Extraordinario artículo sobre la realidad política y social en EEUU, que puede aplicarse exactamente igual a la de España: «Prepárense, se acerca un tsunami»

Una web estadounidense llamada LewRockwell.com ha publicado un artículo que, aunque está basado en el momento político y social que se vive en EEUU, se puede aplicar perfectamente al que se vive en España actualmente, por aquello del globalismo agendista. El artículo, que está firmado por John y Nisha Whitehead, detalla de una forma perfecta, bajo nuestro punto de vista, qué es lo que está pasando y hacía dónde nos dirigimos: «Prepárense: se acerca un tsunami».

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«Mientras discutimos sobre qué lado está ganando esta batalla perdida para liderar el país, hay algo que se está tramando en las guaridas del poder, mucho más allá del ojo público, y no es un buen augurio para el futuro de este país.

Cada vez que tienes a toda una nación tan hipnotizada por las payasadas de la clase política dominante que son ajenos a todo lo demás, es mejor que tengas cuidado.

Cada vez que tienes un gobierno que opera en las sombras, habla en un lenguaje de fuerza y gobierna por decreto, es mejor que tengas cuidado.

Y cada vez que tienes un gobierno tan alejado de su pueblo como para garantizar que nunca sean vistos, escuchados o escuchados por aquellos elegidos para representarlos, es mejor que tengas cuidado.

Tenemos que poner en orden nuestras prioridades si queremos tener alguna esperanza de mantener algún sentido de libertad en Estados Unidos.

Mientras nos permitamos ser distraídos, desviados, ocasionalmente indignados, siempre polarizados y contentos de vernos unos a otros, en lugar del gobierno, como el enemigo, nunca lograremos presentar un frente unificado contra la tiranía (o la corrupción e ineptitud del gobierno) en ninguna forma.

Eso sí, por «gobierno» no me refiero a la burocracia bipartidista de republicanos y demócratas. Más bien, me refiero al «gobierno» con «G» mayúscula, el Estado Profundo atrincherado que no se ve afectado por las elecciones, que no se ve alterado por los movimientos populistas y que se ha puesto fuera del alcance de la ley.

Esta es la cara oculta de un gobierno que no respeta las libertades de sus ciudadanos.

Por lo tanto, deténganse con todas las excusas, las coberturas, las acusaciones y los concursos de mear para ver qué lado puede gritar, culpar y vomitar al otro.

Ya basta ya de la amnesia a corto y largo plazo que permite a los aduladores políticos olvidar convenientemente la duplicidad, la complicidad y la mendacidad de su propio partido mientras echan la culpa a todos los demás.

Así es como vence el mal.

Así es como cae la libertad y se levanta la tiranía.

Así es como las personas buenas, generalmente decentes, después de haberse dejado distraer con crisis fabricadas, políticas polarizadas y peleas que dividen a la población en bandos guerreros de nosotros contra ellos, no se dan cuenta del peligro que se avecina y amenaza con borrar la libertad del mapa y ponernos a todos encadenados.

El mundo ha pasado por este camino antes, como relata el historiador Milton Mayer en su libro seminal sobre el ascenso de Hitler al poder, They Thought They Were Free.

Estamos en nuestro momento más vulnerable en este momento.

La amenaza más grave a la que nos enfrentamos como nación no es el extremismo, sino el despotismo, ejercido por una clase dominante cuya única lealtad es al poder y al dinero.

Estamos en un estado nacional de negación, sin embargo, ninguna cantidad de escapismo puede protegernos de la dura realidad de que el peligro en nuestro medio es planteado por una burocracia gubernamental atrincherada que no tiene en cuenta la Constitución, el Congreso, los tribunales o la ciudadanía.

No importa con qué frecuencia cambien los colores del equipo, el libro de jugadas sigue siendo el mismo. El leopardo no cambia sus manchas.

Raspe las capas superficiales y encontrará que nada ha cambiado.

El estado policial sigue ganando. Nosotros, el pueblo, seguimos perdiendo.

De hecho, el estado policial estadounidense ha seguido avanzando al mismo ritmo costoso, intrusivo, que socava la privacidad, que desafía la Constitución, desgarrador, abrasador e implacable bajo el actual Tirano en Jefe que lo hizo bajo aquellos que ocuparon la Casa Blanca antes que él (Trump, Obama, Bush, Clinton, etc.).

