En los últimos meses, Siria ha sido escenario de una ola de violencia sin precedentes tras la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024, cuando las fuerzas rebeldes lideradas por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) tomaron el control del país. Sin embargo, informes recientes provenientes de fuentes locales e internacionales han documentado una escalada alarmante de asesinatos masivos, con más de 7.000 cristianos y alawitas asesinados desde enero de 2025, en lo que se describe como una campaña de represalias étnicas y religiosas orquestada por el nuevo régimen yihadista.
Desde que HTS, un grupo con raíces en el antiguo Frente al-Nusra (afiliado a Al-Qaeda), asumió el poder tras derrocar a Assad, el país se ha enfrentado una transición marcada por el caos y la inestabilidad. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, ha informado que, desde principios de 2025, al menos 7.054 civiles, en su mayoría cristianos y alawitas, han sido asesinados en ataques sistemáticos. Estos ataques se concentran principalmente en las regiones de Latakia, Tartus y Homs, áreas donde las comunidades alawitas y cristianas tienen una presencia significativa, pero también se han
Los alawitas, una minoría religiosa que formaba la base de apoyo del régimen de Assad, han sido blanco de venganzas particularmente brutales, según testimonios recopilados por organizaciones humanitarias. Líderes alawitas han denunciado que milicias armadas leales a HTS han llevado a cabo ejecuciones en masa, saqueos y desplazamientos forzados, caracterizando estas acciones como una purga étnico-religiosa. De manera similar, las comunidades cristianas, que representan alrededor del 10% de la población siria antes del conflicto, han reportado decenas de iglesias destruidas, secuestros y asesinatos, especialmente en áreas rurales y urbanas donde HTS ha establecido su control.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, entre enero y marzo de 2025, se han registrado al menos 4.823 asesinatos de alawitas y 2.231 de cristianos, muchos de los cuales se clasifican como «ejecuciones extrajudiciales» y «masacres». En Latakia, una región con una fuerte presencia alawita, se han documentado ataques coordinados contra aldeas enteras, donde hombres armados han irrumpido en hogares, asesinando a familias enteras y quemando propiedades. En Homs, iglesias ortodoxas y católicas han sido saqueadas, y sacerdotes han sido secuestrados o asesinados, según reportes de la Red Siria para los Derechos Humanos.
Los métodos de violencia incluyen disparos a quemarropa, decapitaciones y ataques con explosivos, a menudo llevados a cabo por milicias locales alineadas con HTS, pero también por grupos armados independientes que operan bajo el amparo del nuevo régimen. Las víctimas incluyen hombres, mujeres, niños y ancianos, con un impacto desproporcionado en las comunidades vulnerables que carecen de protección oficial. El Observatorio también ha señalado que muchas de estas acciones se producen como represalias por el apoyo histórico de los alawitas al régimen de Assad, mientras que los cristianos son objetivo debido a su percepción como aliados del antiguo gobierno o simplemente por su identidad religiosa.
La violencia ha desencadenado una nueva crisis humanitaria en Siria, con más de 300-000 personas desplazadas internamente desde enero de 2025, según estimaciones de la ONU. Las comunidades cristianas y alawitas han huido hacia zonas urbanas o fronteras vecinas, pero muchos se enfrentan a bloqueos y hostigamiento por parte de las fuerzas de seguridad de HTS. Las organizaciones humanitarias han advertido que la falta de una fuerza policial o militar oficial bajo el nuevo gobierno ha permitido que milicias armadas actúen con impunidad, exacerbando el caos.
En Latakia y Tartus, regiones costeras con una población alawita significativa, se han reportado ataques diarios contra civiles, con al menos 1.200 asesinatos documentados solo en marzo de 2025. En Damasco, las comunidades cristianas han informado de la desaparición de líderes religiosos y la destrucción de símbolos culturales, como cruces e íconos religiosos, lo que ha generado temor de un genocidio cultural y religioso. El acceso a la atención médica y los alimentos en las zonas afectadas es limitado, y las agencias de la ONU han luchado por entregar ayuda debido a la inseguridad y los controles impuestos por grupos armados.
La comunidad internacional ha expresado preocupación, pero las respuestas han sido limitadas. El Departamento de Estado de EE.UU. emitió una declaración en febrero de 2025 condenando los «actos de violencia sectaria» en Siria, mientras que la Unión Europea, a través de su Alta Representante para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, ha mantenido su compromiso de asistir al gobierno transitorio con 5.800 millones de euros en ayuda humanitaria, lo que ha generado críticas por la aparente contradicción de apoyar un régimen acusado de tales atrocidades. Turquía, un aliado clave de HTS, ha negado responsabilidad directa, pero se le acusa de no controlar suficientemente a las milicias respaldadas por Ankara que operan en el norte de Siria.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han pedido una investigación independiente sobre las masacres, pero la falta de acceso al terreno ha dificultado la verificación de todos los incidentes. El Consejo de Seguridad de la ONU celebró una sesión de emergencia en marzo de 2025, pero no se alcanzó un consenso para imponer sanciones debido a las divisiones entre Rusia, China y los países occidentales.
Se trata de eso,de matar a sangre fría,de destruir.
El gobierno de España tampoco se ha quedado atrás,sabremos algún día los muertos por las inyecciones?,los ancianos asesinados?,los niños y jóvenes perjudicados?,o los niños abortados?.Los fallecidos por la apertura de embalses en Valencia?.
Reíros de Stalin!.
Por cierto que el Rey ha ido a a Torrent,pero no a Catarroja,donde lo desagües y alcantarillas siguen embozados,y la mierda se acumula y también las infecciones,el agua tampoco es potable.