sábado, junio 7, 2025
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Se descubre que la agencia de inteligencia de Alemania podría estar manejando unas 10.000 cuentas falsas en las redes sociales, ¿se imaginan en España?

Según un artículo publicado por Infowars el pasado 4 de junio, la Oficina para la Protección de la Constitución (LfV) en el estado alemán de Brandeburgo opera al menos con 287 cuentas falsas en redes sociales, según ha revelado una consulta parlamentaria presentada por el partido Alternativa para Alemania (AfD). Esta información, que ha generado mucha polémica, sugiere que el número de cuentas falsas gestionadas por agencias de inteligencia en toda Alemania podría alcanzar los 10.000, según estimaciones del político de AfD Hans-Christoph Berndt, quien ha comparado estas tácticas con las empleadas por Erich Mielke, el infame jefe de la Stasi, apodado «El Maestro del Miedo».

El informe, citado originalmente por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, indica que los agentes de inteligencia que operan estas cuentas falsas adoptan comportamientos propios de «extremistas de derecha» para ganar credibilidad entre grupos reales. Esto incluye la difusión de propaganda, la participación en actos de incitación al odio y, según un agente citado, incluso «intimidar y agitar» para mantener la autenticidad de sus perfiles. La falta de transparencia sobre las actividades de estas cuentas ha levantado preocupaciones sobre su posible uso para manipular la opinión pública o vigilar a ciudadanos sin supervisión adecuada.

Un agente de la Oficina para la Protección de la Constitución ha explicado que, para ser creíbles, no basta con compartir o dar «me gusta» a publicaciones de otros, sino que los agentes deben generar sus propios contenidos, lo que implica participar activamente en discusiones y dinámicas que promuevan narrativas extremistas. Esta estrategia, según el informe, busca infiltrarse en círculos considerados radicales para recopilar información, pero la falta de claridad sobre los límites de estas operaciones ha generado críticas.

La revelación de estas cuentas falsas ha desatado un debate sobre la transparencia y el uso ético de los recursos de inteligencia. Lena Kotré, portavoz de política interior de AfD, ha calificado la falta de apertura como una «restricción inadmisible de los derechos de supervisión parlamentaria» y subrayó que los ciudadanos tienen derecho a conocer los métodos empleados por el Ministerio del Interior. Por su parte, el eurodiputado checo Tomáš Kubín ha expresado preocupación por el riesgo de que estas cuentas se utilicen para manipular la opinión pública o monitorear a ciudadanos de manera indebida, a pesar de que las autoridades las presenten como una herramienta para garantizar la seguridad.

Además, el político de AfD Fabian Jank ha dicho que algunos «supuestos agitadores de derecha» podrían ser en realidad agentes pagados por el Estado, lo que plantea preguntas sobre la autenticidad de ciertos movimientos en las redes sociales y el papel del gobierno en la creación de narrativas. La proliferación de estas cuentas falsas es tal que, según Süddeutsche Zeitung, se ha planteado la necesidad de un acuerdo a nivel nacional para evitar que los agentes de diferentes agencias terminen investigándose mutuamente por error.

La noticia se enmarca en un contexto más amplio de tensiones políticas en Alemania, donde el partido AfD ha sido objeto de escrutinio por parte de las autoridades, que lo han clasificado como un grupo con tendencias extremistas. Informes previos han señalado que la Oficina para la Protección de la Constitución ha intensificado la vigilancia sobre el ala juvenil de AfD, permitiendo el uso de todos los medios disponibles para rastrear a sus miembros.

Sin embargo, la operación de cuentas falsas por parte de las agencias de inteligencia ha generado críticas por su falta de supervisión y por el riesgo de que estas tácticas socaven la confianza en las instituciones democráticas. La comparación con las prácticas de la Stasi, hecha por Berndt, apunta a un temor de que estas operaciones puedan evocar métodos de control estatal propios de regímenes autoritarios.

La noticia también ha resonado también fuera de Alemania. En un contexto global donde las redes sociales son un campo de batalla para la influencia y la desinformación, la revelación de estas prácticas plantea preguntas sobre hasta qué punto los gobiernos están utilizando tácticas encubiertas para moldear el discurso público. En Ucrania, por ejemplo, se ha reportado colaboración entre agencias de inteligencia y plataformas como Facebook para censurar contenido considerado «desinformación rusa», lo que sugiere que el uso de estrategias similares podría estar extendiéndose en otros países.

¿Se imaginan lo que habrá en la España del «número uno»?

 

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