En España, desde hace décadas, parece que los círculos políticos y sociales que nos afectan a nivel político, económico y social, siempre se cierran en el mismo punto. Y si, además, están metidos «en el ajo» tanto el separatismo catalán, como Pedro Sánchez, siempre aparecen los mismos nombres.
Resulta que en una nueva humillación de los españoles, ahora el PSOE y el partido del agente Puigdemont se reúnen en Suiza para acordar aquello de la «amnistía» que, mucho ojo, llevan acordado desde hace décadas y en ese «acuerdo» aparece un mediador internacional.
Se trata del Centro para el Diálogo Humanitario Henry Durant, con sede en Suiza, se financia básicamente gracias a subvenciones y donaciones por parte de países o entidades multilaterales. Sin embargo, entre sus donantes privados destaca uno especialmente: la fundación de Bill Gates, el magnate fundador de Microsoft.
La Fundación de Melinda y Bill Gates aparece como gran donante privado con cifras que solo alcanzan los Estados. En ese ejercicio donó 3,13 millones de euros al Henry Dunant. La propia documentación de la Fundación del magnate estadounidense confirma pagos anuales de 3,275 millones de dólares.
Por otro lado, según asegura Cristina Martín Jiménez en Twitter, nos encontraríamos, también, con otros habituales, cuando de destrozar estados se trata. El ya habitual George Soros, que siempre está en todas las salsas, y la Fundación Rockefeller.
Lejos de sorprendernos, noticias como estas demuestran lo que se lleva diciendo desde hace décadas: España no es un estado nación. España no es más que una corporación empresarial, dirigida por unos sujetos llamados Felipe VI y Pedro Sánchez, que solo rinden cuentas ante sus propietarios, todos los citados anteriormente más los que permanezcan ocultos.
Los españoles no somos más que su mano de obra y formamos parte de los activos de esa corporación. Y cuando por la edad nos convertimos en sujetos pasivos, nos montan una farsemia con sus venenos para eliminar carga sobrante.
La diáspora supremacista, con su delegación ibérica (la «burguesía catalana» de la B’nai B’rith) y la cloaca montando sus teatros para darles pinta de «demucrasia» y «diálogo».
Suiza, país «neutral» libre de bombas y tropas en las guerras (¡milagro!), exenta de «uniones» europeas, cueva de piratas tolerada (deseada) por Europa para facilitar la ocultación de todo cuanto los corruptos expolian a los pueblos. Ginebra y Davos. Sede del portal del infierno disfrazado de Física inocente, el CERN. Suiza, cuartel general de la diáspora, sede principal del Mal.
Por supuesto estos demonios no quieren independencia, quieren destrucción y servidumbre humillada para toda la eternidad a esa subespecie con sede en Cataluña. Una exigua, avara, psicopática, deforme y retorcida minoría entre los hijos de Tarraco, los linajes prerromanos y los miles de españoles que fueron a enriquecerla con trabajo duro, más los que la enriquecimos desde fuera con sus privilegios impuestos desde Madrid.
Henri Dunant fue el que creo la cruz roja y era mason