sábado, noviembre 23, 2024
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Para mis viejos compañeros de cultura contra la guerra

El mal suena como una gran orquesta, con todos los instrumentos que nos podamos imaginar, por muy extraños y ruidosos que nos parezcan. Para que sinfonía de tonos tan bajos y retumbantes como las brasas del lugar se produzca, se necesitan músicos expertos, teniendo en cuenta la rareza de los utensilios y sus sonidos exactos. No creáis que por tratarse de sujetos del inframundo no han de estar especializados. Cada nota ha de ser exacta y no cabe margen de error.

Me refiero, como te puedes adivinar, a los artistas y coreógrafos que necesita el poder ejecutor del plan que ya no es oculto, indispensables como ellos solos. De ellos es la creatividad y la magia que se necesita para crear de la nada el todo, aunque sea un puro montaje holográfico. Cuando vivía en Madrid, allá por el año 2003 tuve la suerte de conocer a los actores de cine y de teatro que se declararon en contra de la guerra iraquí que emprendió Bush contra ese pueblo inocente, que fue víctima de un plan masónico de destrucción injustificada que no fuese otro que implementar el nuevo orden mundial, una guerra ya planificada desde hacía años… La plataforma cultura contra la guerra estaba allí para protestar contra Aznar y el diabólico trío que formó con el primer ministro británico y el presidente de los Estados Unidos. Nuestro presidente, José María Aznar, por aquel entonces, no dudó en enviar soldados a dicho país tan rico en petróleo. En una asamblea de 2004 fui nombrado miembro del área de actividades, momento en el que consideré que era más que oportuno seguir con la lucha. En la manifestación de aquel año acudieron más de un millón de personas, pregón de José Saramago y trabajo en equipo por doquier: el resultado fue óptimo. Pero, como nada dura para siempre y, finalmente, tras los atentados de Atocha, ganó el PSOE de manera sorprendente y sobre abril de ese año Zapatero ordenó la retirada de las tropas de Irak. 

Fue así como me vi envuelto en un mundo de creatividad y creí, ingenuamente que el arte y la conciencia iban por el mismo camino. En 2020 comenzó el trauma de la plandemia, la mayor violación de los derechos humanos en España, creo que aún anterior a 1977 y nos encerraron en casa como delincuentes, nos introdujeron el terror y declararon otra guerra, no contra el pueblo de Irak, al que veíamos sufrir con dolor, sino contra nosotros los españoles de a pie, sin importar la condición ni la ideología. Fuimos presa, entonces de la peor pesadilla posible sacada de la obra Orwell 1984. La punta del pastel fue la supuesta vacuna, que salió de repente, como por arte de magia potagia, y que se pusieron millones de españoles ignorantes de su composición y efectos, hasta el punto de que fue el comienzo de un asesinato colectivo lento, con parsimonia y mucho secreto por parte del Estado español, sometido a la OMS o mejor denominada Organización Mundial de los Sicarios, dirigidos por las farmafias y el Partido Comunista. Aún hoy en día hay muchas personas que fallecen de infartos y tumores repentinos y rápidos que tienen los hospitales colapsados, de los que nadie se pregunta las causas, cuando se saben cuáles son: sus injertos venenosos, los casi ordenados por nuestro gobierno e introducidos por los medios de comunicación. No menciono todo lo referido al LGTBIQ+, el supuesto cambio climático, la crisis alimenticia y todo lo que nos tienen preparado desde Bruselas, como la huella de carbono con su impuesto.

Puestos a comparar lo de 2004 con lo actual les tengo que decir a mis viejos compañeros que lo que ocurre actualmente es mucho más grave, pues nos encontramos con un GENOCIDIO EN TODA REGLA, con tintes de aplicación de estrategias tomadas de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler, ya que están matando en silencio y nadie protesta. Ya no hacen falta cámaras de gas para ir quitando de medio a parte de la población ni tampoco importa la raza ni la edad (no hay que ser judío para ir a un campo de concentración); con sólo creerse el cuento, la bellísima narrativa desnuda de contenido del ministerio de salud y de la OMS, que supuestamente nos ama, basta con ir como un borrego a ponerse la inyección para ir al matadero, que puede ser un hospital, un mercado o el colegio al que van sus hijos y donde crees que les enseñan a ser seres humanos con sentimientos e identidad para el futuro de sus vidas.

Nos encontramos, de este modo, con una horda de personajes que defiende las posturas ideológicas de aquéllos que crearon toda esta matrix y ordenaron sacar a la policía para que nadie pasease ni a su perro, de los que fueron violando la constitución poco a poco, nuestros derechos más esenciales, desde la intimidad a la libertad de expresión, pasando por todas las instituciones que nuestro Caudillo Sánchez va tomando, como Hitler fue eliminando a sus enemigos desde 1933 hasta llegar a ser el verdadero führer de Alemania. Pero en este caso todo es política, nadie se entera y los discursos se disfrazan de derechos, igualdad y justicia, como si éstos no hubiesen existido nunca: un hermosísimo cuento que en realidad es una eterna pesadilla de terror.

Me apena profundamente ver cómo aquellas personas con las que colaboré se han vendido a la ideología de la izquierda en su mayor parte, defendiendo sus postulados desde X, el nuevo twitter, y aplauden con las orejas a los que nos desean imponer la agenda 2030 a la fuerza, con la moneda digital y el control absoluto de un Estado que ya es cuasi dictatorial, comprobar cómo se alinean a partidos como Podemos o Sumar, o comprobar cómo no dudaron en abrazar al nuevo Caudillo en el Palacio de Bellas Artes antes de las elecciones del 23J.

Habría que explicarles a personas tan sabias que esto ya no va ni de izquierdas ni de derechas, sino de dignidad y de defensa de la vida humana. La existencia de la sociedad está en un serio peligro y desde siempre ha existido una batalla contra nuestra esencia espiritual porque lo que está detrás, mis estimados amigos, es el SATANISMO. Fue por ello que decidí armar el equipo de Psicólogos por la verdad y aún seguimos en la lucha, una afrenta de la que no nos olvidamos y que es nuestro desafío hasta la victoria de la vida. 

Ya no existen ideologías políticas (de hecho, nunca las hubo) y si existieron fue como una estrategia de los poderosos para enfrentarnos unos a otros, dividirnos, como siempre han hecho. Sólo la fe, el amor y la conciencia nos permitirán ser nosotros mismos, en un momento en el que todo pensamiento político ya está tan manipulado y vilipendiado que sólo sirve para no saber nunca cuál es la realidad, bajo el premio de quien recibe la recompensa de los sicarios por dar publicidad a su silencio, haciéndonos creer que no ocurre nada malo.

Es así como muchos artistas eligieron su frente, optaron por lo más cómodo, que es seguir la corriente y no pensar demasiado, como hacen millones de españoles que prefieren vivir en su zona de confort, ir de compras en Navidad para disfrutar de las luces navideñas como los niños gozan de los caramelos y chucherías, en un mundo en el que no ocurre nada extraordinario y los que avisamos somos agoreros muy incómodos, tanto que nos llaman fachas.

Y creedme, no os culpo, con la que está cayendo, quizás no haya capacidad intelectual para ir procesando tanta información proveniente de psicópatas y asesinos, en nuestro país y fuera de nuestras fronteras. El problema reside, mis queridos y viejos compañeros de lucha, en que esto va a en serio y si no nos unimos en esta batalla estaremos todos muertos. Os están usando para sus sucios propósitos y no os dais ni cuenta, mientras seguís en vuestro mundo.

¿Para qué sirven los artistas y los famosos entonces en este país?

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