viernes, noviembre 22, 2024
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La guerra del estado contra el hombre

No voy a entrar en el lamentable estado mental de Pedro Sánchez o Grande Marlasca, a pesar de ser cuadros lo suficientemente graves y serios como para poner en alarma a toda la población española. Dada su falta de empatía y de recato, que sepan lo que son es una pérdida de tiempo pues este tipo de pacientes, además de ser egosintónicos (considerar que están perfectamente, que no tienen ningún problema, y, que si lo tienen son otros, que suelen considerar estúpidos e ignorantes), es como regalar margaritas a los cerdos.

Todo empezó cuando el Estado declaró la guerra al pueblo, cuando sus gestores, adecuadamente escogidos por su cobardía, osadía y actitudes totalitarias, comenzaron a poner, ladrillo a ladrillo, el muto perfecto para que ellos no fueran pillados en sus verdaderas intenciones. Se preguntarán por qué era necesario tanto engaño: la razón es la necesidad de ganarse la admiración de sus súbditos por su despotismo y sapiencia, otorgada por la santificación del ser cuyo nombre no se dice, no se describe, pero que deja heladas las voluntades más humanas. Esta estirpe de seres, escogidos y preparados en los lobbies ideológicos (los partidos políticos, que son sectas o grupos de adoctrinamiento, organismos internacionales y otros foros), nunca tuvieron experiencias con el pueblo al que luego tenían que torturar y, es más, fueron, no sólo educados, sino enseñados en las malas artes, comenzando por los principios de Maquiavelo y pasando por el Instituto Tavistock, donde adquirieron los conocimientos del MK ultra, de la manipulación de las mentes y de la masa mediante el engaño, la confusión y la mentira, haciendo que el dolor se convirtiera en placer y así hacer que el sufrimiento fuera soportable para los que iban cayendo en su trampa de sometimiento y esclavitud mental. El juego de la verdad y de la mentira es su juego, en definitiva.

La terrible necesidad de seguir la norma por parte de sociedades, como las actuales, de buscar el orden en el caos donde millones de personas luchan por sobrevivir en un sistema marcadamente injusto, esclavizador y desestructurado (es imposible crear orden donde gobierna el principio de que todo lo creado tiene un fin lógico), genera la necesidad de generar explicación ante la urgencia de pertenencia social del individuo. Da igual seguir normas absurdas, da igual saber que es incorrecto, que es inmoral, que es indecente o simplemente no tiene sentido. El hecho es reconocer que eso es la sociedad a la que hay que adaptarse para seguir con vida, aunque sea en un infierno impredecible; sin tiempo ni preparación de los seres humanos para encontrarse a sí mismos, buscar el verdadero sentido de su existencia, el síndrome de la esclavitud se ha convertido en un principio flotante e innegable. El mero hecho de sentirlo, de percibirlo en los demás y sus reacciones es suficiente para instaurar ese modelo donde el orden sale del caos, donde el conocimiento sale de la nada o, peor aún, de la ignorancia absoluta y la negación de lo que no se quiere ver, y donde la felicidad surge como un milagro, sin esfuerzo necesario. 

Todo ello, que pudiese sonar a mágico, en realidad, no es más que infantilismo. Tanto la política como la educación del Estado se han centrado en crear una sociedad completamente pueril, sin principios, caprichosa, sin planificación, sin inteligencia, sin sentido lógico, moldeable, que cae al trapo cuando de odiar al otro se trata sin motivo alguno, incapaz de aprender de sus defectos, incapaz de recordar su historia pasada y completamente autodestructiva. ¡Qué mejor regalo para las élites satánicas, qué mejor lujo para instaurar el régimen del demonio en nuestra vida diaria! Es la psicología del mal, del que los gobernantes han de ser grandes conocedores, lo cual nunca van a reconocer como los grandes secretos de las sectas que les ofrecieron el poder de las naciones, porque su cometido es ése: esclavizarnos, controlarnos, jodernos la existencia, experimentar para ver hasta dónde pueden llegar en su plan sacado del infierno. No olvidemos que, desde lo más profundo de sus corazones, nos odian a muerte y desean que nunca hubiésemos existido, sobre todos los despiertos, aunque los que aún siguen dormidos, no son más amados que nosotros, sino que los consideran figuras inútiles para sus objetivos de control humano, que no son otros que el dominio del alma, de nuestro espíritu y de nuestro conocimiento ancestral, del cual carecen (si algo caracteriza al mal es la ignorancia a unos niveles que los convierten en monstruos y en perros rabiosos). No entienden por qué no los queremos, por qué deseamos que no existan, por qué los desobedecemos y consideramos la peor ralea del universo. Es tal su sufrimiento, su frustración, porque les enseñaron que eran dioses de pacotilla, ante la verdad, la cual no soportan, que creen que enfrentarse a ella es como enfrentarse al mismo Dios que su secta ultraja con fundamento básico. Cualquier signo de que ese Dios existe, que muchos creen en él, que su mundo es el de paz, la armonía y la vida, los saca de quicio, por lo que están en estado de alerta constante, no sólo los pone nerviosos, sino que les eriza la piel.

