El Corán es como un gran cuento de fantasía, inspirado por los primeros profetas como Mohamed. Todo comienza por un deseo hueco y vacío como puede ser la paz eterna tras la muerte tras una vida recta, de acuerdo con el bien. El gran problema es quién decide lo que es malo o no. Está claro que no es el hombre en su libertad el que decide su destino, dado que las directrices le vienen del exterior, de cierto Dios que comenzó a hablar al pueblo por sutras o pequeños mensajes adaptados a los recién iniciados de la religión musulmana del siglo VII. Sería muy sencillo imaginar el alto nivel de analfabetismo de aquellas gentes embrutecidas y lo difícil que seria que entraran en razón de sus malos hábitos, muchos de ellos crueles.
El hecho es que todo proviene de la voluntad de un Allah que dejó su mensaje a ciertos profetas o supuestos adelantados de su tiempo que vieron los defectos de su sociedad y entendieron la necesidad de ir modificándola. La voz es Allah y el profeta obedece. ¿Dónde está el libre albedrió del que nos habla el Corán cuando se retrotrae a los tiempos bíblicos de Adán y Eva cuando Dios le prometió la paz y la felicidad eterna o el castigo sin fin? También sabemos que muchos mensajes religiosos no sólo incluyen meras ideas del bien y del mal, sino principios sociales y de organización social que puedan acabar siendo nada democráticos y precisamente violadores del principio de libertad del hombre, pues su moral perfecta es aquélla dictada por la divinidad.
Para ir a los principios políticos que ocasionaron el Corán habría que viajar y ser testigo de lo ocurrido y los múltiples factores que ocasionaron una nueva religión, los cuales desvirtuarían no solo sus principios sino incluso sus consecuencias. La mera caída del mero pensamiento antemusulmán podría ser un mero desencadenante.
Uno de los principios básicos del Corán es la idea de que la sociedad ha de ser gobernada por este texto sagrado, lo que equivaldría a decir que la biblia fuese el punto de inspiración para nuestros políticos, a modo de régimen teocrático de corte muy antiguo, donde el que gobierna es además el líder espiritual y todo el aparato del estado queda impregnado de ese matiz religioso. El lo que ocurre en los países árabes, donde el líder es como el gran sacerdote y la representación de Allah, por lo que hay que rendirle obediencia. No olvidemos que muchos de sus principios son sagrados, no porque así sean, sino dado que son tan abstractos, entreverados y antiguos, que los siglos han fosilizados y petrificadas ideas, como la piedra negra de la Meca, un símbolo de adoración al estilo de los santos cristianos.
Y es que cuando las mentes se centran en la moral de manera obsesiva, comienzan a surgir las contradicciones. Los principios se vuelven rígidos e inviolables, el sujeto se adscribe a una línea ideológica en la que no hay más solución que la línea recta, la misma que establece el Corán, ninguna casualidad. Dado que todo está escrito y no hay nada nuevo por inventar, el sentido de la rigidez llega a extremos fanáticos con tal defender dichos principios.
El indudable hecho de los principios premedievales tanto de las normas que profesan los estados islámicos, incluyendo la ley de la sharía, en la que se prohíbe todo lo referido al contenido LGTBI, el feminismo y todas las consignas de la agenda 2030, es un palmario. Basta con viajar a esos países y tratar de crear un centro religioso cristiano, lo cual está completamente prohibido, hombres y mujeres, especialmente si son extranjeros, los cuales han de guardar serias normas para no herir la sensibilidad de los islamistas y otras normas penales crueles donde se penaliza la infidelidad de la mujer y se permite que el hombre tenga varias esposas, de modo que sus derechos son violentados, es algo que se hecha de menos en las intenciones de Von de Leyer y su proyecto el coral europeo, financiado con casi 10 millones de euros, siendo su fin la investigación de la religión musulmana en Europa desde el siglo XII al XIX, un estudio que carece absolutamente de sentido y supone un despilfarro de dinero público por parte de Bruselas para hacer un ejercicio de esta religión, bajo las órdenes de los oligarcas que desean introducir las creencias satánicas a través de esta secta. Hay destacar el contraste de los musulmanes que nos encontramos en cualquier barrio de Riad y los que circulan por nuestras calles, muchos de ellos sin respetar las normas de convivencia europeas e incluso imponiendo sus reglas a las legítimas autoridades. Ya se permite el espectáculo del sacrificio del cordero o prácticas sexuales como la ablación del clítoris y del pene en niños pequeños que se realizan en las casas de los nuevos inmigrantes, sin autorización judicial.
De hecho, según la European Agenda por gender equality, sólo Bélgica, Alemania, Irlanda, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos y Reino Unido disponen de datos serios sobre su frecuencia; mientras las disposiciones penales no existen en países como Bulgaria, República checa, Alemania, Estonia, Grecia, Francia, Letonia, Luxemburgo, Malta, Países bajos, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia o Finlandia, la protección de la infancia se dan en Alemania, Dinamarca, España, Francia, Italia o Malta. Es decir, que las leyes europeas son completamente laxas con este asunto que se da en la intimidad de las familias para conservar sus tradiciones más ancestrales, porque está claro que muchas de estas personas no han venido para adaptarse a nuestras costumbres.
El malestar de la sociedad europea por estos y otros similares, como los casos de delincuencia e inseguridad, cada vez más frecuentes en nuestras ciudades, ha obligado a Von der Leyen a tomar cartas en el asunto mediante dos medidas drásticas. La primera proponiendo a los musulmanes en los grupos vulnerables, de modo que cualquier referencia a estos sujetos como tales se considera delito de odio, especialmente si son pillados con el carrito de los helados, en cuyo caso han de ocultados en su nacionalidad en los medios de comunicación. La segunda es el blanqueamiento de todo lo referido al islam, para que se vaya introduciendo en nuestra cultura occidental a través de la técnica de la ventana de Overton. Ya hay centros educativos en España donde se impone la dieta halal y se prohíbe comer cerdo y muchos intentos por parte de muchas de esas comunidades que, supuestamente, se han adaptado a nosotros y van metiendo su influencia sin que nos demos cuenta.
Los casos de las injerencias culturales van mucho más allá y hay quienes hablan de un recambio de la sociedad europea para que acepte la religión musulmana. Siendo que las autoridades europeas no defienden nuestras tradiciones, frente a una cultura de corte claramente medieval, prefiriendo someterse a las presiones de los grandes lobbies que esperan finalizar por fin el plan Kalergui, iniciado hace 100 años, se impone la rebeldía y la defensa de nuestros valores cristianos y la resistencia a la lucha de ideología comunista y socialista que pretende destrozar por completo la sociedad europea, una masa cobarde y sin principios es el inicio del fin y la imposición de la dictadura woke, que acabará por destrozarse a si misma cuando los LGTBI y las mujeres sean destrozadas y frutos de la traición de la izquierda, algo que se espera tarde o temprano de estas ideologías sin reparos morales.