domingo, noviembre 24, 2024
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El PNV, por la peste psíquica y el cantón

Artículo escrito por Alfonso de la Vega

Abierta impunemente la veda no es solo el audaz camarada Feijoo quien asegura que su «Galicia es una nación sin Estado». La última fechoría del partido racista e integrista fundado por los hermanos Arana es chantajear a las ya medio arrumbadas instituciones borbónicas con el «pilla pilla» de una nueva constitución convenientemente remendada a su gusto si se quieren comprar los votos necesarios para la investidura del prócer candidato del socialismo rojo o azul. Con uno u otro, el objetivo el mismo, reconocer un Estado vasco de pura raza vasca que graciosamente se dignaría asociarse a lo que quedase de los maketos para poder seguir explotándolos. El pretexto ya lo ponía el fanático inventor del lucrativo tinglado, el pío Sabino: “el roce de nuestro pueblo con el español causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón.”

Según cuentan sus biógrafos, lo del PNV y el nacionalismo vasco surgió como un delirio febril cuando convalecía de una fuerte gripe. Este admirable suceso se produjo durante una semana santa y de la minerva averiada de Sabino, previa consulta con su no menos fanático hermano Luis, surgiría identificar la pretendida resurrección de las Vascongadas con las del propio Salvador, quedando así instituidos los Aberri Eguna cada domingo de resurrección.

Pero de esta fanática teocracia inicial surgieron, ya se sabe que la carne es débil aunque sea vasca de pura raza vasca, varios pecados capitales: La codicia, la ambición, la soberbia, el fanatismo o la hipocresía que son marcas indisimuladas de la casa sabiniana.

La peste psíquica según Jung

Jung tiene su explicación a estas cuestiones relacionadas con la peste psíquica, que incluso hoy parece afectar también a la propia sedicente Iglesia bergogliana.

“Igual que en el individuo el desmoronamiento de la dominante de la consciencia tiene como consecuencia una irrupción del caos lo mismo sucede con las masas…; e igual que en el primer caso prende la guerra entre todos los elementos, en el último se desencadena desde el comienzo la sed de sangre y el delirio homicida… en verdad, la pérdida de las imágenes eternas no es una menudencia para el hombre juicioso.. . Una vez que los síntomas están fuera en forma de de una enfermedad mental político –social, ya no se puede convencer a nadie de que el conflicto está en el alma de cada individuo, pues ahora todo el mundo sabe dónde está su enemigo. 

Se produce precisamente ese conflicto que en el alma del juicioso es un fenómeno intrapsíquico, pero que en el nivel de de la proyección se convierte en la división política y la violencia asesina. Para que se produzcan estas consecuencias hay que convencer a fondo al hombre de la insignificancia de su alma y de la psicología misma; hay que dejarlo claro desde cualquier púlpito de autoridad que toda salvación viene de fuera y que el sentido de su existencia está en la “comunidad popular”.  Así se le puede conducir fácilmente al lugar donde ya por su naturaleza más le gusta ir: al país de los niños, donde se plantan exigencias únicamente a los demás y la injusticia siempre la comete otro.

Cuando el hombre ya no sabe qué es lo que sustenta su alma se incrementa el potencial de lo inconsciente, que asume el mando.  El deseo vence al hombre, y fines ilusorios que ocupan el lugar de las imágenes eternas despiertan su avidez. El animal de presa se ha adueñado de él y no tarda en hacerle olvidar que es un hombre. Con sus afectos cierra el camino a cualquier reflexión que pudiera representar un obstáculo para sus ilusiones infantiles, a cambio de lo cual le proporciona el sentimiento de una nueva justificación de la existencia que le embriaga de codicia y crueldad….”

Diagnóstico jungiano que resulta extensible a la civilización occidental actual pero que para el PNV vendría a decir: «el vasco es bueno, España es mala y tiene la culpa de lo malo que nos pasa». Pero la Iglesia vasca traiciona y se traiciona. O bien, del mensaje espiritual del evangelio dirigido al alma hemos pasado al fingido cambio climático, a la agenda 2030 o la idolatría a la Pachamama. Bergoglio nos amenaza para octubre con la segunda parte del del catecismo de esta nueva idolatría pagana.

Federalismo como disolución nacional

Pero estas ilusiones políticas nacionalistas que tienen su asiento en la peste psíquica que explotan son muy lucrativas, como lo son las del federalismo, en especial el asimétrico. 

Lo de la federación, al menos en lo que se refiere a España más bien cabe hablar en realidad de confederación, es otra superstición, fijación dogmática del primitivo republicanismo decimonónico influido por los anarquistas y aquí por el catalán Pí y Margall y combatida en ese campo político por el gaditano Castelar o por el canario León y Castillo.

Aquí la idea dominante sería que el hombre es bueno pero que lo estropea la sociedad y el Estado. Y que desaparecido o debilitado éste el hombre estará libre de yugos. Y desde lo más elemental irá creando sucesivos niveles de poder. No obstante, la experiencia histórica enseña que cuando caen las leyes campa a sus anchas el lobo, la barbarie.  En todo caso, la federación puede ser un buen método para unir lo que está separado, pero no para desunir lo ya unido desde hace siglos como España y peor aún cuando ni siquiera se respeta un principio de equidad para así mantener privilegios de unos Estados sobre otros.

