Hace un tiempo estábamos convencidos de que nuestros compatriotas, nuestros amigos, nuestros conocidos e incluso nuestros familiares no se estaban enterando de lo que está sucediendo en el mundo por falta de tiempo para enterarse. Era como una justificación absurda de la que tiramos, sobre todo, en tiempos de farsemias y de envenenamientos.
Y aunque intentábamos que no cayeran en la trampa, lo hicieron porque, sorprendentemente, se fiaban más de aquello de que el «estado les protege» o de lo que les dijeran en la televisión, antes de lo que le estuviera advirtiendo un amigo o un familiar. Esa época nos desesperó a muchos, que incluso nos poníamos pesados intentando convencerles con debates que nunca llevaban a ningún sitio.
Ahora, seguimos difundiendo la información pero sin tratar de convencer a nadie. La gente ya es mayorcita y cada uno elige su propio destino. Además, estamos en tiempos de guerra, de otro tipo de guerra diferente a la convencional, pero de guerra al fin y al cabo. Y creemos que ante nuestra clara inferioridad de recursos con respecto a los malos, nuestra única arma es la información. Tenemos la obligación de estar bien informados para protegernos.
Además, como el test de la farsemia les salió demasiado bien, ahora, nuestros enemigos ni siquiera se toman la molestia del disimulo, ¿para qué? No es necesario porque, aún con todo lo que ha pasado, todavía son muchos los que no se enteran y lo que es peor, no se quieren enterar.
Hay varias farsemias que estamos sufriendo ahora dentro de la Agenda 2030, pero están poniendo especial énfasis en la climática. Queman nuestros bosques, nos fumigan desde el cielo, destruyen nuestras presas de agua e incluso nos han robado ese recurso fundamental, privatizándolo. Y ya tienen todos los ingredientes necesarios para una brutal farsemia climática.
Y a pesar de hacerlo con el descaro que lo están haciendo, tranquilos, todavía habrá gente que no se enterará. Que seguirá sin querer enterarse. Ellos sabrán, ha llegado el momento del «sálvese quien pueda», o quien quiera.