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Tras la farsa electoral que vivimos el pasado día 23 de julio y la supuesta pérdida de escaños sufrida por Vox, nos encontramos con que hoy, día 8 de agosto, todos los medios han publicado que Iván Espinosa de los Monteros abandona la política. Curiosamente, este abandono supone la entrada en el Congreso de los Diputados de Juan Luis Steegmann, que no había conseguido un escaño, ya que Vox había conseguido 5 escaños en Madrid y Steegmann era el número 6.

Aunque Espinosa todavía no ha dicho nada sobre su abandono, ha convocado una rueda de prensa para hoy mismo en la que dará explicaciones. Sin esperar a esas explicaciones, el movimiento que se ha producido en «solo queda Vox» parece claro desde el mismo momento en el que un sujeto como Steegmann volvía a ser candidato en las pasadas elecciones.

Por si alguno tuviera alguna duda todavía, ahora creemos que resulta más que evidente que Vox no es más que otra pata de la farsa política que asola España. En su momento, los agendistas consideraron necesario que apareciera un partido como Vox por las inquietudes que se estaban produciendo en la sociedad española y nos lo colocaron.

Situaciones como la farsemia, la guerra de Ucrania o su complacencia con los pucherazos electorales, entre otras cosas, han demostrado la verdadera función que Vox debía llevar a cabo en este circo. Suponemos que ahora, los fieles seguidores del partido se habrá dado de bruces con una realidad, que muchos teníamos clara desde ya hace tiempo.

Ahora ya parece todavía más claro el futuro de Vox, porque ya lo hemos visto antes. UpyD, Ciudadanos e incluso el propio Podemos, todos han cumplido una función y ahora le toca a Vox. Es evidente que tanto PP como PSOE son dos maquinarias que tienen absolutamente acotado el panorama político en España y recurren a experimentos de supuestas alternativas que justifiquen su existencia.

Pero todo esto es bueno para los españoles más despistados. Puede que, de esta forma, se den cuenta cómo juegan con todos nosotros, aunque unos tarden más en enterarse que otros. Nosotros no somos adivinos, pero cuando nos planteamos, en su momento, que la abstención era la mejor opción, la más digna, era porque nos olíamos «tostadas» como estas.