Sin entrar en el chascarrillo de la política, prefiero analizar en profundidad las claves para entender no sólo lo que ocurre en la actualidad sino lo que está por venir. La verdad no está reñida ni con el cuestionamiento ni el análisis hasta la raíz. Cualquier declaración superficial, como las que nos ocupa, no es que no se aproxime, sino que se queda en el nivel de la estupidez, diría yo no ya pueril sino infantil.
En una reciente entrevista a Pedro Sánchez, éste nos aportó una respuesta que, sin lugar a dudas, aporta una clave para entender su pensamiento psicópata: “Tengo un axioma (…), la verdad es la realidad”. Lo que parece la profunda reflexión de un presidente de gobierno, mejor dicho, un rehén y un títere de los oscuros satánicos, se convierte en toda una reflexión filosófica que ni el mismo autor de la genial frase puede argumentar.
Se refería a la fenomenología de Husserl, según la cual la fuente de la conciencia es la experiencia, la cual genera la primera que es un análisis de las experiencias psíquicas. Por lo tanto, en la conciencia fluye la causa. Sin embargo, para que ello sea posible, es necesario que exista una libertad de condicionamientos. El propio autor sugiere para ello la reducción eidética, consistente en dejar de observar aquello que varía en el tiempo y tener en cuenta exclusivamente lo que permanece invariable, de modo que se llega a la esencia del conocimiento; para ello hay que desligarse de cualquier corriente filosófica y, por supuesto, moral, que vendría a ser lo mismo.
Una experiencia, valga la redundancia, puede ser agradable o desagradable, en función de si tiene el éxito esperado o no, es decir, si es placentera o produce malestar. La idea práctica del hombre moderno es evitar aquéllas de signo negativo; analicemos estos datos, de acuerdo con lo anterior. Si parto de una acción que ha sido muy onerosa, es evidente que llego a la conclusión de haber hecho bien las cosas, pero si no lo fue, entonces, he de creer, siguiendo esta lógica, que me conduce a desestimar medios empleados en ese intento, es decir, no sólo son incorrectos, sino que pueden ser inmorales e inaceptables, que vendría a ser lo mismo, siendo así como se va conformando la ética de la hipocresía. Por cuanto lo importante aquí es el resultado o el modo en el que mi yo va a seguir sobreviviendo, aunque esté en una farsa matrix, esa realidad será la verdad, será la experiencia que por sí sola logrará prolongar dicha verdad, ya que el sujeto, en este sujeto Sánchez, se enfocaría sólo en lo que no cambia, en que él es una persona muy exitosa y que nada le afecta a su posición de privilegio.
Si analizamos esta reflexión, aparentemente profunda y muy filosófica, lo que subyace no es más que el egoísmo y éste responde al miedo y al terror de la pérdida de lo que se tiene, que queda compensado por la disonancia cognitiva de que todo es eterno, todo lo que poseo es para siempre y si llega es para quedarse, sino no tendría sentido (recuerde la reducción eidética). Transformar una realidad en una verdad es una incongruencia por muchos motivos: primero porque esa realidad es multidimensional y cada cual la ve desde un punto de vista, de modo que podríamos hablar a una aproximación a esa verdad, pero no de tal hecho, sobre todo si parte nuestro sujeto ejemplo de los sueños de su ambición personal; segundo porque la verdad surge precisamente de la experimentación, de la observación desde todos los ámbitos (moral, sensitivo, emocional, social…) y se fundamenta en el análisis no ya de mi realidad, sino de todas las realidades que he podido ver que existen (si veo que muchas personas fallecen por el veneno de las inyecciones covidianas y hay cifras de ello, no puedo inferir que no hacen daño porque a mí no me han afectado; en ese caso estaría cometiendo un sesgo de representatividad al ser mi caso uno entre miles o millones, es decir, una minoría sin fuerza de argumentos). Por lo tanto, cuanto mayor es la ganancia mayor el es terror, no ya miedo, que queda muy suave, lo cual conduce a generar una adicción cognitiva a ideas o creencias que, como vemos, no sólo no se cumplen en el mundo real y sólo en el intrapsíquico, sino que son absurdas por su propia naturaleza.
Pero lo peligroso de esta forma de pensar no es sólo la falta de congruencia de quien la sufre, sino que éste sujeto se cree que está en posesión de la verdad y que piensa que es la única posible; es como convertir nuestro entorno a nuestro capricho y negar todo lo que ocurre en el mismo: hambre, miseria, dolor, sufrimiento, muerte, pobreza, protestas sociales, desprecio a la persona en cuestión, etc… En otras palabras, todo ello queda fuera de la realidad, del mismo modo que si me dice que los burros vuelan; es así como la ignorancia se convierte en creencia dictatorial no ya para el propio sujeto, sino para cualquier otro que ose decirle que no lleva la razón, de modo que, si además esta persona vive en el mundo del poder que da la masonería y la saga de Bill Gates o George Soros, así como Schwab, donde prometen el oro y el moro y se recibe a cambio de seguir órdenes, como sucede en el Foro de Davos, se crea un sentido de endiosamiento muy peligroso por varios motivos: primero porque se ha producido la separación con cualquier moral; segundo porque el bien y el mal no existen al ser lo que más conviene en cada momento; tercero porque el mero hecho de la conciencia es superior al análisis de los hechos, con lo que se pierde el sentido crítico y analítico, llegándose de este modo a alcanzar un nivel de inteligencia bastante bajo e inexistente.
