A principios de año, Etiopía anunció una medida pionera: la prohibición de la importación de vehículos que no sean eléctricos, siendo así el primer país en adoptar tal restricción para automóviles con motores de combustión interna.
Según reportes de Electrek, aunque faltan por conocerse más detalles, la medida ha sido vista como un avance significativo tanto para la protección ambiental como para la economía del país. Alemu Sime, el Ministro de Transporte y Logística de Etiopía, confirmó esta política diciendo: «La decisión está tomada; solo se permitirá la entrada de vehículos eléctricos a Etiopía».
Esta iniciativa forma parte del Plan de Desarrollo Decenal del país, que busca reducir las emisiones contaminantes del sector transporte de 41 millones de toneladas métricas (aproximadamente 45 millones de toneladas) a 27.8 millones de toneladas métricas (cerca de 30.6 millones de toneladas) de dióxido de carbono equivalente para 2030.
Además, la Estrategia de Desarrollo a Largo Plazo de Bajas Emisiones y Resiliente al Clima de Etiopía ha destinado $13.44 mil millones hasta el año 2050 para el desarrollo de estaciones de carga, la adquisición de vehículos eléctricos y autobuses eléctricos.
A pesar de estos planes ambiciosos, desafíos significativos aún persisten. Datos recientes del Banco Mundial indican que sólo poco más del 54% de la población en Etiopía tiene acceso a electricidad. Además, las barreras económicas para adquirir vehículos eléctricos y la escasez de infraestructura de carga son preocupaciones importantes. En este contexto, Sime ha destacado que mejorar la infraestructura de carga es una prioridad crucial.
Locura tras locura, así funciona este mundo globalista. Tienen que comulgar con la religión agendista, a pesar de no tener infraestructura para ello.
La paradoja
de la energía verde renovable
¿Sabías que después de unos 15 años, los paneles solares pierden su eficacia y ya no son útiles, después de lo cual se desperdician?
Sin embargo, estos residuos no son como la basura ordinaria, son increíblemente tóxicos y suponen un riesgo importante para el medio ambiente. De hecho, los residuos de paneles solares son 300 veces más dañinos que los residuos nucleares, y su eliminación requiere un método costoso y especializado. Desafortunadamente, muchos países envían estos desechos tóxicos a las naciones más pobres.
Este problema solo va a empeorar, ya que para 2030, tendremos 8 millones de toneladas de desechos «verdes», y para 2050, ese número se disparará a la asombrosa cantidad de 80 millones de toneladas de desechos de paneles solares que probablemente habrán llegado al final de su vida útil.
Así que mi lado de pensamiento crítico del cerebro está actuando de nuevo.
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Las baterías eléctricas no funcionan bien con temperaturas extremas.