El «campechano» rey emérito, Juan Carlos I, ha decidido emprender acciones legales contra el «campechano» expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, al considerar que este último ha atentado «contra su honor» en diferentes entrevistas concedidas a distintos medios de comunicación. El equipo de abogados del emérito reclama una indemnización de 50.000 euros por difamación y vulneración a su derecho al honor.
Este vídeo que circula por las redes, en el que se puede ver al político cántabro hablando del rey emérito en el programa «El Hormiguero» de Antena 3, sería es uno de tantos que han servido a Juan Carlos I para emprender acciones legales contra él:
Pero la noticia también pone bajo el foco la figura de Revilla, cuya trayectoria no está exenta de episodios que han generado acusaciones de hipocresía y rumores de corrupción, lo que debilita su posición moral.
Revilla, conocido por su estilo directo y sin filtros, ha criticado en numerosas ocasiones al rey emérito, especialmente tras su salida de España en 2020 y las investigaciones sobre su patrimonio. Para Juan Carlos I, el campechano, que reside en Abu Dabi y busca preservar su imagen tras años de escándalos, estas palabras habrían cruzado la línea del derecho al honor, llevando el asunto a los tribunales.
Revilla, por su parte, ha defendido su libertad de expresión, un argumento que resuena con su imagen de político cercano al pueblo, de campechano. Sin embargo, esta postura choca con episodios de su propia historia que han puesto en entredicho su coherencia, como el incidente del puro durante el confinamiento y los rumores de corrupción en Cantabria durante su mandato.
En mayo de 2021, en plena pIandemia, Revilla fue grabado saliendo de un restaurante en Santander fumando un puro y comiendo en el interior, incumpliendo las restricciones que su propio gobierno había impuesto en Cantabria. Inicialmente negó los hechos, afirmando que el lugar estaba ventilado y que el puro no era suyo, pero semanas después admitió haber mentido, justificándolo por la presión del momento. Este episodio desató una oleada de críticas que lo acusaron de hipocresía, ya que mientras exigía a los ciudadanos y hosteleros cumplir las normas, él parecía saltárselas sin reparos.
A esta sombra de hipocresía se suman los rumores y casos de corrupción que han salpicado su gestión como presidente de Cantabria. Uno de los más graves ocurrió en 2023, cuando la UDEF investigó una trama en la Consejería de Obras Públicas por presuntas adjudicaciones irregulares de contratos a cambio de comisiones. El hallazgo de 534.000 euros en efectivo en el domicilio de un alto cargo y movimientos bancarios millonarios incompatibles con su salario oficial generaron titulares en medios como El Confidencial. Aunque Revilla no está imputado directamente, la dimisión de miembros de su gobierno y su conocimiento previo del registro policial levantaron sospechas sobre su supervisión del Ejecutivo.
Otro caso relevante fue el del Servicio Cántabro de Salud en 2018, donde se investigaron malversación y tráfico de influencias, y en 2022, cuando la Audiencia Provincial condenó a exaltos cargos por fraccionar contratos ilegalmente. Revilla siempre se ha desvinculado de estos escándalos, pero sus detractores argumentan que, como líder del gobierno, su responsabilidad es innegable, lo que erosiona su autoridad para señalar irregularidades ajenas, como las que podría haber mencionado sobre Juan Carlos I.
Escaramuzas que polarizan a una maleable opinión pública. Y que desvían el foco de atención principal de cuestiones de mayor alcance e importancia en todos los sentidos.
El uno es un Falso desde cualquier ángulo. Que de noble lo único que tiene es un descolorido álbum de fotos y una cédula expedida por los agentes de Roma a comisión.
Y el otro, ‘cara anchoa’, un demagogo insufrible, guiñol politiqueril y recurso habitual del monopolio telebasurero. Allí donde palmeros y sonámbulos le jalean sus desvaríos, exabruptos e impulsos GENocidas.
La denominada Fecalía General Política representó su propia deslegitimación institucional ante el re-vil y revillil discurso de odio: Exhortando inocular -el experimento genético plandémico- por lo civil o por lo militar a las gentes de Cantabria y a todos los demás. A eso el Bourbon Demérito estaba entretenido de acá para allá contando sus pecunios dinerarios evadidos entre paradisíacos lares.
¡Cómo habrán de andar hoy las cabezas!
Ahuecadas y jibarizadas por la propaganda estupidizante, el adoctrinamiento ruin desde la cuna y el despliegue de tecnologías de supresión y alien-ación desplegadas por los controladores. Para que una parte de la población consienta ser representada y aplauda a sujetos de semejante jaez… Y que viven tan regaladamente a sus expensas.
«Un pueblo culto es un pueblo libre; un pueblo salvaje es un pueblo esclavo, y un pueblo instruido a la ligera, a paso de carga, es un pueblo ingobernable.» (Ángel Ganivet)