Consideren por ustedes mismos:

• La policía no ha dejado de desconocer los derechos de los ciudadanos.
• Los equipos SWAT no han dejado de estrellarse contra las puertas y aterrorizar a las familias.
• El Pentágono y el Departamento de Seguridad Nacional no han dejado de militarizar y federalizar a la policía local.
• Las escuelas no han dejado de tratar a los jóvenes como prisioneros duros.
• Las prisiones privadas con fines de lucro no han dejado de encerrar a estadounidenses e inmigrantes por igual a expensas de los contribuyentes.
• La censura no se ha detenido.
• Los tribunales no han dejado de marchar al unísono con el estado policial.
• Los burócratas del gobierno no han dejado de convertir a los ciudadanos estadounidenses en criminales.
• El estado de vigilancia no ha dejado de espiar las comunicaciones, transacciones o movimientos de los estadounidenses.
• La TSA no ha dejado de manosear o mirar con los ojos a los viajeros.
• El Congreso no ha dejado de promulgar leyes draconianas.
• El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) no ha dejado de ser una «bestia derrochadora, creciente y alarmista».
• El complejo industrial militar no ha dejado de lucrar con las interminables guerras en el extranjero.
• El gobierno en la sombra del Estado Profundo no ha dejado de tomar las decisiones entre bastidores.
• Y el pueblo estadounidense no ha dejado de comportarse como ovejas crédulas.

Así que puedes tratar de convencerte a ti mismo de que eres libre, de que todavía vives en un país que valora la libertad y de que no es demasiado tarde para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande, pero para cualquiera que haya estado prestando atención al declive de Estados Unidos durante el siglo pasado, será solo otra mentira.

El pueblo alemán optó por ignorar la verdad y creer en la mentira.

No eran ajenos a los horrores que ocurrían a su alrededor. Las señales de advertencia definitivamente estaban allí, parpadeando incesantemente como grandes letreros de neón.

«Aun así», escribe el historiador Robert Gellately, «la gran mayoría votó a favor del nazismo, y a pesar de lo que podían leer en la prensa y oír de boca en boca sobre la policía secreta, los campos de concentración, el antisemitismo oficial, etcétera».

El pueblo alemán apoyó a Hitler porque para la mayoría de ellos, la vida era buena.

En pocas palabras, la vida era buena porque sus comodidades no habían disminuido, sus cuentas bancarias seguían al día y no estaban siendo discriminados, perseguidos, hambrientos, golpeados, baleados, despojados, encarcelados y convertidos en mano de obra esclava.

La vida también es buena en Estados Unidos.

La vida es buena en Estados Unidos siempre y cuando seas capaz de seguir caminando sonámbulo por la vida, envolviéndote en fantasías políticas que describen un mundo en el que tu partido siempre tiene razón y todos los demás están equivocados, y distrayéndote con entretenimiento de pan y circo que no se parece en nada a la realidad.

La vida es buena en Estados Unidos siempre y cuando no te importe que te hagan pagar por las interminables guerras del gobierno, los subsidios a las naciones extranjeras, la fuerza laboral inflada, las agencias secretas, los centros de fusión, las prisiones privadas, las bases de datos biométricas, las tecnologías invasivas, el arsenal de armas y todas las demás partidas presupuestarias que contribuyen a la riqueza en rápido crecimiento de la élite corporativa a expensas de aquellos que apenas llegan a fin de mes, es decir, nosotros el 99%.

La vida es buena en Estados Unidos para unos pocos privilegiados, pero como dejo claro en mi libro Battlefield America: The War on the American People y en su contraparte ficticia The Erik Blair Diaries, está empeorando día a día para el resto de nosotros.

Así que, por favor, ahórrenme la histeria de los medios de comunicación, la indignación y el doble rasero hipócrita de aquellos cuya conciencia moral parece estar dictada en gran medida por sus lealtades políticas.

Cualquiera que crea que las injusticias, las crueldades y la crueldad despiadada del gobierno de Estados Unidos son exclusivas de una administración en particular, no ha estado prestando atención».

Fuente.