Dado que la destrucción es necesaria para ello, no es extraño que el primer experimento político sea la revolución francesa de 1789, en el que, primero se logró la instauración de la asamblea de París, donde se instauraron los conceptos de partidos de izquierda y de derecha y por otro, se eliminó la monarquía y el carácter sagrado del poder, para someterlo a patrones económicos, estratégicos y de grupos secretos de poder, para lo cual se necesitan tontos útiles o presidentes. Entender el modo en el que todas estas piezas se relacionan es esencial ver la funcionalidad de la verdadera historia a partir de este hecho, que supone la inauguración de la época contemporánea por motivos muy obvios.
El plan no es otro que emplear la estructura republicana y el esquema de las constituciones, con claros tintes masónicos, para crear estados altamente inestables que serían los objetos del beneficio económico de los falsos bancos centrales, que en realidad son entidades financieras privadas. La historia, lejos de no ser un ciclo de repetición cíclica, muestra con sus personajes el modo en el que, si la observamos con detenimiento, podríamos evitar un gran sufrimiento a la humanidad y nuestros semejantes.
“Permítanme emitir y controlar el dinero de una nación y no tendré que preocuparme de quién emite las leyes”
Son unas palabras de Mayer Amschel de Rothschild, la saga que se ha encargado de seguir con los planes más oscuros, en el marco del nuevo orden social, instaurado desde el siglo XVIII. Este siniestro personaje era hijo de Moisés Amschel Mayer, el cual puso en su establecimiento financiero en Frankfurt un símbolo idéntico que el que figura en la bandera del estado de Israel, pero de color rojo. Su hijo entró en contacto con el general Von Estorff, el cual tenía relación con el príncipe Guillermo IX de Hesse Hanau, de modo que este sujeto le facilitó el contrato para negociar con esta familia real o dinastía. Fue así como siguiendo la saga de los Corsini, se dedicaron al negocio del préstamo, llegando a ser autorizados para que en todos negocios del príncipe Guillermo se colgase el cartel M.A. Rothschild en el año 1769 y a partir de ese momento se cambiaron el apellido. Un año después, en 1770, Mayer Amshel de Rothschild dio la orden a Adam Weishaupt para la creación de la orden de los Illuminati, la cual fue inaugurada el 1 de mayo de 1776, el mismo año en el que se creó la logia masónica del Gran Oriente. En 1784, por orden de Mayer, Adam Weishaupt encarga a Xavier Zwack la elaboración de un guion para una revolución en Francia, la cual tuvo lugar desde 1789 a 1793, cuando mataron a Luis XVI y a toda su familia en la guillotina.
Fueron estos los inicios de la república en Europa, siguiendo los fundamentos de la farsa de la democracia y de la finalidad del poder basado en el dinero, en el soborno, incluido el sexual, la formación de jóvenes para los puestos claves en los gobiernos, el control de la educación y de la prensa. Es decir, de un control mucho más efectivo que el ejercido por estas élites hasta antes de la llegada de esta oscura estirpe. Es evidente que la independencia de los EEUU no fue una casualidad, sobre todo tras una jugada muy repetida, cuando en 1791, por orden de Alexander Hamilton, infiltrado en el gobierno de George Washington, ordenó la creación del primer banco Rothschild en este nuevo país para un periodo de 20 años. Este hecho supone un paso hacia las finanzas supuestamente estatales, en la que un banco, mal llamado central, es una entidad privada que se dedica a endeudar las cuentas públicas, del mismo modo que se hacía con los reyes del medievo, pero con una salvedad: el control ya es mucho más efectivo con la hipocresía de que estas entidades financieras emiten la moneda de todos los ciudadanos y se involucran en la acción de la política, sojuzgando a las autoridades públicas.
