Que España es, desde hace mucho tiempo, un país completamente anormal creemos, que a estas alturas, es algo que no pude dudar casi nadie. Pero tanto a nivel político, como a nivel social, ha llegado a unos extremos de «anormalidad» completamente exagerados.
Para que Pedro Sánchez consiguiera formar gobierno y mantenerse a lo largo de todos estos años que lleva en la Moncloa, tuvo que sentarse a negociar con todo tipo de partidos. Con la mayoría de ellos dijo, en su momento, que no negociaría nunca, pero ahí están esos acuerdos que «nunca» se iban a producir.
Uno de eso partidos fue ERC, cuya cabeza visible es Gabriel Rufián. Y todos sabíamos lo que exigiría ERC para colaborar con el gobierno: un indulto para todos los condenados por el golpe de estado de Cataluña, el que se produjo en octubre de 2017.
Como no podía ser de otra forma, Sánchez accedió a ello. De alguien sin principios y con unas ansias de poder tan exageradas como las suyas, no se podía esperar otra cosa. Y la cosa quedó ahí, como diluida en la memoria colectiva.
Pero entonces se produce una convocatoria de elecciones y en pleno debate electoral, Rufián suelta esto. Observen la cara de Pachi, no sabe dónde meterse.