En el día de ayer se celebró la final del prestigioso torneo de tenis de Wimbledon entre Carlos Alcaraz y Novak Djokovic. Tras un disputadísimo partido, la victoria recayó del lado de Alcaraz por 1-6, 7-6 [6], 6-1, 3-6, 6-4, en cuatro horas y 42 minutos.
Como sabrán, tras lo sucedido a lo largo de toda la farsemia, Djokovic se ha convertido en todo un símbolo por su forma de plantar cara a lo políticamente correcto, llegando incluso a estar detenido cuando se trasladó a Australia a disputar el Abierto de aquel país en el que, en principio, le dijeron que sí podría hacerlo, a pesar de no haberse metido el brebaje.
Además, en todas sus declaraciones sobre el asunto, el serbio se ha mostrado claro y ha rechazado envenenarse, fueran las que fueran las consecuencias que pudiera sufrir. Un ejemplo de valor y coraje en estos tiempos que corren en los que tanto colaboracionista hay por todas partes.
Pero ayer perdió en la final ante Alcaraz, aunque no deja de tener su gran mérito que disputara otra final, a pesar de todo lo sucedido y la diferencia de edad que tiene con el español.
Y ahora llega lo que ha sucedido después de esa derrota que, al parecer, mucho agendista estaba deseando, como debe ser el caso de Pablo Echenique, que cada día tiene peor la cabeza. ¿Les parece normal que alguien que va por la vida de antisistema, de estar en contra de las grandes corporaciones y de infinidad de mandangas más, diga esto?
La expresión «te va justo para no cagarte encima» se queda de facto corta en el caso de este vulgar e ignorante parásito agitador.
Le pagan para encabronar a los incautos y que no se preste atención a «políticos» realmente dañinos. Pura carnaza, literal y figurada.