Periodistas para el “vivan as caenas”

Por Alfonso de la Vega

Las amenazas institucionales del presidente del gobierno de Su Majestad contra la libertad de expresión reconocida en la constitución y contra el propio ejercicio del periodismo libre nos muestran otro mentís a la pretendida obediencia de don Felipe a los preceptos constitucionales. Es su gobierno el que una y otra vez atenta impunemente contra la constitución y los derechos civiles de sus indefensos súbditos sin que cobardemente se digne ni arbitrar, ni moderar, ni decir esta boca es mía.  Conviene recordar aquí especialmente el apartado 5 del artículo 20 de la CE: “Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial.”

Claro que después de la firma filipina de la inicua ley de amnistía nos encontramos en una insólita etapa de vacatio legis en la que la CE ya carece de vigor, y vale todo, de modo que ahora viene el “aprovechamiento del éxito” para terminar con la resistencia, que somos nosotros, los ciudadanos españoles libres, honrados y de buenas costumbres. 

Pero existen cómplices subalternos del poder. Por ejemplo: una prostituida asociación del ramo o de la rama se hace cómplice de la felonía y se suma al acoso a cierto periodista díscolo, mal ejemplo para ellos por su espíritu crítico y voluntad de servicio a la opinión pública.  Cualquiera que se desmarca de la corrupción institucional generalizada y enmucetada se convierte en reo de la feroz inquisición globalista. De modo que a la infame jauría periodística se le da orden de persecución y linchamiento.

Y la Justicia que debiera proteger los derechos de los justiciables suele resultar tan impredecible como la Parrala, una vez dicen que sí y otras que no. Se ha demostrado que con el Constitucional desgraciadamente no hay que contar que para eso se habilitó como organismo político para controlar y ningunear al Tribunal Supremo.

Aunque ya había precedentes en la Roma antigua como el Monitor, y desde luego en muchos otros lugares, aquí en España se suele indicar que la aventura del periodismo moderno a imitación de Francia empezó con los Borbones con títulos tan curiosos como El diario de los literatos, Discursos mercuriales, El Pensador y el Mercurio histórico y político, El censor, El correo de lo ciegos…

Pero no deja de ser interesante recordar en estos tiempos de servidumbre voluntaria el papel del periodismo según los antiguos tratados de literatura preceptiva, como el del profesor Mendoza de 1884, mucho antes que se perpetrasen las llamadas facultades de ciencias de la información, ¿?

“El carácter especial que distingue al periodismo de otro género literario es la soltura y atrevimiento en el pensamiento, y en la forma cierta superficialidad declamadora con que discute sobre las razones del saber humano…viene a ser la crónica contemporánea y minuciosa que describe a la ligera y con vivos colores los hábitos, los deseos y preocupaciones de la época…”

“Los periódicos no lo dicen todo, ni con mucho, ni aún aquello que bien saben los redactores, hasta en los países más libres”

En el texto se citan frases de obcecados optimistas: “Padecen gravísimo error los que dicen que el periodista  no hace otra cosa que política de bandería, de caudillaje o de medro, no, el verdadero periodista busca verdades políticas, sociales y filosóficas que empujen a los pueblos por el camino de la perfección…” 

O, por el contrario, la amargura de Larra: “¡Ay de mí! insensato que, chasco sobre chasco, vivo hoy desengañado de periodista como de autor de comedias… ¡Santo cielo! ¿Y yo deseaba ser periodista? Confieso como hombre débil, que nunca supe lo que quise…”

Con las heroicas excepciones de rigor, quien paga manda, de modo que el periodismo oficial se ha degradado a oficio de farsantes. Ignorantes dogmáticos. Mercenarios en busca de autor o farsa que representar como cómicos en cuaresma. Los dueños de los media son los mismos amos que los de las instituciones pretendidamente a criticar, por lo que se está abocado a la mohatra permanente.

Sin embargo, no deja de ser curioso que en la sección de comentarios de la prensa oficialista de la derecha centrista, pusilánime, borbónica complaciente, muchos lectores protesten por la estulticia o perversión intelectual o moral de los articulistas. Cada vez se traga menos con los embustes alabanciosos que pretenden enmascarar la realidad de traiciones y felonías.

También es curioso cómo muchos autores algo más críticos que pretenden salirse del redil oficial de mentiras, sexo y cintas de vídeo no terminen de asumir la novedad de lo que hoy pasa y sigan empleando conceptos, criterios y métodos propios del siglo pasado, inútiles para comprender la auténtica naturaleza y gravedad de lo que hoy ocurre. Probablemente sea por falta de suficiente formación o por ombliguismo paleto, pero es raro ver un pensamiento geoestratégico conectado con las graves corrientes de lo que sucede en el mundo y que condicionan sino determinan lo que sucede también en este desgraciado y arruinado reino filipino. Un ejemplo: las consecuencias del arrumbamiento del petrodólar.