El timo de la estampita

Hace cuatro años, un desaforado representante de la casta gobernante espetó, en sede parlamentaria, a un representante de la oposición: -Yo creo que a ustedes les gustaría dar un golpe de estado, pero no se atreven porque, para eso, además de desearlo y de pedirlo, hay que atreverse-.

De haber sido el opositor, el autor de tales palabras (Fue tanto como decirle “A que no tienes cojones”) supongo que habría sido esposado, inmediatamente, y acusado de un delito contra el orden público; pero es notorio que aquel casposo charlatán nunca se ha visto obligado a dar explicaciones por esas ni por otras muchas odiosas palabras que han salido de su boca; y ni siquiera por la muerte (culposa o dolosa) de miles de ancianos, cuando era él responsable de gestionar las residencias en las que fallecieron (o fueron asesinados).

Pero, en realidad, lo que pareció una bravuconada, escondía la frustración de un hombre con la mente enfebrecida con juegos de tronos, que imaginaba, en su delirio, la posibilidad de cauterizar una vieja herida, de superar una antigua afrenta, ganándoles (a los fachas) una guerra como la que estos ganaron hace 90 años. (¡Cuando él todavía no había nacido!).

Es por eso que, en estos últimos cuatro años, se han sucedido las provocaciones de la camarilla roja (reconvertida en camarilla arcoíris), siendo la dichosa estampita una más (Y no de las más graves). Es por eso que «los rojeras» han diseñado su gran ofensiva para el año que empieza, que será, porque ellos así lo han querido, “El año de Franco”.

¿Qué esperan conseguir difamando a un hombre que falleció hace medio siglo? ¿Aumentar su electorado? Doy por supuesto que sus ingenieros sociales saben, perfectamente, que ningún facha va a cambiar de bando por machacona que se ponga la propaganda gubernamental pues saben perfectamente quién fue ese señor y lo que hizo. Entonces, ¿a quién va dirigida la campaña? A los rojos enfebrecidos tampoco hace falta convencerlos de nada. ¿Quién es el “target”?

El objetivo del anunciado “año de Franco” solo pueden ser esos que conocemos como “los woke”, esos que aún siguen confiando en los “medios de masas” que el gobierno regará, con dinero público para que desacrediten al dictador y a su “dictablanda” (Así es como la calificaba el libro de historia contemporánea que tuve que estudiar para matricularme en la carrera de Derecho, en la UNED).

Es de esperar pues que muchos “woke” se dejen influenciar por alguna de las estampitas que están imprimiendo, en estos momentos, los medios de masas sobornados pero ¿Qué pueden ganar con ello los que gobiernan, siendo que toda esa gente ya les vota? El caso es que, también cabe esperar, por pura estadística, que a alguno de ellos se le ocurra contrastar la “información oficial” y busque NO-DO en youtube, y se dé cuenta de que el franquismo no fue, para nada, como lo pintaron los rojos, con la necesaria colaboración de los azules. ¿Cómo podrán soslayar, los demócratas, el hecho de que, al morir Franco, España era la séptima potencia económica mundial y ahora es una ruina?

Es pues, del todo previsible, que en este año de estampitas que nos espera, aumente aún más el facherío, y mucho me temo que es lo que buscan esas mentes enfebrecidas que nos dirigen, para montar esa guerra que esperan ganar con un ejército de soldados con tacones. Sin duda, nos va a hacer falta mucha paciencia y mucho sentido del humor, para no caer en sus ridículas provocaciones.