Tras los devastadores incendios Eaton y Palisades que han azotado el condado de Los Ángeles, las autoridades se enfrentan ahora a una de las mayores operaciones de limpieza de baterías de litio jamás registradas. Estos incendios, que han dejado un rastro de destrucción a través de los barrios, han planteado un problema significativo por cómo manejar de materiales peligrosos que han quedado tras su paso.
Los funcionarios de la EPA han subrayado los peligros que representan los residuos domésticos peligrosos como aceites, pinturas, baterías de litio, pesticidas y tanques de propano, especialmente cuando sus contenedores están en mal estado por el daño del fuego. La Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. ha calificado a las baterías de litio como «extremadamente peligrosas», dada su capacidad para encenderse o explotar si se manipulan incorrectamente después de un incendio.
Para gestionar este riesgo, la EPA ha establecido una línea directa para que los propietarios de propiedades informen sobre cualquier batería de litio que encuentren al regresar a sus hogares. Esta iniciativa sigue a una orden ejecutiva del presidente Trump, que ha obligado a la agencia a acelerar el proceso de limpieza en respuesta a este suceso.
Los incendios no solo han destruido miles de estructuras sino que también han puesto de relieve los desafíos ambientales y de seguridad de la tecnología moderna en lugares en los que se produce un desastre. El proceso de limpieza es meticuloso, involucrando a equipos de materiales peligrosos que inspeccionan las casas, identificando y marcando aquellas con baterías de litio para que sean gestionadas de una forma especial. Esto es crucial porque muchas baterías, aunque dañadas por el fuego, no se consumen completamente y, por lo tanto, mantienen tanto su potencial químico como explosivo.
Las autoridades están trabajando en conjunto con socios locales, estatales y federales, así como con entidades del sector privado, para asegurar una respuesta integral al desastre.