Ucrania no es sólo la cuna de la antigua Khazaria, una de las fuentes poblaciones de la futura república de Venecia, cuna del negocio de esclavos, de la industria financiera europea y de la mayor flota hasta bien entrado el siglo XVI, pueblo que fue obligado a escoger una religión a finales del siglo X por parte del zar de Kiev, el invasor de este territorio por aquel entonces, eligiendo la torá babilónica y el judaísmo. Es comprensible la nostalgia de muchas familias por retomar el control de un territorio del que proceden muchos de sus congéneres en la actualidad, pero no es la única razón por la que este país es objeto de disputa.
En un momento de grave crisis económica, recursos que se están viendo diezmados en muchos lugares por la política hambrienta de la agenda 2030, los recursos naturales que permitan ser líderes de la cuarta revolución industrial y del control de los alimentos, uno de los aspectos más polémicos de dicho plan, tener el dominio es clave y esencial tanto para el eje de Rusia y China, como para el occidental, conformado por los EEUU y la Unión Europea, en el marco de la OTAN.
RT, según fuentes fidedignas, lo señala muy claramente cuando nos cuenta que el senador por Carolina del Sur, Lindsley Graham, ha dicho que el valor de recursos minerales en Ucrania es superior al billón de dólares y que los beneficios que se podrían conseguir de los mismos multiplican este valor como mínimo por diez o por doce, todo ello en beneficio de la economía norteamericana. En este sentido, consentir que toda esta riqueza caiga en manos rusas es como hacer que las posea China y, por lo tanto, se rompería el equilibrio actual entre dos colosos que luchan por el predominio del planeta. En un momento donde el uso del dólar se ha visto reducido al 60%, con el riesgo de que esta moneda deje de ser la forma de intercambio comercial con mejores referencias, EEUU intenta con uñas y dientes conservar su rol como primera potencia mundial y usará todas sus armas contra quien ose hacerles frente y quitarles la corona. China se aproxima peligrosamente a su PIB y eso pone a Washington cuanto menos algo nervioso.
Por eso el interés de la OTAN en que Ucrania no pierda la guerra y Rusia caiga derrotada. El 24 de marzo, según RT, el senador Lindsley Graham, pidió al congreso de Ucrania que redujera la edad de reclutamiento de 27 a 25 años para hubiese más carnaza para evitar el inevitable desastre. Se calcula ya en millones de dólares el valor del armamento que la OTAN le ha prestado a Ucrania, pero eso no parece suficiente.
Y es que hay muchas razones para controlar el territorio ucraniano. Se calculan en millones sus reservas de toneladas de litio, en energía nuclear (siendo el segundo de Europa), Titanio, Uranio, segundo productor del mundo en manganeso, quinto de hierro y también de gas y petróleo, especialmente en la zona del mar negro, todo ello sin contar que sus recursos agrícolas pueden alimentar a 600 millones de personas y son grandes productores en patatas, cebada, centeno, maíz, girasol, abejas y otros alimentos, convirtiéndolo en el gran granero de Europa y del mundo. En un momento de duda en la economía por el cierre del ciclo económico que se inició en 1947 con el tratado de Breton Wood, el descubrimiento de nuevos lugares de oro es necesario para recomponer el puzle y este país es estratégico.
Si hacemos un repaso de la historia, el juego preferido de los narizudos ha sido dividir el pastel en diversos frentes, dominados por el mismo autor. El hecho de que China haya sido industrializada de este modo responde a varios objetivos: primero, la creación de un sistema político perfecto, con lo más admirado del comunismo (control absoluto y dictatorial) y del capitalismo (crecimiento económico), aprovechando el bajo coste de la mano de obra, algo que hacen en todos aquellos países que desean emplear como laboratorio y, por consiguiente, para crear un régimen político que se acople a los elementos esenciales para poder hacer real la agenda 2030, los cuales no se pueden ver desarrollados en una democracia. Tampoco podemos olvidar la relación entre Putin y Klaus Schwab a raíz del Foro de Davos años atrás. Por lo tanto, ninguno de ellos es un santo de la caridad y todos ellos responden a los mismos amos, trasladando esta teoría a los frentes de la segunda guerra mundial, incluyendo al nazismo, financiado por empresas financieras relacionadas con los Rockefeller y el varón Von Schroeder en los años 30.
Mas, volviendo a la actualidad, observamos como resultan ser aplicadas las mismas reglas cuando el juego geopolítico es un tablero de ajedrez con dos contendientes, ambos listos para la guerra. Tampoco podemos olvidar, en este sentido, que la industria armamentística, financiada por las mismas empresas (blackroll, Vanguard y Back Street), forman parte de uno de los sectores económicos con mayores beneficios de la historia y que, por eso, los enfrentamientos bélicos son altamente interesantes para ganar muchísima pasta y endeudar a los países para, de paso, crear colonias y controlar estas corporaciones o mal llamados países cuando caen en la ruina absoluta.
El deseo de Trudeau de que se envíen misiles de largo alcance a Ucrania para evitar que Rusia siga ganando la guerra es un signo más, junto a otros por parte de líderes europeos que, parecen no ver la amenaza de la situación y que ven la situación con ojos del tío Lucas, es un paso más en la ambición desenfrenada que nos puede llevar al desastre. Washington no se atreve a autorizar el envío de armas porque tiene ante sí las elecciones en noviembre, por un lado, y, por otro, porque ante al preocupante aviso de Rusia de que este hecho supone que la OTAN les declara oficialmente la guerra y que Moscú tiene todo el derecho a defender su territorio, algo que ya ha dicho demasiadas veces como para no entender la importancia de sus avisos. Por ello, la escalada de los acontecimientos puede llevarnos a la tercera guerra mundial y el uso de armamento nuclear, en un momento en el que Europa languidece en la debilidad que compensa con sus nuevos regímenes autoritarios y EEUU se ve atrapado en su inminente caos económico, su desorbitada deuda exterior y el riesgo de verse defenestrado.
Decir que vivimos en un periodo emocionante de la historia puede sonar emocionante, pero al mismo tiempo es muy peligroso. A las élites, cuando defienden sus intereses, considerar a los ciudadanos como meros insectos, les da exactamente igual. Ya lo hicieron en 1914, en 1939 y lo harán a la menor oportunidad que les llegue a las manos. El deseo de reducir la población mundial cuando excede de ciertos límites es una obsesión de estas mentes enfermas.
No pretendo predecir lo que ocurrirá ni que el lector caiga en el pesimismo, pero sí es importante conocer que muchas veces los líderes actúan como carniceros que nos ocultan el dolor de la guerra presente o futura y que, o su ignorancia o su arrogancia, los convierte en los autores del mayor dolor para un ser humano: la muerte injusta y por puro capricho de sucios intereses geoestratégicos y económicos que benefician a otras personas, que ni tan siquiera son los que orden apretar el botón.
Llegados a este punto de la historia, donde el camino se va cerrando hasta quedar sin retorno, se impone más que nunca la cordura y el sentido común del gobierno porque esto, señores de la Moncloa, no es ninguna broma y los chistes ya no hacen gracia.
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