Del mismo modo que la agenda 2030 es la agenda de la muerte, es la agenda de Leviatán, ellos personifican su voluntad y cualquier signo es un acto de herejía y de negación de su dios, de ése que habita en los salones solemnes de ceremonias, en los grandes actos del Foro de Davos o en sus mentes podridas. Cualquier atisbo de luz se convierte en un rayo cegador que los destroza, por eso prefieren vivir en sus cuevas, las cuales sus maestros les pagan y mantienen para que la palabra del demonio se manifieste y expanda entre los hombres porque ellos la predican. 

Desean la destrucción y cuando alguien lucha por su vida y, sobre todo, cuando muchas personas se juntan con ese propósito y hacen real la máxima “juntos somos más poderosos porque Dios está con nosotros”, sienten un rabia que hace que sus perros salten y corran a las calles con sus cascos y empiecen a dar golpes, metiendo miedo, que es lo único que saben hacer cuando sus planes no les salen, cuando el universo no les obedece (la voluntad de unos cuantos desperdicios humanos es menos que un parásito en nuestro cuerpo) y comiencen a detener, encerrar y, por qué no decirlo, torturar, como antes hacían descaradamente, ante lo insustancial de su miserable existencia.

Técnicas tan antiguas como los milenios que han conocido la civilización humana, batallas que aún continúan porque nunca resultan ganadores. En un mundo cada vez más despierto, donde la naturaleza del mal es cada vez más conocida por los mortales, donde el pleonasmo sistemático ya no es un canto de sirenas, sino el traqueteo de un coche viejo, donde el significado de autoridad va convirtiéndose en solidaridad y hermandad, donde el principio de la posesión se va convirtiendo en el principio del ser en sí mismo, donde no tendrás nada pero serás feliz, el empobrecimiento que nos promete la agenda criminal nos pone los pies en la tierra y nos dice que en realidad nunca hemos poseído nada, pero ellos tampoco, y que el valor de lo que tienen es tan escaso como el peso de sus ridículos cuerpos mortales, los cuales ni suyos son tampoco.

La verdad es muy dura, exige una gran capacidad de comprensión y mucho me temo que estos seres, mejor dicho, antiseres, no pueden ni atisbar la duda; eso sí, van a salir y fallecer matando y aniquilando porque sus almas se descomponen de dolor y empiezan a sentir esa muerte que tanto les aterra y que los rodea, antes de tiempo. 

La verdad se supera cuando nos enfrentamos a la muerte.

Los templos de la mentira son de arena, de esa que forma las bellas dunas de los desiertos donde perderse y deja sentir el silencio de un atardecer. En un mundo en el que sólo mueren ellos, los demás entenderemos la inmortalidad del amor. Mientras tanto sigue la batalla, pero ya la han perdido y viven ya en sus sueños, encerrados en sus palacios en ruinas y olvidados.

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2 COMENTARIOS

  1. Así es ya estamos viendolo todo y ellos cada vez van a ser más debiles porque se les esta absorbiendo la energia y esa energia se va a usar contra ellos por eso vamos a ver como muchos de estos caeran como si se quedaran secos.

  2. Se trata del Papá negro el Sousa el que dirige el crimen organizado en el mundo y los servicios secretos de inteligencia,además sacrifican y violan niños,quien creo el nazismo?,los jesuitas.

    Hasta tienen lanchas motoras negras para sus narcos,y claro omo nadie recibe ningún castigo y ya nada es delito…

    Luego ya los Illuminatis y los Bildenberg y todos esos,lo del diablo es solo una cortina de humo.

    Los enemigos de los hombres y del mundo son los illuminatis y sus logias,últimamente muy enlazados con el periodismo y las Casas Reales.

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