A lo largo de las protestas de estas últimas semanas me he mostrado bastante escéptico, con el posible resultado de las mismas, cuando siquiera los objetivos que queremos conseguir me parece que están muy claros. Es decir: no puede estar bien lo que mal empieza, de una forma tan desestructurada y sin un objetivo político claro que no puede ser, dado el estado en que se encuentra nuestra patria, otro que acabar con el régimen completo y sus puñeteras reformas antiespañolas y antihumanas. Por lo tanto, ceñirnos a un berrinche pepero en la sede vacía del partido menos votado del mundo me parece un auténtico despropósito y no lo he ocultado en ningún momento.
¿No sería más productivo ir a contar esos votos después de haber hecho ese enorme esfuerzo de ir a votar?
Para empezar, y esto en concreto se lo digo a los peperos, cuesta mucho menos esfuerzo dirigirse a los recuentos de votos después de las elecciones que montar ahora un pollo violento porque estáis un poco enfadaditos con el caso de moda de la amnistía. ¿No sería más productivo ir a contar esos votos después de haber hecho ese enorme esfuerzo de ir a votar, como capullos, sin asomo ninguno de personalidad o sentido práctico? Esto me recuerda bastante a cuando iban a pincharse porque se lo decían por la tele, expertos del calibre de Belén Esteban ojos a ver Vázquez entre otros.
Los peperos han visto que realmente la policía no trabaja para ellos
Sin embargo, reconozco que ha habido muchos progresos con esto de las manifestaciones. El primero de todo es que los peperos han visto que la policía no trabaja para ellos. Algo que parecía bastante evidente para el resto del universo si tenemos en cuenta que si te ocupan la casa no pueden hacer nada. Por ejemplo. Y esta misma impotencia se extiende a muchos más ámbitos de la seguridad ciudadana y de nuestros derechos, cada vez más inexistentes.
Estos cachorros del PP también han podido comprobar lo que muchos ya sabíamos desde hace mucho tiempo y es la cantidad de infiltrados policiales que se cuelan entre los manifestantes para reventar las protestas ciudadanas y estimular unos arranques violentos que parece que a los que mandan les van bien. Inclusive algunos supuestos salvadores de la humanidad como Miguel Frontera, el capitán pepero acusan de ser una chivata de la guardia pretoriana de Marlaska. Con un hortera escudo con el que probablemente se hace señales con la policía, ya que no para de mostrarlo en primera línea y en diferentes posiciones. Incluso mientras le jalean ese eslogan de que al del escudo le gusta por el culo, refiriéndose a su más que sospechosa actitud en general y a su extraño bar.
Una protesta de verdad que se extendiera a Génova, la sede del PP verde o el Palacio de la Zarzuela
Alrededor de este personaje hay otros menos conocidos o que pueden caer más simpáticos, pero que forman parte de un mismo submundo pepero que por supuesto que solo puede estar pagado por el contribuyente y por medio de quien reparte esos fondos privilegiados. El mismo contra el que están protestando todo el día en una sede vacía. Ése al que los peperos llaman Antonio y que se ríe de sus protestas absurdas todos los puñeteros días. No le importan. Le molestaría más que se fuera extendiendo el asunto hacia Génova, la sede del PP verde o el propio Palacio de la Zarzuela, pero mientras los peperos estén controladitos en Ferraz no pasa nada.
Parece bastante obvio que el Estado está jugando con los manifestantes y con la propia Policía mientras caldea el ambiente con unos protestones de YouTube que, después de guardar silencio con el pucherazo electoral más que probable, que llevamos viviendo desde hace mucho tiempo, ahora se dedican a ponerse nerviosos y agresivos cuando nunca antes lo habían hecho. Estamos hablando de detenciones espectaculares que son falsas, porque están controladas por el Estado en todo momento, y entre las cuales destacan hasta ahora la de Rubén Gisbert o Vito Quiles. Dos presuntos disidentes que, en realidad, como parece más obvio en el caso del segundo, dirigen un show destinado a controlar a las masas que están hasta los huevos de todo y que necesitan salvadores.
El famoso negrito de Vox o el Capitán América del PP
Pero no olvidemos que los salvadores son, a veces, lo peor del estrato social. Y la gente se está empezando a dar cuenta de esto y a ver la otra cara del famoso negrito de Vox o del Capitán América del PP, de quien por cierto alguien ha publicado un divertido videojuego en el que pone de manifiesto su más que sospechosa actitud como chivato y provocador.