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De samuráis, alimañeros y Pascua Militar

Artículo de Alfonso de la Vega

El Arte es fundamental para encontrar el sentido de la vida. En un cierto sentido, permite la manifestación objetivada de arquetipos. Ilumina las conciencias y guía nuestras acciones.

En 1954, el gran Akira Kurosawa estrenaba su memorable Los Siete samuráis, quizás una de las películas más importantes de todos los tiempos. En el Japón del siglo XVI una comunidad de campesinos se encuentra indefensa ante los ataques impunes de bandidos cada vez más envalentonados por su impunidad. Los campesinos intentan contratar samuráis para que los defiendan pero apenas disponen de nada con qué pagarlos. Tras varios fracasos, al cabo, un grupo abigarrado de samurais acepta protegerlos a cambio de solo unos puñados de arroz. Pero hay algo mucho más valioso como motor de esta defensa heroica que la mísera soldada. Y conecta con los valores metafísicos que hacen que los hombres sean hombres y no bestias, autómatas o esclavos. El sentido del honor, del bien, de la Justicia. De la protección del auténtico caballero hacia el más débil…

Lejos del Japón feudal en la España rural de hace décadas a falta de samuráis era muy celebrada la figura popular del alimañero. Escopeta negra o cazador más o menos furtivo especializado en la eliminación de alimañas. Así, cuando mostraba pieles de lobo, zorro, tejón, gato montés o gineta era oportunamente gratificado por alcaldes, ganaderos o gentes del común. Más tarde, llegaría Rodríguez de la Fuente cuestionando el concepto mismo de alimaña, y por tanto, las virtudes del alimañero como defensor de los legítimos intereses de la comunidad.

En los ecosistemas naturales debe haber un equilibrio dinámico u homeostasis entre sí de la biocenosis o conjunto de especies vivas que lo forman y también con el propio biotopo o marco geográfico natural en el que se encuentra. Los depredadores tienen una misión en la naturaleza que es limitar los excesos poblacionales o cargas ganaderas que no se pueden asumir en un momento determinado. Ahora bien, demasiados depredadores en relación a las presas antes de proceder a eliminarse entre ellos mismos, pueden poner en peligro la estabilidad del ecosistema y producir la casi desaparición de las especies depredadas. Las invasiones de especies alógenas también ponen en peligro la estabilidad de ese ecosistema.

Una variante humana o cultural de esto se encuentra en la eugenesia a la que son tan aficionados y proclives en el mundo anglosajón. Junto con la pionera Sociedad Fabiana o ahora Davos y la Agenda 2030, con el mayor descaro e impunidad desde toda clase de instituciones globalistas mercenarias supuestos filántropos propugnan el exterminio de la mayoría de la población mundial por razones pretendidamente ecológicas. O del fraudulento cambio climático de origen antropogénico.  Exterminio de los otros se entiende, que ellos no dan ejemplo suicidándose primero tan ricamente para dejarnos disfrutar de la paz que dejarían. Y a estas dañinas alimañas no les pasa nada. No les ponen cepos ni sufren merecida oportuna fatal perdigonada lobuna. Al revés, incluso son alabadas, premiadas y condecoradas. Son las que hoy mandan poniendo y quitando gobiernos y papas para destruir la civilización.

Tras la muerte del caballero don Quijote se supone que a las sociedades actuales dotadas de Estados respectivos las deben proteger sus instituciones, incluidos sus ejércitos regulares. Ante tantas amenazas que requieren tanto personal y medios técnicos especiales es verdaderamente admirable que no tengan nunca respuestas institucionales. Pero auténticas alimañas, como las que el lector tendrá en mente, siguen perpetrando toda clase de crímenes en la mayor impunidad. 

Visto lo que ocurre, mirando los actuales golpes de Estado liberticidas en todo el mundo o las tropelías eugenésicas impunes de los plutócratas incluidos muchos actuales gobernantes criminales prostituidos a las órdenes de los bandidos, se echa de menos el recurso a los buenos samuráis. Gentes honradas para las que haya cosas más importantes que el escalafón o la soldada, que hagan gala de cumplir con honor su deber de proteger al pueblo de las alimañas y sus fechorías.

Sin embargo, se acaba de celebrar la Pascua Militar, instaurada en conmemoración de la recuperación de Menorca perdida junto a Gibraltar por la entronización de los Borbones. Instituciones subordinadas hoy al servicio de la OTAN y sus intereses extranjeros. En otros tiempos, antes de Su escandaloso exilio, con mucha mayor auctoritas antes de ser despojado de potestas, don Juan Carlos presidía los actos que venían a coincidir con Su propio cumpleaños. Hoy, cumplidos los 86, se encuentra en el destierro tratado por Su hijo como un apestado peor que cualquier terrorista o golpista ladrón socio del propio gobierno devastador de Su Majestad don Felipe y dominante señora. 

Pero en este frívolo y estulto reino la mayoría de los comentarios se han centrado en la cabeza coronada de don Felipe, la vestimenta que lucía nuestra virtuosa reina consorte y si se había peleado o no con la lustrosa heredera cuyas virtudes permanecen aún desconocidas salvo para la redicha señorita ministra de defensa y teórica jefa de los espías. Doña Margarita aprovechó también para lisonjear solidariamente a Leticia por su “diaria entrega y voluntad de servicio” ¿logros para la Causa??

Pasado el día, pasada la romería, como un ejército de soldaditos de plomo que ni siente ni padece habrá que guardarlos en su cajita para la siguiente ocasión, y mientras tanto ojalá que el Rey primer usufructuario del maravilloso tenderete que disfrutamos no se nos muera en el exilio.

Amén.

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