domingo, noviembre 9, 2025
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Samain, Halloween, Tradición

Por Alfonso de la Vega

En esta época del año se celebraba desde la Antigüedad un momento de especial comunicación entre los vivos y los muertos. El discurso posmoderno con la introducción de su propia religión atea de los monopolios globalizados tiende a liquidar toda religión de auténtico sentido de la trascendencia, bien mediante guerra abierta o mejor mediante formas soterradas de sustitución como es un buen ejemplo el dichoso Halloween. Como dice el profesor Han, el reciente premio princesa de Asturias, “Dios ha sido sustituido por el consumo.” Y, en efecto, lo del Halloween también ha generado todo un mercado de paparruchas y necias frivolidades. 

El proto Halloween en España

El Halloween anglo es un tinglado artificial, ajeno a la España cristiana, que forma parte del intento de suplantar las tradiciones, con algún antecedente en antiguas fiestas paganas de origen más o menos celta de la península Ibérica en la  etapa prerromana que se han intentado recuperar en lugares remotos de Galicia. Y es que aunque lo de «los celtas» es recurso mitificador muy socorrido para los patrocinadores del hecho diferencial galleguista, cabe rastrear en el Halloween norteamericano una tradición céltica gala deformada: el samaín. Sobre la realidad o importancia del celtismo en España los historiadores clásicos tienen diferentes versiones. Es curioso por controvertido en especial el significado geográfico de «Céltica». Para Eforo llegaría hasta Gades, mientras que para otros sería Castilla y parte del nordeste hasta la Galia. En todo caso no sería un fenómeno particular de Galicia. El celtismo, como antecedente diferencial de la cultura y el pueblo gallegos, probablemente es una ocurrencia de imitación del marido de Rosalía quien tenía sangre vasca por parte de madre. Y vino a hacer en Galicia las veces del catolicismo de pureza aria y los fueros de las tesis sabinianas. En palabras del orensano Vicente Risco, el celtismo “en la nacionalidad gallega significa la superioridad indiscutible de nuestra Raza sobre las razas morenas euroafricanas de Iberia, y por tanto la injusticia de que seamos dominados y gobernados por ellos”.

Sin embargo, la profesora Marina López Martínez en Cuadernos de estudios gallegos, decía ya en 1960 que: “Se puede afirmar, con bastante seguridad, que la mayor parte de las creencias y prácticas de los gallegos son específicamente neolíticas o tienen su origen en el neolítico. La influencia céltica fue tan tardía en Galicia que pronto se entremezcló con lo romano y más tarde con el cristianismo, por lo que no tuvo tiempo de sedimentarse….la identificación con lo celta tenía un matiz sentimental, que ha hecho más difícil lo que no era más que un error científico”

Sea como sea, los antiguos druidas tenían dos grandes celebraciones anuales. La del muérdago del año nuevo, donde el gran sacerdote druida después de recortarlo del tronco de un quercus ofrecía un sacrificio de pan y vino que más tarde distribuía entre los asistentes. La otra gran celebración se hacía en otoño. Era la de la renovación del fuego. Una versión arqueológica del cuento de «Hacienda somos todos»: Para asegurar el pago del tributo anual a los druidas los sacerdotes exigían que cada familia de su distrito apagara el fuego de sus casas la última tarde de octubre. Y a presentarse en el templo con el tributo anual y recibir el primer día de noviembre una parte del fuego sagrado que ardía sobre el altar con el cual volvían a encenderle en sus casas. Si alguno faltaba a tomar el fuego, o diríamos a pagar, aquel de sus amigos o vecino quien daba o permitía tomar fuego quedaba también “excomulgado” lo mismo que el delincuente. Una versión antigua de la falsaria propaganda gubernamental para justificar el actual saqueo impune del contribuyente.

La fiesta de las calaveras del dos de noviembre, fiesta de los difuntos, en la que ahora se emplean calabazas, es una variante de las representaciones de los cortejos astrales, tradición muy extendida, de carácter universal como lo es el propio fenómeno. Es decir, el contacto entre el mundo habitual de tres dimensiones y el astral. Entre estos cortejos o manifestaciones astrales de la Tradición cabe recordar la Santa Compaña o Huestia, las cabalgatas de las valquirias, las huríes coránicas. O el esperanzador mito de Eleusis, o el precioso mito de Orfeo rescatando a su amada Eurídice, el de Eneas a su padre, la procesión cervantina ante don Quijote en la cueva de Montesinos, o el más conocido, también nuestro, de don Juan, doña Inés y el comendador. 

Según otras interpretaciones las actuales calabazas vienen a ser un remedo de la costumbre céltica de decapitar a sus enemigos y pedir un rescate por sus cabezas. Rafael López Loureiro, investigador de Cedeira, La Coruña, estuvo revisando antiguas tradiciones de su niñez como la “festa das caliveras” en un intento de recuperarla.

El porqué del Halloween aquí y ahora

En el ámbito de esta actual guerra contra la Tradición, al Cristianismo se le concede una posibilidad para sobrevivir durante algún tiempo más. Para ello debe adaptarse al nihilismo relativista ateo fingiendo que continúa siendo él mismo para, de este modo, conducir al abismo de la dictadura plutocrática a los fieles y al propio Occidente.  Se cambian tradiciones milenarias sobre el Amor y la Muerte o se sustituyen por otras propias de la magia negra o la frivolidad infantiloide como esta del Halloween. El capitalismo globalitario ya no sólo no necesita del fenómeno religioso para consolidar a su propio poder, sino que intenta librarse de él, reconociéndolo un impedimento  a su propia dinámica de desarrollo y dominación plutocrática. Se intenta modificar al hombre para sustituir su alma, su condición sagrada, por mera Inteligencia Artificial. Aplicado a lo del Halloween, mejor abandonar el don Juan y su visión de perdón, Amor y Muerte característicos del Cristianismo y adoptar ritos propios de la superstición animista, el paganismo o de la magia negra. El NOM globalista exige al Cristianismo o dejarse liquidar por el nihilismo, o suicidarse diluyéndose voluntariamente en otra cosa. Una tergiversación anacrónica del misterio de lo numinoso.

Nuestra Tradición es mucho mejor

El Cristianismo recalificó muchas de las fiestas y celebraciones del paganismo, cristianizando su elevada concepción metafísica acerca del alma. En el caso de Todos los Santos, una doble concepción: la implicación dialéctica entre Eros y Tanatos. Impulsor de esta festividad fue el papa Gregorio III quien consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en su honor y fijó su celebración para el 1 de noviembre. De esta forma, todos los santos tienen un día del calendario para ser venerados.

La Muerte redimida o superada por el Amor. Por el Amor sagrado del Salvador o por su remedo el amor humano. Y ligada a la cultura española se halla la figura del Don Juan. Un mito con raíces históricas reelaborado por varios autores españoles pero que alcanza su mayor logro estético en el Don Juan obra maestra del gran Mozart. En nuestro Tenorio también puede encontrarse la sublime idea mistérica griega del rescate del alma por Amor. Lástima que impulsado por el Poder nuestra mejor Tradición sea arrumbada al servicio de intereses oscuros ligados a la magia negra en varias de sus formas.

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