Por Pascual Uceda Piqueras
Doctor en Filología, especialista en Cervantes y escritor
Desde el pasado año, se comienza a celebrar cada 15 de marzo el Día Mundial contra ese nuevo engendro sanitario bautizado con el nombre de covid persistente.
Con el debido respeto que merecen los pacientes afectados por el reguero de síntomas que vienen agrupándose en torno a este Frankenstein clínico, queremos expresar –vaya por delante—, no solo nuestro apoyo y comprensión a las víctimas sino también nuestro recuerdo más sentido a los miles de muertos que dejaron este mundo, durante la “plandemia”, incluido el cruel e inhumano confinamiento en 2020: sin poder despedirse de los seres queridos, sin ni siquiera sospechar de las oscuras intenciones de los que decidían sobre su legítimo y natural derecho a seguir viviendo, y sin poder dejar, con el testimonio de su muerte, la preceptiva información sobre la causa de su fallecimiento y así evitar nuevas víctimas (prohibición de realizar autopsias).
Hoy nos enteramos, a través de los voceros del Estado, que en la actualidad tenemos más de dos millones de españoles enfermos de covid persistente. La sacrosanta OMS, a la que de esta manera irónica nos referimos tanto por la elevada autoridad que ejerce sobre la vida y la muerte –más esta última— de los ciudadanos, como por la entronización de que es objeto por parte de unos estados miembros, en franca “liquidación por cierre de negocio”, ha destacado como síntomas más comunes de esta enfermedad de nuevo cuño los siguientes: fatiga, dificultad para respirar y disfunción cognitiva.
Aunque reconocemos nuestra falta de formación académica en Medicina, que nos sitúa en desventaja a la hora de lidiar contra el sanedrín provirológico de turno, juzgamos que, en esta ocasión, la ausencia de un debate científico podría jugar a nuestro favor; en el sentido de que el auditorio, muy saturado de información al respecto después de estos cuatro años, tenga la necesidad de poner orden en la enmarañada selva de conceptos y teorías que han venido enredando la situación con el resultado que todos conocemos: “a río revuelto ganancia de pescadores”.
Y la persistencia de estos “pescadores furtivos” y de sus “redes de arrastre” se hace patente ahora no solo en el nombre del engendro (covid persistente), sino en lo que conlleva y supone seguir manteniendo un engaño que parece mudar de piel –como la serpiente— para adaptarse a esa “nueva realidad” distópica que viene marcada por la intención de mantener una cuota de víctimas al alza.
Persistir en la mentira. De eso se trata en definitiva ¿Y qué mentira?, se preguntarán aquellos que aún no hayan sido capaces de despertar por sí mismos. No, no les responderemos a esa pregunta con tecnicismos. En su defecto, solicitaremos de ustedes la connivencia de su mejor arma: la inteligencia que anima a su espíritu crítico. Una vez pertrechados del instrumento que más y mejor nos define como seres humanos, convendrán que comulgar con ruedas de molino no forma parte de nuestra naturaleza humano/divina; a no ser que ustedes hayan decidido mercar su voluntad a cambio de forraje y jergón, aunque ya no hablaríamos de ese tipo especial de seres evolutivos, sino de animales de granja.
Sucede, estimado conciudadano, que la presunta enfermedad covid, lejos de haberse erradicado tras los millones de inoculaciones llevadas a cabo en otros tantos millones de brazos entregados mansamente a mayor gloria de la salvación de la sociedad distópica o “Nueva normalidad”, resulta que lo único que ha generado ha sido más muerte y más enfermedad.
¿Covid persistente? ¡Claro! Pero cambiemos el foco: sumemos las constantes fumigaciones a las que nos tienen sometidos con los chemtrails, que dibujan estelas en el cielo en forma de parrilla – ¿para asarnos como a san Lorenzo? –; las ponzoñas con las que aderezan los productos alimentarios de primera necesidad y todo tipo de artículos de consumo; el miedo constante con el que nos bombardean desde los medios de comunicación, que nos hace potencialmente vulnerables, las inoculaciones con gr-f-n- y, como colofón, una buena dosis de radiación electromagnética convenientemente redirigida a través de un entramado de antenas de las que ningún “pez” podrá escapar de la red.