Hace siglo y medio, en agosto de 1873, se debatía el proyecto de constitución de república federal en un escenario de plena agitación y violencia.  Carlistas y socialistas federales mantenían a España en guerra, de gran virulencia en algunos lugares, cantones que incluso se habían declarado independientes.  Sigue siendo de extraordinaria actualidad por su lucidez la famosa crítica del diputado León y Castillo en su discurso contra el proyecto de constitución federal republicana, merece la pena leerlo con detenimiento:

Fernando de León y Castillo

Si el proyecto llega a ser ley fundamental, no hay para qué hablar de la nación española, porque habrá desaparecido dividida y deshonrada… la federación es un despropósito traducido al castellano por el señor Pi y Margall… Proudhon escribió El Principio federativo; tradújolo el señor Pi  y Margall; encóntrolo aceptable por lo disolvente, y he aquí la federación convertida en ideal de gobierno por el partido republicano…es triste cosa que quiera someterse a un país a la dolorosa prueba de renunciar a todas sus glorias; es triste cosa que hay un partido en tal manera en pugna con el sentimiento público, que vaya en un momento de horrible confusión a aventar sobre este país convulso, para abrasarlas en nuevo fuego, a las cenizas de las nacionalidades muertas, que habían venido a confundirse en una patria común. El señor Castelar, en uno de sus más elocuentes discursos, decía: Antes que republicano, antes que liberal, antes que federal soy español. Pues no se puede ser federal y español…hablar hoy de federación es hablar de disolución. La federación se hace de abajo arriba, y en esto se diferencia de la descentralización, que se hace de arriba abajo.

Yo, que condeno la insurrección cantonal, digo que es lógica porque ha empleado el único procedimiento conocido para llegar a la federación. Ha partido de la independencia para llegar a la federación, como se ha partido de la federación para llegar a la unidad… después de todo, yo comprendería vuestra actitud porque os llamáis un partido esencialmente progresivo, si la federación fuera un progreso.

Pero, ¿por ventura lo es?

A mi juicio es un retroceso, un anacronismo, un absurdo. La federación se presenta en el periodo anterior a las grandes nacionalidades como punto de paso para llegar a la unidad: es un momento de crisis necesaria. Suiza y EEUU pugnan hoy por tener a todo trance lo que a todo trance os empeñáis hoy en perder: la unidad del Poder que se opone a la descentralización. A mayor libertad, mayor fuerza de los Gobiernos. Esto sucede en todas partes, menos en España, donde para pasar por liberales los Gobiernos, necesitan cruzarse de brazos ante los excesos, ante los atentados, ante todos los crímenes que se cometen en nombre de la libertad que no son pocos. Por eso aquí la libertad es la licencia y la anarquía y la barbarie. Pero decía que la federación es un periodo anterior a la formación de las nacionalidades. ¿Qué fue el feudalismo sino una federación de señoríos? ¿Qué papel representaba entonces el monarca? El que ahora queréis dar vosotros al Poder central. Yo tenía aprendido que la muerte del feudalismo en manos del absolutismo regio había sido un progreso relativo, pero un gran progreso: mas veo que estaba en un error, porque aquí vamos al feudalismo, a la tiranía local y provincial…

¿Qué va a pasar en esta nación de los caciques y de los alcaldes de monterilla, aquí donde los odios de localidad con el carácter de antagonismos políticos revisten todas las formas de las más brutales venganzas?… viviremos bajo el régimen de las alcaldadas… aquí va a comenzar la vida de tribu, de cabila para poder existir. España va a dejar de ser una potencia europea y va a convertirse en regencia berberisca…

Las federaciones han sido siempre un Gobierno interino, un modus vivendi, para llegar más tarde a la unidad. Es más, cuando en las federaciones no se determinaba el movimiento hacia la unidad, cuando se estacionan, se constituye un estado de cosas en el que la vida es imposible, hasta que desaparece dejando tras de sí la sangrienta huella de intestinas discordias. Nosotros, por primera vez, fuimos independientes cuando se realizó la unidad nacional…

Decís también que en España hay tradiciones federales. Es cierto, como en todos los pueblos de Europa que se han constituido y han realizado su unidad por medio de la federación. ¿Pero hemos de volver a los tiempos de Enrique IV y Juan II? ¿Hemos de volver a aquella confusión de la cual nació la nacionalidad española? ¿Quién había de decir que el partido republicano, tan progresivo, buscaría sus soluciones en la Edad Media? Los carlistas, los absolutistas vuelven sus ojos a la monarquía de Felipe II y quieren restaurarla con las modificaciones que exigen las mudanzas de los tiempos, pero vosotros vais más atrás; vosotros queréis restablecer la confusión de la Edad Media. Pues ¿qué son vuestros Estados sino un mal recuerdo de los antiguos reinos?

¿Qué es la federación para vosotros? La autonomía de los Estados. Pues no es difícil prever, conociendo la historia de este país que el que vote la federación vota la disolución nacional.

La tendencia a la indisciplina y la propensión al aislamiento que constituyen el fondo de nuestro carácter, producirá la guerra de familia a familia, de partido a partido, dentro de un mismo pueblo, de pueblo a pueblo, de Estado a Estado; y esos odios, u esos antagonismos que en otro tiempo nos sometieron al yugo de los conquistadores, producirán la disolución y la muerte. ¿No teméis dar nueva vida a estos gérmenes de disolución y de muerte? Hasta ahora todos somos españoles, dentro de poco no habrá más que catalanes, castellanos, valencianos, aragoneses, etc…

¿De qué va a servir el lazo federal en este país?

Este lazo ha de ser la cuerda en que aparezca pendiente ante la vergüenza pública y ante la compasión del mundo, la grande y desdichada nacionalidad española”

Indiferentes a las lecciones de nuestra propia Historia una y otra vez volvemos a tropezar en la misma piedra. A una Restauración borbónica sigue otra que vuelve a fracasar y cada vez comparativamente más pobres y perdidos parece que ya estaríamos preparados para la puntilla final a manos del enemigo.

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