¿Se imaginan ustedes el arduo trabajo de imaginación que tendrá el administrador de la cuenta de Pedro Sánchez en Twitter para tratar de justificar las chaladuras de su jefe? Imaginen, al fulano le llegará un encarguito en el que le dirán: «oye, tienes que explicar que en el Congreso de los Diputados, a pesar de hablar todos en el mismo idioma, el español, se va a instalar un costosísimo sistema de traducción para que cada uno pueda hablar en el idioma que le de la gana y su discurso sea traducido al español».
El tipo, tras recibir el encargo, seguramente dirá: «¿cómo? A ver cómo narices explico yo esto a la gente para justificar tal despilfarro en algo absolutamente innecesario». Y es que tiene que ser difícil, a pesar de tener una gran imaginación, explicar esto.
Entonces al hombre, desesperado, no se le ocurre otra cosa que escribir esto: «Las lenguas son una riqueza de nuestro país. Con la reforma del Reglamento del Congreso de los Diputados hoy damos un paso más en el reconocimiento de nuestra pluralidad lingüística. España avanza cuando abraza su diversidad».
Es decir, en base a una supuesta diversidad, se justifica la absoluta división. Porque tener una lengua común en la que entenderse es una forma de unión que, evidentemente, en España se rechaza por parte de la clase política, ya que esta es la mejor forma de campar a sus anchas, tal y como está sucediendo ahora.
Sabemos que el encargo recibido por parte del administrador de esa cuenta era difícil, pero no lo puede haber justificado de peor forma. Lo que pasa es que las tragaderas en esta sociedad son infinitas y, como pasa siempre, no habrá protestas por este asunto. ¡Qué fácil debe ser gobernar a una sociedad de borregos cobardes y amaestrados!