¿Covid persistente? ¿Usted qué opina? Lo asombroso de todo este asunto es la habilidad de quien mueve los hilos para alterar la percepción del respetable, en el sentido de que la propia víctima no solo no dude del verdugo, sino que incluso llegue a darle la razón culpándose a sí mismo de su propia suerte. Un plan maquiavélicamente elaborado por algún tipo de inteligencia que poco tiene que ver con la nuestra, y sí con la de algún género de depredador carente del más mínimo sentido de humanidad, hombre, mono o bestia…
¿Covid persistente? ¡Cómo no! ¿Y admitir que fuimos engañados, a través de coacciones en muchos de los casos, para inocularnos esa ponzoña que mata en silencio en nombre de lo que había venido a curar?
¿Día Mundial de la covid persistente? No. Día Mundial de la irradiación aguda sería más exacto.
«(…) ha destacado como síntomas más comunes de esta enfermedad de nuevo cuño los siguientes: fatiga, dificultad para respirar y disfunción cognitiva.»
Un año entero me pegué así. Tras una neumonía bilateral atípica. Varios años antes del covis. Cualquiera que haya pasado una neumonía sabe lo que cuesta recuperarse bien. ¿Cuántas neumonías han provocado los infectos y sobados bozales? ¿Cuántas se diagnosticaron como covis, a pesar de que los trolls del lobby tests insistiesen en que con los tests «diagnosticaban» lo uno o lo otro? Por neumonías bacterianas el hospital no cobraba el atinadamente llamado «incentivo perverso», por positivo-covis sí cobraban. Y por fiambre covis mucho más, algo inaudito.
Luego tenemos el factor psicosomático. Cuánta gente habré visto que al dar «positivo» inmediatamente empezaron a sentirse mal aunque estuviesen bien hasta ese momento. Y al que ha estado chungo y le han diagnosticado covis el miedo en el cuerpo le ha agravado los síntomas. Si encima el matasanos le reconoce un covis «persistente», que es como decirle «pa días tienes, majo», apaga y vámonos. La medicina pre-covis explicaba esto muy bien, ahora parece haberlo olvidado.
Y no olvidemos los efectos del remdesivir, apodado por los médicos honrados como «Run Death is Near».
Y por supuesto, como describe el artículo, el ataque tóxico y radiológico constante que seguimos sufriendo a diario.
Esto es un crimen contra la humanidad lo pagaran muy caro pero muy caro.
La Dra del Pego mintiendo descaradamente con el COVID persistente.
No hubo ningún virus sino sabe vd distinguir lo que es envenenamiento a lo que es una gripe no debería vd llamarse doctora, vd es una sinverguenza eso es vd.
LE REPITO EL VIRÚS NO EXISTE NO MIENTA MÁS.
Es más el biologo Eduardo Benitez aqui se lo aclara EMBUSTERA.
https://www.ivoox.com/dra-natalia-prego-biologo-eduardo-benitez-audios-mp3_rf_53513023_1.html
Hola,efectivamente,menos día de la mujer feminista,o día del orgullo de adultos abusados en la infancia A partir de ahora habrá que celebrar el día contra el 5G el día contra las estelas químicas,el día contra las vacunas…TODAS sin excepción,por qué al ise Pérez dice que solo son malas las del cov. cuando son todas siempre lo han sido,y hoy más que nunca todas las inyecciones intravenosas.
Estamos muy disgustados,en el municipio los gatitos están muriendo,los perros vomitando,no sabemos que es …seguramente radiación.Estan matando nuestras mascotas,aquí en Valencia no cesan de rociar con estelas,químicas para que haga buen tiempo en fallas.
Lo importante es rendir culto al fuego,al infierno…provocar calor hacer de esta tierra otro infierno de turistas.
Os dejo este vídeo de espíritu templario…dentro de poco todo esto también dejará de existir.
https://twitter.com/i/status/1652061343875252224
Un lujo leer este Texto, gracias al Autor y a ElDiestro.