Por Alfonso de la Vega
Tras las últimas peripecias de nuestro falsario y de Netanyahu, dos siniestros personajes en apuros, aparentemente enfrentados, y en el punto de mira por corrupción de ambas Justicias nacionales y en el caso del segundo ya condenado por genocida por el Tribunal Penal Internacional, he recordado un famoso texto de Joseph Conrad con el título de El corazón de las tinieblas. Un libro en el que se basa la trama psicológica de la película Apocalipsis Now de Coppola. Y también, en cierta forma, El corazón del bosque de Gutiérrez Aragón.
En la novela de Conrad, el protagonista Marlow ha de encontrar al desquiciado y embrutecido Kurr y devolverlo a la civilización, pero éste muere durante el regreso. En las dos adaptaciones cinematográficas citadas, el capitán americano recibe órdenes de eliminar al antes prestigioso coronel Kurr e igualmente el Partido comunista decide lo mismo con su descontrolado maquis en España.
La obra de Conrad no otra pieza más de la literatura distópica de ficción como Un Mundo feliz, La Isla, Nosotros, 1984, Fahrenheit 451 o La Fortuna con seso, sino que constituiría la base real del programa de la tenebrosa amenazadora Agenda 2030 tan aplaudida por la actual casta política mercenaria e inmersa en el corazón de las tinieblas.
Conrad, sin citarlo, describe el Congo que él conoció, trabajando en el vapor Roi des belges que operaba en el río Congo. Un territorio expoliado y sacrificado por el genocida rey de los belgas Leopoldo II. Y en el que campaban a sus anchas, fuera de la civilización y de elemental piedad humana, el desprecio a la vida, los abusos y crímenes de los colonizadores europeos incluidos los británicos que tan hipócritamente se permiten calumniar a España. Hoy, el colonialismo más siniestro y agresivo se pretendería perpetrar incluso contra las propias sociedades antiguas metrópolis.
“La locura mueve el mundo” nos advertía Fernando Pessoa. La depravada «civilización» anglosajona con su centro en al City londinense y su sucursal en Tel Aviv plagada de usureros racistas y señoritos satanistas nos obsequia periódicamente con grandes agresiones a la humanidad. Cuando no es Malthus, es el Círculo de fuego infernal, del duque de Wharton o Sir Dashwood. O la Sociedad Fabiana. O la Sociedad para la Supresión de la Virtud, de Quincey a la que se une la Sociedad de Fomento del vicio. Aún hoy impone sus criterios y directrices al mundo, que así va.
La idea de la obra conradiana es que existen poderosos tan desquiciados, ya tan poco fiables, que van por libre, ya no sirven a los amos, ya no son útiles para el plan. Se hace preciso eliminarlos antes de de que provoquen algún desastre descontrolado o fuera del plan inicial. NOM, agenda 2030, nuevas pandemias, guerras absurdas, pucherazos impunes que dejan en ridículo las instituciones, la democracia desnaturalizada y arruinada por la demagogia se transforma en tiranía política al servicio de la plutocracia, delirios genocidas de la cuarta revolución industrial, abortos legales hasta el momento antes de nacer, no hay satanismo, atrocidad o barbarie que nos ahorren nuestros próceres…. Por desgracia lo estamos comprobando en el territorio OTAN, antes Occidente civilizado, con especial gravedad en sitios cada vez más depravados como es la UE y el reino de España. Comparsas del sionismo ahora tan descontrolado como el propio Kurr. Y desde hace unos días en otro escenario bélico sumamente peligroso tras la criminal agresión a Irán. Una agresión que estaría recibiendo una contundente e inesperada respuesta por parte persa que ha provocado el pánico en el hasta ahora prepotente, altivo y soberbio régimen sionista que se ve humillado y obligado a pedir lastimera ayuda al no menos desquiciado y prepotente Trump, porque se ve incapaz de luchar contra Irán en una guerra convencional prologada.
Pero ¿quién sería ahora el Kurr a eliminar? Hay demasiados candidatos a Kurr pero parece que pocos Marlows.
Ahora bien, ¿el problema del Mal se resuelve eliminando a sus agentes humanos?
Nuestro falsario está tratando de reagrupar sus huestes cada vez más renuentes, salvo por mantener el acopio y disfrute del botín compartido común, para mantenerse en el poder ilegítimo a cualquier costa. Cohecha con sus cómplices temiendo que en cualquier momento le llegue a palacio el famoso motorista de extramuros agradeciéndole los servicios prestados a la Causa. Entretanto, consulta con el golpismo ventajista catalán: acaba de recibir a uno de sus peores lugartenientes, otro tenebroso personaje el héroe catalán de las vacunas y las mascarillas, del que por su abultado currículo afín tampoco debiera fiarse por si acaso guardara el piolet bajo la barretina.
Gentes probadamente traicionera y sin escrúpulos, capaces de cualquier cosa si así lo exige el guión: “Los socialistas no hemos venido a ocupar sillones. Hemos venido a mejorar la vida de la gente, combatir las desigualdades. Y a defender las libertades y no vamos a permitir que nada nos aparte de estos anhelos.” ¿Nada? ¿Pucherazo? ¿No convocar más elecciones?
El problema político que habitualmente rebasa nuestra posibilidad de actuación individual no deja de ser consecuencia del profundo malestar espiritual en el que estamos. El Kurr más peligroso aguarda en la sombra de nuestro subconsciente su oportunidad. La misión psicológica de Marlow es hacer consciente la oscuridad para poder enfrentarla y combatirla.