¿Recuerdan aquello que decía Rufían acerca de que se iría del Congreso de los Diputados en 18 meses? Sí, recuerden. Lo dijo en 2015 y aseguró que permanecería esos 18 meses, para después regresar a la República Catalana.
Pero claro, más de 126.000 euros al año, son más de 126.000 razones que, seguramente, le impidan cumplir con lo que había prometido.
Pero mientras llega aquello de la «república catalana», mejor permanecer en la capital de su odiado Reino de España para seguir comiendo calentito, en un asiento cómodo en el Congreso e interpretando, de vez en cuando, alguna pequeña obra de teatro.
En este caso, la representación se produjo en dos dialectos con los que Rufián trató de hablar en catalán e ingles, sin conseguirlo, tal y como había hecho, hasta ahora, con el español.
Pero tengan clara una cosa, la culpa ya no es suya. Ni siquiera es culpa de Sánchez, de la Presidente del Congreso, o del Rey. La culpa es nuestra porque llevamos años demostrando tener unas tragaderas y una cobardía ilimitada.
Cuando alguien te engaña una vez, es culpa de quien te engaña. Cuando lo hace dos, tres, diez, cien veces… ya es culpa tuya. Es culpa de todos nosotros.
Y estos payasos tienen capacidad de legislar pero ninguno dice lo evidente, mire vd vds no pueden legislar.
Luego llega otro payaso con toga y dice la responsabilidad al legislador lo que equivale a decir te estoy prendiendo fuego pero no es mi culpa es que lo ha ordenado el Inquisidor. Y si yo te meto una patada en los cojones ¿de quien es la culpa?, tuya, mía o de ambos.