francia. El boicot a la imagen de una nación en extinción, ha sido la noticia que nos acerca a la tragicomedia representada en este obsceno vodevil. Pero lo cierto es que a día de hoy, no sabemos si los no comedores de jamón han sido los autores de los atentados. Seguro que esto se descubrirá en una investigación protagonizada por el inspector Trudeau.

El fin de un mundo que conocemos, se hizo presente en forma de jinete diabólico que cabalgaba sobre un fantasmagórico jamelgo mecánico portando una antorcha, a veces apagada y otras encendida, que anunciaba el Apocalipsis en el cual está sumida Europa. Altius, Citius Fortius, ha sido sustituido por el nuevo lema de los juegos olímpicos de París: más depravado, más podrido, más enfermo.

No se ha hecho mención por los wokistas, durante el acto masónico, que el Barón de Coubertain era todo lo contrario a sus ideas. El creador de los juegos olímpicos modernos era un machista, racista y supremacista blanco, que rechazó la participación en los juegos de las mujeres, hasta su muerte. Entre sus frases más célebres destacamos esta: “los Juegos Olímpicos son la solemne y periódica exaltación del deporte masculino con el aplauso de la mujeres como recompensa”. Ante esta solemne declaración ¿Qué opinan los woke?. Ahora entiendo porque los creadores de este esperpento no han hecho mención alguna, en la ceremonia inaugural, de la figura del fundador del olimpismo moderno.

Como colofón, el símbolo supremo y el resumen de esta degradación y depravación, fue el izado de la bandera olímpica al revés. Triste alegoría a un imperio que se muere en manos de la Nueva Religión y del Gran Reset anunciado por la Agenda 2030, obra suprema y demoniaca de la ONU.

Seamos conscientes de lo que hemos visto y vivido, y como decía un inteligente y viejo amigo, “… en época de zozobra agárrate al Aranzadi…”.