Con todo lo que está sucediendo en estos últimos años, a muchos nos sigue llamando la atención la actitud completamente sumisa de gran parte de la sociedad que no es capaz de cuestionar absolutamente nada de lo que, poco a poco, se nos está imponiendo. Personas de todo tipo, de toda clase y condición, personas, incluso de nuestro entorno más cercano, a las que en su día llegamos a admirar pero que resultaron ser decepcionantes y muy mediocres. Tontos útiles al servicio de ideologías tóxicas, de psicópatas poderosos, de políticos charlatanes, simples y vacíos.
Gracias a ese tipo de personas que no se cuestionan nada se crean los dictadores, porque necesitan que alguien les diga lo que tienen que hacer. Si para ello se utiliza el miedo, entonces la sumisión es total y absoluta. Eso les exime de cualquier responsabilidad de cara a lo que pueda estar mal y utilizan la ridícula frase «es lo que hay».
Por culpa de los que nunca se cuestionaron nada hemos tenido una historia llena de hechos vergonzosos que hoy en día harían sonrojar a cualquiera, como el comercio de esclavos, el derecho de pernada, la intestia, los saqueos, los abusos señoriales, las guerras, etc..
Es buen momento de recordar un texto extraído de la obra del escritor Carlos Castaneda «Las enseñanzas de Don Juan» publicada en 1968:
«La mayor parte de la humanidad está dispuesta a la sumisión. Gente inconsciente, completamente administrada. Quien ha entendido, ha entendido, no necesita consejos. Quien no ha entendido, nunca entenderá. No culpo a esas personas porque están estructuradas para vivir.
¿Qué significa simplemente vivir? Comer, beber, respirar, dar a luz, trabajar, mirar televisión, comer pizza los sábados por la noche, ir al juego. Su mundo termina ahí. No pueden percibir nada más.
En cambio, hay un grupo muy pequeño de seres humanos que son «defectos de fabricación»: han escapado al control de calidad de la línea de producción. Son pocos, son herejes, son guerreros».