martes, junio 24, 2025
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Netanyahu, ¿carnicero o líder?

Para entender mucho mejor la historia del estado de Israel y sus orígenes ideológicos, es necesario conocer algunos datos sorprendentes para muchos y no tanto para otros algo metidos en las teorías de conspiración. Cuando se celebró el congreso de Basilea de 1897, a la sazón primero de corte sionista (no judío), su presidente, Theodore Herzl, incluyó en uno de los puntos la migración judía a zona de Palestina. Por supuesto, que eran sionistas y que los mismos Rothschild forzaron un cambio de reglas a los judíos que vivían en esa zona para que se sometieran a las nuevas costumbres que no se correspondían para nada con las que tenía y tiene este pueblo milenario. Este sujeto fue un gran admirador de Cecil Rhodes, el colonizador británico de África. Con tal fin, emplearon todo tipo de argucias, incluyendo expulsiones de la misma Rusia zarista. El fin era cargarse la esencia de la cultura judía.

Por cierto, al finalizar el congreso de 1897, Herzl escribió que para la causa sionista era esencial generar un movimiento antijudío, de modo que este pueblo fuese considerado víctima y los sionistas se aprovechasen de tal condición para reclamar su estado de Israel, el viejo sueño de los Protocolos de los sabios de Sion.

No relacionar a Netanyahu con el turbio pasado de su abuelo y su padre, antecedentes algo escondidos, es una ingenuidad. Se sabe que Avraham Katznelson, su abuelo,  fue uno de los firmantes de la independencia del estado de Israel Desde 1912 ya era miembro de la ejecutiva sionista, y fue director de la oficina de Palestina desde 1919 a 1920. Como miembro de la Federación de Jóvenes Sionistas de Berlín, de 1921 a 1924, fue alto cargo del consejo nacional de salud de Palestina de 1931 a 1948. Sus cargos en Palestina, antes de ser el estado de Israel, su papel como político y otras posiciones, le valieron nombre y prestigio. Asociado al ministerio de asuntos exteriores en 1950, fue elegido cónsul de Escandinavia, así como formó parte de las delegaciones de Israel en Naciones Unidas.

Su padre, Nattiyahy Peled, soldado de guerra en la guerra árabe israelí de 1948, fue también general de la guerra de los seis de 1967. Estos antecedentes son un gran ejemplo de la defensa del sionismo, como base de la ideología de este estado que culminó la destrucción de la cultura judía desde principios de siglo XX, incluyendo los oscuros planes ya plasmados desde 1897, lo cual sólo es posible hacer desde la imposición de quien no tiene verdaderas raíces de esta religión y que se aprovechó de los principios judios y todos sus libros, incluyendo la Torá, para hacer creer que son los verdaderos judíos, valga la redundancia. El fin del sionismo es la imposición de las religiones satánico-masónicas y crear una nueva sociedad que aparece ya en los primeros escritos en 1717 cuando se creó la primera logia de Inglaterra. Israel es un estado de falsa bandera, creado por las empresas globalistas, una falsa estructura política, una mascarada mal hecha donde no prima la democracia ni la libertad, sino el deseo húmedo del control de todo el mundo árabe, incluyendo Irán, y el resto de los países no alineados con su ideología sionista. 

Netanyahu no es más que un ejecutor, alguien bajo el mando de su amo, los mismos que crearon el concilio de Basilea con todas sus trampas. Por lo tanto, nada de buenas intenciones, nada de buenos deseos, aunque tenga que dar una imagen de democracia que apesta desde lejos para tapar sus genocidas intenciones. Netanyahu es un títere y estos sujetos son elegidos para perpetuarse, como Macron, Sánchez, von der Leyen. Las relaciones económicas, por otra parte, entre Israel y Trump, provocan que un minúsculo país tenga el control de la primera potencia del mundo, del mismo modo que los Rothschild fueron minando la autonomía de las naciones europeas a lo largo del siglo XIX cuando se fueron apoderando de sus bancos centrales.  De hecho, la Reserva Federal, controlada desde Londres, un nido masones y de criminales sin contemplación alguna, es la que rige los designios de lo EEUU. Israel es el niño mimado que cuando chilla de dolor tiene que recibir auxilio de manera inmediata. 

Claro que el conflicto de Oriente medio tiene muchos frentes abiertos. Tanto Hamas como los grupos financiados por Irán, tienen en sus alcantarillas más oscuras los entresijos de la CIA americana, directamente vinculada al Instituto Tavistock. Ellos generan los frentes para que siempre haya conflicto, pues así las empresas armamentísticas tienen una excusa perfecta para vender sus armas de guerra y, de paso, controlar y arruinar la economía de los países, como siempre han hecho. Dejemos claro que a los sionistas no les interesa el pueblo, al que consideran goyims o esclavos inservibles, los cuales utilizan. El ataque de Hamas en 2022 fue un autogolpe y Naciones Unidas estaba detrás de su formación ideológica.

Las guerras sionistas sirven para inspirar miedo en la población, es su único objetivo, someter al pueblo de Israel a la voluntad de su gobierno, ahora que los iraníes les lanzan misiles por las noches o si viven en una psicosis colectiva, el objetivo de esta guerra. Un pueblo sometido por el miedo es claramente moldeable y obedece a la primera pues ve peligrar su vida y en eso los sionistas son grandes expertos, siendo los artífices tanto de la primera, como de la segunda y de la ansiada tercera guerra mundial. 

Esta es la teoría política que sólo se puede aplicar a un carnicero y un dictador, puesto a dedo para defender los deseos de poder, porque cuando éste se obtiene, aunque sea de las formas más mafiosas posibles, la idea es conservarlo e incrementarlo hasta saber donde puede estar el límite, si es que existe. 

Mientras Irán se defiende con uñas y dientes y desea cerrar el estrecho de Ormuz, esta gentuza se frota las manos. Más armas, más miedo y más control. La gran pregunta es cuál es el límite para que la ingeniería de masas no desemboque en un conflicto abierto, como ha ocurrido en varios momentos de la historia.

La bandera de Israel, es la misma que el escudo rojo de los Rothschild cuando crearon los illuminati en 1771, aunque de color azul. Dado que el rojo es demasiado violento, haría pensar a más de uno de sus turbios y oscurísimos intereses.

Una tela de araña en la que no verse enredado es un milagro, mientras los psicópatas nos gobiernan…

 

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