California está siendo escenario de una serie de incendios forestales devastadores que están dejando una marca significativa en la vida de sus habitantes y en el paisaje del estado. Los fuegos han causado por el momento al menos una decena víctimas, más de 130.000 evacuados y han destruido o puesto en riesgo miles de estructuras. En regiones como Los Ángeles, especialmente en áreas como Pacific Palisades y Altadena, los incendios han consumido vastas extensiones de terreno, afectando tanto a comunidades residenciales como a zonas naturales icónicas. La respuesta inmediata del gobierno federal, que ha declarado emergencia federal en California y que se ha comprometido a cubrir el 100 % de los gastos para la recuperación de la zona, ya ha involucrado a más de 7.500 bomberos, medio centenar de aviones de extinción de incendios y asistencia militar para intentar controlar las llamas, aunque la situación sigue siendo crítica con varios incendios aún activos.
Lo cierto es que Biden no goza para nada de nuestra simpatía, pero hemos de reconocer que así es como se debe actuar ante una emergencia de esa magnitud con independencia del color político de quien gobierne en un estado afectado y no la actitud que ha tenido el gobierno de Sánchez con las centenares de víctimas y miles de afectados por las riadas de Valencia. Recuerden aquello de…»Si necesitan más recursos, que los pidan»
De hecho, el todavía Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha cancelado el que iba a ser su último viaje internacional programado a Italia debido a la severidad de los incendios en California. Biden tenía previsto reunirse con el Papa Francisco, la Primera ministro Giorgia Meloni y el Presidente Sergio Mattarella, pero la urgencia de la situación en su país le ha llevado a priorizar la gestión de la crisis en Los Ángeles. Esta decisión subraya la gravedad de la situación en California, donde la atención federal se ha centrado en coordinar la respuesta y facilitar los recursos necesarios para la mitigación del desastre.
Ahora vamos a Sánchez y sus viajes internacionales en medio de una de las mayores catástrofes que han afectado principalmente Valencia:
A pesar de la devastadora riada que asoló Valencia el pasado 29 de octubre, el presidente del Gobierno mantuvo prácticamente intacta su agenda internacional durante los terribles y difíciles días del mes de noviembre. Sánchez viajó el 10 de noviembre a Bakú, Azerbaiyán, para participar en la COP29, donde destacó los impactos mortales del cambio climático en España, relacionándolo específicamente con las «220 víctimas» de la riada en Valencia. Posteriormente, unos días después, se dirigió a Brasil, acompañado de su esposa, la imputada Begoña, para asistir a la cumbre del G-20 (aunque España no es miembro del G20), intentando mostrar así la continuidad de su compromiso internacional pese a las monumentales tragedias domésticas.
Por si eso fuera poco, mientras miles de negocios y viviendas en Valencia quedaban destruidos y miles de voluntarios anónimos limpiaban el barro y llevaban ropa, enseres, agua y comida a las personas afectadas que lo habían perdido todo, el 29 de noviembre arrancaba el Congreso Federal del PSOE en Sevilla. Un lamentable espectáculo donde los asistentes adoraban a su amado líder, abrazaban a la imputada Begoña como si no hubiera un mañana y ovacionaban a los expresidentes de Andalucía Chaves y Griñan, cuyas condenas por corrupción en el caso de los ERE fueron anuladas por el T. Constitucional. Todo ello entre lucecitas, bailecitos y fiestecitas nocturnas tras cada una de las sesiones que tuvieron lugar a lo largo del último fin de semana de noviembre.