Por Alfonso de la Vega
Casi como colofón de esta lluviosa y desapacible Semana Santa los zarzuelólogos están muy ocupados destripando los últimos acontecimientos misteriosos en un intento de descifrar sus más ocultos significados. El gran Valle acaso puede ayudar con su esperpento Los cuernos de don Friolera o la comedia bárbara Divinas palabras, si bien ahora no consta que hayan sido pronunciadas para el perdón de la infiel María Gailas.
Ahí es nada cuando arrecian los rumores de un inminente esperado desenlace al culebrón de los líos, la mini Familia real sin novios ni arrimados anexos se ha dignado aparecer ante los súbditos como se apareció la virgen de Fátima ante los ingenuos pastorcillos o con cierta farsa como San Dimas/ Pepe Isbert en Los jueves milagro. Con ella el gran Berlanga nos ofreció una obra de gran interés sociológico, casi profético, con su famosa historia de una granjería organizada por las fuerzas vivas de un pequeño pueblo preocupadas porque iba a menos su balneario cada vez más decadente. Se fingió un milagro, disfrazando al alcalde, el genial Pepe Isbert, de San Dimas, el buen ladrón. Un borracho es el primero en ver la aparición y surge la devoción popular lindando con el fanatismo a favor de la impostura. Al final, aparece el San Dimas de verdad y desmonta el tinglado. Sólo una intervención sobrenatural, esta vez sí que milagrosa, parece impedir la consolidación de la impostura.
Pero volviendo a lo nuestro, vestidos inadecuadamente de trapillo como cualquier turista vulgar, allí que se aparecieron ante la muchedumbre congregada junto a la Iglesia de la Concepción Real de Calatrava, situada en la madrileña calle de Alcalá para asistir a la procesión de la Virgen de la Soledad y el Cristo Yacente, que se tuvo que interrumpir por la lluvia sin realizar el recorrido previsto. Pero hubo compensación: los más crédulos se maravillaban porque milagrosamente se hubiera podido convertir la virtuosa consorte. Incluso dada su tan demostrada simpatía y llaneza no tuvo empacho en ponerse a hablar con una buena señora que pasaba por allí. La cosa debe estar muy chunga cuando tienen que montar estas manifestaciones de pretendida cercanía y confraternización con el no tan querido ni respetado público.
Otros más descontentadizos con las verdades oficiales especulan con que su insólita aparición se deba a un sobrevenido ataque de celos porque la reina doña Sofía ha merecido la atención popular tras su visita a Málaga donde ha acompañado a la Legión y dado muestras de su personal saber estar. Y de algún modo enseñaba así camino al andar a su atolondrado hijo que parecería seguir a verlas venir como si estuviese secuestrado por los audaces Rocasolano.
Doña Sofía acompañada de su hermana y su hija, la ex señora de Urdangarín, también asistió a la procesión de los alabarderos desde el Palacio Real. Pero no se acercó a la otra, quizás aún vivo el recuerdo de la insólita humillación pública infringida por la consorte y consentida por su hijo a las puertas de la catedral de Palma cierto Domingo de Resurrección de lamentable memoria democrática.
Finalizada la beatífica aparición, volvió cada mochuelo a su olivo. Y San Dimas al santoral, supongo.
La realeza que tenemos en Esta nación no es de mi devoción, no puedo tolerar a traidores que venden la nación y que apoyan con pasión una agenda criminal promovida por las Naciones Unidas, una organización mafiosa y criminal que fue creada para el nuevo orden mundial junto con la Organización Mafiosa de Sicarios(OMS) no para proteger los derechos humanos ni la salud, si les importara algo no envenenarían a la gente con inyecciones y fumigaciones, a toda esa caterva y a nuestros políticos les importamos una mierda, estamos en tiempos de Satanás que es al que sirven y adoran toda esta basura que dice protegernos.
A Dios rogando y con el mazo dando…