viernes, marzo 14, 2025
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El documental recién estrenado en EEUU ‘Age of Disclosure’ genera grandes debates al afirmar que los extraterrestres viven en la Tierra «entre nosotros»

Un nuevo documental titulado Age of Disclosure está causando furor y generando una mezcla de fascinación, escepticismo y grandes debates al afirmar que los ovnis —o, en su nueva denominación oficial, Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI o UAP, por sus siglas en inglés)— son reales, y que los extraterrestres no solo existen, sino que podrían estar viviendo entre los humanos en la Tierra.

Estrenado en el Festival de Cine SXSW en Austin, Texas, el pasado 12 de marzo, este provocador largometraje ha capturado la atención de audiencias, medios y expertos, desatando un debate global sobre la posibilidad de vida extraterrestre y las supuestas ocultaciones del gobierno estadounidense.

Dirigido por un equipo de cineastas que buscan desentrañar los misterios del cosmos, Age of Disclosure se basa en años de testimonios, investigaciones y reportajes sobre actividades relacionadas con los FANI. El documental abre con una impactante declaración de ex militares, veteranos de inteligencia y funcionarios gubernamentales que, bajo juramento ante el Congreso de EE.UU., han afirmado: “No estamos solos”.

Entre los protagonistas se encuentran figuras como Luis Elizondo, exdirector del programa secreto del Pentágono AATIP (Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales), quien asegura que los extraterrestres podrían estar estudiando nuestras capacidades militares y nucleares, así como Hal Puthoff y Eric Davis, científicos que han investigado fenómenos paranormales y tecnología alienígena desde los años 70.

El filme no se queda en especulaciones vagas: incluye supuestas pruebas de avistamientos, análisis de tecnología que podría desafiar las leyes de la física conocida y teorías audaces, como la idea de que los extraterrestres podrían habitar en las profundidades inexploradas de los océanos, bases subterráneas o incluso manipular el tiempo y el espacio. Estas afirmaciones, que provocaron jadeos audibles entre los asistentes al estreno en SXSW, han generado tanto entusiasmo como críticas. Algunos científicos y escépticos han calificado el documental de sensacionalista, argumentando que carece de evidencia sólida y se apoya demasiado en testimonios subjetivos, mientras que los creyentes ven en él una validación de décadas de teorías sobre visitas extraterrestres.

Age of Disclosure también aborda un tema espinoso: la supuesta ocultación gubernamental. Según el documental, el gobierno de EE.UU. ha mantenido en secreto información sobre los FANI desde al menos 2017, cuando el periódico The New York Times reveló la existencia de AATIP, un programa dentro del Pentágono dedicado a investigar ovnis.

El filme sugiere que altos funcionarios, incluidos políticos y servicios de inteligencia, temen que la divulgación masiva de esta información podría desestabilizar la sociedad o destruir sus carreras. De hecho, el director del documental, en declaraciones al Washington Post, mencionó haber entrevistado a 10 figuras prominentes —entre ellos políticos e inteligencia— que se negaron a aparecer en cámara por miedo a represalias o a perder su reputación.
El impacto cultural de Age of Disclosure va más allá del cine.

En redes sociales, hashtags como #AgeOfDisclosure y #UFOsAreReal han proliferado, mientras que en foros como Reddit, los usuarios debaten si las afirmaciones del documental contienen verdades ocultas o son simplemente una elaborada teoría conspirativa. Algunos vinculan el filme con canales de YouTube y movimientos previos, como el interés por el “Imperio de Tartaria” o las teorías de conspiración sobre gobiernos mundiales, pero el enfoque de Age of Disclosure se distingue por su respaldo en testimonios de figuras con credenciales oficiales.

Una de las afirmaciones más intrigantes de Age of Disclosure es que los extraterrestres no solo visitan la Tierra, sino que podrían estar establecidos en ciertas regiones del planeta, conviviendo de manera oculta o interactuando con nuestra sociedad. El documental menciona varias áreas específicas que, según los investigadores y testigos, podrían ser hábitats o bases de estas presuntas entidades extraterrestres. Estas zonas se alinean con teorías de la ufología y estudios astrobiológicos que exploran entornos extremos en la Tierra como posibles analogías para vida alienígena.

Océanos profundos y lunas heladas: El documental subraya que los extraterrestres podrían habitar las profundidades marinas, donde la presión, la oscuridad y las temperaturas extremas dificultan la exploración humana. Según los cineastas, los océanos cubren más del 70 % de la superficie terrestre, y áreas como la Fosa de las Marianas (en el Pacífico Occidental, a más de 11.000 metros de profundidad) o el Triángulo de las Bermudas podrían ser refugios ideales para civilizaciones alienígenas avanzadas.

