domingo, noviembre 24, 2024
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Un paseo por 2024, desde Babilonia hasta la Estrella Brillante

Por Laureano Benitez

Babilonia, Babilonia… calles importadas de la cara oculta de la Luna, de la “Cúpula del Trueno” de “Mad Max”, del gabinete del Dr. Caligari, por donde pululan presos supertatuados de Alcatraz, vampiresas de Transilvania, perroflautas de mugre y oro, arlequines de panem et circenses…

Babilonia, Babilonia, de quien dijo el poeta Dámaso Alonso que es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna”.

Babilonia, Babilonia… sudor y cochambre, kamisetas horribles, pantalones rotos, pantalones cagaos, horrendos piercings, carnestolendas en flor, gente vestida de espantapájaros, fealdad a espuertas, pelos imposibles a lo chirikawa, en un esperpéntico paisaje de satánicos tatuajes con los que marca a sus esclavos el Señor de las Moscas. 

Babilonia, Babilonia, donde se vivencia la extraña sensación de ser alienígena en un mundo olvidado de Dios, de haber aterrizado en un planeta equivocado, como un principito fracasado.

Babilonia, Babilonia… zombies paseando mientras miran totalmente hipnotizados la pantalla de sus móviles, con dispositivos en sus orejas para escuchar el insoportable canturreo de cualquier regatón. 

Babilonia, Babilonia… ciudad de sentinas y cloakas, de operetas y Kabalgatas, que apesta con un profundo olor a establo, a aprisco, a madriguera de seres oscuros…

Babilonia, Babilonia… Babelia multicolor, variopinta, que parece sacada de los bares imposibles de La Guerra de las Galaxias”, pintarrajeada como una vulgar ramera, 

Babilonia, Babilonia…. por cuyas calles paseo estupefacto, a pesar de que llevo ya tiempo contemplando sus miserias, sus espectáculos circenses, muy muy difíciles de digerir para los que hemos disfrutado durante muchos años de unas calles donde la gente paseaba vestida con decencia, con corbatas, con tacones, con chaquetas, con zapatos de toda la vida, bien peinaditos… 

Babilonia, Babilonia… ciudad lista para el gran tostadero, para la última bakanal, multadero insomne, atiborrada de cámaras, de ojos-que-vigilan, de antenas desde las cuales demonios electromagnéticos observan, vigilan, y disparan.

Babilonia, Babilonia… adultos infantiloides y amacarrados vistiendo como se viste en jovenlandia, luciendo sus panzas sebosas, sus calvas harekrishna, su decadencia infinita, su bajísima autoestima… Y, bondad graciosas, muchos de los babilonios llevan detrás una mochila, jóvenes y menos jóvenes: ¿qué llevarán ahí? ¿las piedras de la Agenda 2030?

Pues el otro día estuve en Babilonia, aguantando las arcadas, luchando por no apretar los puños, rogando misericordia a Dios, suplicando que me saque ya de este funesto viacrucis con el que el globalismo ha hecho de mi ciudad un vodevil grotesco.

Dichoso aquel que huye de Babilonia la Grande, de La Gran Ramera…

Pero siempre hay esperanza, un intersticio por el que escapar  de la podredumbre babilónica; porque, después del paseo por el imperio de la fealdad y la decadencia,  se puede uno abismar en la visión de una película de época, donde hay músicas exquisitas para bailes hermosos; donde la gente viste con pasmosa elegancia, en un bello espectáculo de guantes blancos y sombreros elegantes; donde se percibe el roce suavísimo de los frufrús, donde deslumbra la joyería en unos cuellos nacarados; donde nunca se dicen palabras malsonantes, donde las calles no están pintadas, ni hay luciferinos tatuajes; donde impera la caballerosidad, la educación, y la elegancia; donde se puede uno extasiar en lujosas mansiones, en espléndidos jardines; películas en las que el encanto de aquel mundo pasado te arrebata el alma y te salva de las pesadillas de Babilonia la infecta, permitiéndote el disfrute de aquellos tiempos, cuando la vida era vida, y no mera supervivencia.

¿Cómo se llamaba la película? Su título era “Estrella Brillante”, y en ella se narraba un amor de John Keats, famoso poeta romántico inglés, plena de sentimiento y poesía. 

Sí, estrella brillante para los que paseamos a menudo por el reino de las sombras, entre nichos y cavernas gótikas, sorteando los apriscos donde los babilonios contemplan impasibles cómo se cae el mundo mientras ellos sufren inmutables la hipnosis de sus móviles, de sus regatones, de sus modas insoportables…el derrumbe de lo que una vez fue una ciudad civilizada, mientras fluye blandamente la luz de la luna, y se oye el estrépito de los derrumbes de lo que el viento se llevó.

Canal de Telegram: https://t.me/laureanobeni

Canal de Youtube: https://www.youtube.com/@grandecaballero

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