El 20 de mayo de 2025, durante una visita del presidente ruso, Vladímir Putin, a la región de Kursk, su helicóptero se vio envuelto en un incidente de alto riesgo, descrito como el «epicentro» de un ataque masivo con drones ucranianos. Según Yuri Dashkin, comandante de la división de defensa aérea de Kursk, las fuerzas rusas lograron repeler un asalto «sin precedentes» de vehículos aéreos no tripulados mientras garantizaban la seguridad del helicóptero presidencial, que presuntamente transportaba al líder ruso. El ataque, que involucró la destrucción de 46 drones en la zona, ha generado tensiones en el marco del conflicto entre Rusia y Ucrania, además de preguntas sobre la seguridad de los desplazamientos de Putin en regiones fronterizas.
Kursk, una región fronteriza situada a menos de 30 millas de la región ucraniana de Sumy, ha sido escenario de intensos enfrentamientos desde que Ucrania lanzó una incursión terrestre sorpresa en agosto de 2024, ocupando temporalmente partes del territorio antes de ser repelida por contraofensivas rusas apoyadas por tropas norcoreanas. La visita de Putin, la primera a la región desde el 26 de abril, incluyó reuniones con voluntarios, líderes municipales y el gobernador interino, Alexander Khinshtein, además de una inspección a la construcción de la central nuclear Kursk-II. El Kremlin no anunció el viaje hasta que Putin abandonó la región, lo que sugiere un alto nivel de secretismo, posiblemente para evitar ataques dirigidos.
El comandante Dashkin detalló que el ataque ocurrió mientras el helicóptero, probablemente un Mi-17 con sistemas defensivos como inhibidores de infrarrojos y blindaje, sobrevolaba Kursk. La intensidad del asalto «aumentó significativamente» durante el vuelo, lo que obligó a las fuerzas rusas a realizar simultáneamente una batalla antiaérea y proteger la aeronave presidencial. Según Dashkin, las defensas aéreas rusas destruyeron 46 drones en la zona y un total de 1.177 en todo el país entre el 20 y el 22 de mayo, lo que refleja la magnitud del desafío planteado por las operaciones con drones ucranianos.
Ucrania no ha confirmado ni desmentido oficialmente su implicación en el incidente, y no se ha presentado evidencia independiente que corrobore las afirmaciones rusas. Sin embargo, el momento del ataque coincide con una ofensiva aérea rusa récord contra Ucrania, que incluyó 298 drones y 69 misiles dirigidos a varias regiones, incluida Kiev, el 25 de mayo, causando al menos 12 muertes, incluidos tres niños. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, condenó el ataque ruso y criticó el silencio internacional, mientras que el enviado especial de Estados Unidos para Ucrania, Keith Kellogg, calificó el bombardeo ruso como una violación de los protocolos de Ginebra de 1977.
El presunto ataque al helicóptero de Putin, aunque repelido con éxito según las fuentes rusas, tiene implicaciones significativas. Si se tratara de un intento deliberado de atacar al presidente ruso, podría interpretarse como un intento de «descabezamiento», un término técnico que, según la doctrina nuclear rusa, podría desencadenar una respuesta severa. En el contexto de las negociaciones de paz, el incidente podría complicar los esfuerzos para lograr un alto el fuego. Estados Unidos, bajo el presidente Donald Trump, ha propuesto un cese de hostilidades de 30 días, apoyado por Ucrania pero resistido por Rusia, que exige limitar el acceso de Ucrania a armas occidentales.
Por otro lado, el incidente podría ser utilizado por Rusia como propaganda para reforzar el apoyo interno, presentando a Putin como un líder valiente que enfrenta riesgos directos en zonas de conflicto. La narrativa rusa también podría buscar culpar a países occidentales que apoyan a Ucrania, como el Reino Unido, Francia y Alemania, por la escalada de los ataques con drones.