Esta hipótesis se inspira en investigaciones científicas, como las publicadas en PMC (pubmed.ncbi.nlm.nih.gov), que sugieren que los océanos terrestres y los “exo-océanos” de lunas como Europa (de Júpiter) o Encélado (de Saturno) podrían albergar vida extraterrestre debido a su similitud con los hábitats marinos extremos de la Tierra, como los respiraderos hidrotermales o los glaciares polares.

Bases subterráneas y montañas remotas: Otra teoría popular en el documental es que los extraterrestres podrían haber establecido bases subterráneas o en regiones montañosas inaccesibles. Lugares como el Área 51 en Nevada (EE.UU.), conocida por sus supuestos vínculos con ovnis desde la década de 1950, o las montañas de los Andes en América del Sur y el Himalaya en Asia, son mencionados como posibles ubicaciones.

Según el libro Alien Underground Bases de Gil Carlson, disponible en Amazon, existen supuestas bases alienígenas subterráneas en todo el mundo, incluidas las cercanías de Dulce, Nuevo México, y regiones bajo el desierto de Atacama en Chile, donde se han reportado avistamientos frecuentes. Estas áreas, según los ufólogos, serían ideales para evitar la detección humana y aprovechar recursos minerales o energéticos.

Desiertos y zonas polares: El documental también especula con que desiertos como el Sahara, el Gobi o el Ártico podrían ser hábitats para extraterrestres debido a su aislamiento y condiciones extremas, similares a las de otros planetas o lunas. Los glaciares antárticos, por ejemplo, han sido objeto de estudio por científicos astrobiólogos (según PMC), quienes consideran que los microorganismos que sobreviven en el hielo podrían ser modelos para vida extraterrestre en entornos helados como los de Marte o Europa. Algunos testigos citados en Age of Disclosure afirman haber visto naves entrando o saliendo de icebergs en el Ártico, sugiriendo bases ocultas bajo el hielo.

Espacios urbanos y subterráneos metropolitanos: Una idea más audaz del documental es que los extraterrestres podrían estar integrados en la sociedad humana, viviendo en áreas urbanas densas o en redes subterráneas bajo ciudades como Nueva York, Londres o Tokio. Esta hipótesis se basa en teorías conspirativas que sugieren que los extraterrestres podrían haber adoptado formas humanas o camuflajes avanzados para operar en secreto. El filme menciona supuestos túneles bajo Washington D.C. y París, conectados con bases militares y alienígenas, como posibles centros de actividad extraterrestre.

Regiones volcánicas y cuevas profundas: Por último, Age of Disclosure explora la posibilidad de que los extraterrestres habiten en áreas volcánicas o sistemas de cuevas profundas, como las de Yucatán (México) o las Islas Hawái, donde las temperaturas extremas y la actividad geotérmica podrían proporcionar energía para civilizaciones alienígenas. Estas zonas, según los cineastas, serían ideales para tecnologías avanzadas que no dependan de la luz solar, alineándose con los informes de avistamientos cerca de volcanes activos como el Mauna Loa o el Popocatépetl.

Estas teorías, aunque controvertidas, se sustentan en avistamientos documentados, como los reportados por el Proyecto Blue Book de la Fuerza Aérea de EE.UU. en los años 50 y 60, y en investigaciones recientes del Observatorio de Fenómenos Aéreos No Identificados (UAPx), que ha analizado patrones de actividad en estas regiones. Sin embargo, los científicos advierten que muchas de estas afirmaciones carecen de pruebas verificables y podrían ser producto de malinterpretaciones de fenómenos naturales o actividades humanas, como pruebas militares o drones avanzados.

Para los escépticos, estas zonas son simplemente entornos fascinantes que alimentan la imaginación, pero no necesariamente hogares de extraterrestres. Para los creyentes, en cambio, Age of Disclosure ofrece un mapa tentador de dónde buscar respuestas. El documental no solo desafía nuestra comprensión del universo, sino también nuestra percepción de los límites del planeta, invitando a explorar si, efectivamente, compartimos la Tierra con seres de otro mundo.

Con su estreno, Age of Disclosure ha marcado un momento cultural que podría redefinir cómo hablamos de extraterrestres, ovnis y los secretos que podrían estar ocultos bajo la superficie de nuestra realidad cotidiana. Ya sea que se confirme o se desmienta, el filme ha abierto una puerta a la especulación, dejando a millones preguntándose si los extraterrestres están más cerca de lo que imaginamos: en las profundidades del océano, bajo montañas remotas o incluso en la ciudad de al lado.

 

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