Resumiendo, nos encontramos con la mente del típico sujeto fascista, ambicioso, rabioso, petulante, engreído, chulo, inculto, ignorante y amenazador que sólo sabe imponer su santa voluntad a todo el mundo y que se quita del medio al que le molesta, como si fuera el jefe o el capo de una mafia, con la excepción de que no es Marlon Brando en el papel de Vito Corleone, sino que es Pedro Sánchez interpretándose a sí mismo, papel que, obviamente, el susodicho se cree a pies juntillas y que piensa que es maravilloso y que es el mejor del planeta que él conoce (el premio nobel es una minucia).
Este modelo de pensamiento no sólo es peligroso, convierte a estas personas en destructoras de su entorno, en generadores de problemas que no deberían existir para los cuales no tienen solución (muy grave si tenemos en cuenta que hablamos de personas que se dedican a la política) y que se creen en posesión de la verdad, de modo que el resto que no pensamos como él somos conspiranoicos, negacionistas, fachas, fascistas, de extrema derecha, nazis y un largo etcétera y, por supuesto, desinformadores, pues rompemos sus ideologías sectarias, absurdas y destructivas de la dignidad humana, siendo que para él no tenemos el derecho a decir lo que pensamos. Ya no se trata de que les critiquemos pues el mero hecho de que hablemos significa que nos referimos a ese tipo de sujetos, como si sufriesen de una especie de delirio de persecución y eso, señores, es uno de los delirios más comunes en los esquizofrénicos.
Este modelo de pensamiento se observa mucho en los partidos se denominan de izquierdas (PSOE, Podemos, Sumar), independentistas (ERC, Junts per cat, EH Bildu, PNV) y otros, pero de manera algo más disfrazada… Podría decirse que no sólo es Sánchez, sino que habría que sumar a la lista de esta secta a Yolanda Díaz, Ione Belarra, Bolaños, Chiqui Montero, Irene Montero y otros entre ministros y representantes de fuerzas políticas.
Que España esté siendo dirigida por sujetos con estos problemas mentales es grave, pero mucho peor es que permitamos que sigan allí y, aún peor, que muchos digan que tienen la razón, siguiendo la corriente a sus delirios ideológicos, no muy diferentes de los que pudieron tener los seguidores de Adolf Hitler, Musolini, Lenin, Stalin o Mao Tse Tung. El fascismo no es propiedad de los de derecha, siendo que los de izquierda pueden ser muy peores autoritarios.
Este tipo de reflexiones son necesarias.
Incluso nosotros cuando comentamos…siempre quedamos con algo de duda de la información que absorbemos…óxido de grafeno,antenas 5G, Estado profundo…
Y por eso le damos la razón,a pesar de que la realidad se ha vuelto muy distópica,por qué todos los psiquiatras coinciden en que Sánchez es psicópata.
Ahora mismo estamos leyendo una web sobre el lío de Letizia,sus tres hijos de los óvulos de su hermana,etc.etc. y creemos que es lo más alucinante que hemos leído últimamente…realmente la futura Reina es humana?,uno ya no sabe que pensar,al menos si podemos afirmar que es atractiva.
Y en esta web,hay muchos comentarios interesantes.Cuando lo de las niñas de Alcácer,leímos informes de varios investigadores de historia por el estilo…hubo una década en la que aparecían cadaveres de mujeres en las playas de Mallorca.
Jaime Peñafiel en su historia dice esto:
Para evitar que le pillara la reina Sofía, Juan Carlos tiraba al mar a sus amantes
En este contexto, se sabe que Juan Carlos disfrutaba de fiestas y comilonas durante su estancia en Mallorca. Estos encuentros eran organizados por su amigo Pedro Salas en el Fortuna, zarpando mar adentro para eludir los objetivos de las cámaras indiscretas y la vigilancia de la reina Sofía. Incluso la Guardia Civil tenía prohibido acercarse, excepto en un caso: cuando Juan Carlos se deshacía de sus amantes arrojándolas al mar.
Respecto al penúltimo párrafo, tenemos un ejemplo muy reciente de «realidad» de plastilina. Va y dice el pene-en-uve que hay que investigar al desgobierno de Rajoy con comisiones ‘parlamentarias’ y judicialmente por la gestión que hizo del separatismo. Es decir, los mismos que acusan de ‘lawfare’ a Rajoy quieren azuzar a los jueces contra él. Claro que en su verdad/realidad eso no sería «lawfare» sino uso «correcto» de la «justicia».
Se trata de cerebros reptilianos: un objetivo y unos medios para alcanzarlos sin limitaciones éticas y morales, y en el camino llenan todo del humo de su verborrea , sus mentiras y su lenguaje amañado.
Esa es la mayor brecha que nos divide: la honradez mental sobre principios inquebrantables vs la marrullería amoral y la mentira. Y sí, toda esa chusma del penúltimo párrafo es del segundo tipo en su aplastante mayoría.