Configurado el modelo, consolidado el sistema liberal en Europa, partiendo de Francia, con las guerras napoleónicas financiadas por esos mal llamados bancos centrales propiedad de la saga de los Rothschild, el destino de las naciones ya estaba bajo sentencia, con la continuada obsesión de las familias de la nobleza negra italiana que controlaban al mismo Napoleón en sus propósitos, especialmente por parte de los Médicis. La apropiación de la economía francesa es ya un hecho evidente, tal como ocurre con Inglaterra, cuna de la primera gran logia masónica creada en 1717 y cuyas reservas de oro fueron compradas por los Rothschild en 1815, con ocasión de la batalla de Waterloo. Un ejemplo de estas campañas fue que en 1811 finalizó el periodo de vigencia del primer banco Rothschild, pero la negativa a su renovación impulsó a la financiación de Inglaterra, su vieja metrópoli, para que le declarase la guerra a los EEUU. Este plan fue tramado por Natham Mayer de Rothschild. La guerra se inicia un año después, en 1812, el mismo que orquestó la falsedad de que se perdió en la batalla de Waterloo, como operación perfecta para comprar los bonos ingleses a precio de saldo, habiendo recibido el resultado de la batalla 24 horas que el mismo Wellington.
El congreso de Viena de 1815 fue el primer intento de imponer un nuevo orden en Europa que cumpliera con los requisitos de la paz fingida. Dado que se opuso el zar Alejandro I de Rusia, los Rothschild prometieron venganza, la cual llegó finalmente en 1917 con ocasión de la primera guerra mundial. En 1816 los EEUU aprueban el segundo banco oficial o central, dada la gran ruina tras años de guerra.
El control se hace patente en toda Europa, incluso en el Vaticano, en el año 1823. Los intentos de resistencia de estos planes obligan a otros inesperados. Cuando en 1832 el presidente Andrew Jackson se niega a la banca de los Rothschild, tras finalizar su mandato en 1837, logra suspender su vigencia durante 75 años. Durante este periodo el asesinato del presidente Garfield o Lincoln, junto al zar Alejandro II, aliado de Lincoln, son algunas de las víctimas que tanto incomodaban a las oscuras élites. Una figura fundamental es Guiseppe Mazzini, líder del independentismo itialiano y a cargo de todos los movimientos similares en Europa hasta 1872 por orden de los Rotshchild.
Los movimientos de izquierdas hunden sus raíces en estos propósitos. Las obras de Marx o Engels, con el fin de hacer creer que el proletariado tiene derecho a su dignidad e incluso a su lucha contra sus opresores, todo para desestabilizar el entorno social. El trasfondo no es otro que el ateísmo y la transformación de la ideología estatal en el único dios posible para cualquier mortal, en otras palabras, el comunismo, la dictadura y el control acérrimo. Tanto Marx, Ritter como Nietzsche fueron financiados por los Rothschild para crear un poderoso grupo de opinión de masas. El 15 de agosto de 1871 Albert Pike, grado 33 de la masonería escocesa, le envía una carta a Mazzini, donde le dice lo que sigue:
“Vamos a liberar a los nihilistas y a los ateos y vamos a provocar un gran cataclismo social que, en todo su horror, mostrará claramente a todas naciones el efecto del ateísmo absoluto: el origen del salvajismo y de las mayores agitaciones sangrientas.
Entonces, en todo el mundo, los pueblos se verán obligados a defenderse contra la minoría mundial de revolucionarios, buscando exterminarlos como destructores de la civilización. Así, las multitudes desilusionadas con el cristianismo, cuyos espíritus quedarán a partir de ese momento sin dirección ni liderazgo, ansiosos por un ideal, pero sin el conocimiento de donde enviar sus mensajes de adoración, recibirán la verdadera luz a través de la manifestación universal de la pura doctrina de Lucifer que se llevará a la luz pública, una manifestación que derivará en un movimiento general reaccionario que conducirá a la destrucción del cristianismo y del ateísmo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo”.
“Continuará…”
Excelente trabajo. Ojalá el personal saliera del complejo engaño en que nos tienen antes de que sea tarde