jueves, julio 10, 2025
InicioOpiniónColaboradoresMuy mal tiene que ir las cosas

Muy mal tiene que ir las cosas

Cuando Albert Pike planificó las tres guerras mundiales todo era una cuestión de planes. Si para la primera guerra mundial era esencial de la Reserva Federal, prohibida durante 75 años para financiar todos los frentes (de hecho, desde que se creó en diciembre de 1913 pasaron apenas ocho meses para echar la mecha a la gran guerra europea), está claro que los malos no se andan con chiquitas, tienen mucha prisa y se desesperan porque parecen creer que si no se apresuran no logran sus metas, buena prueba de que son conscientes de que son muchos enemigos y que no pueden bajar la guardia.

Igual sucedió con la segunda guerra mundial, para lo cual se necesitó del crack del 29, planificado en Londres dos años antes, empobrecer Europa y generar el caldo sociológico perfecto para que el pueblo alemán adorase a su Führer. Los encuentros con el presidente Hoover, para convencerlo de que eliminase la deuda que tenía Alemania por el Tratado de Versalles, las reuniones de Hitler con grandes financieros en 1933, cuando fue recién elegido canciller de Alemania para que recibiera ayuda, los guiños de ciertos sectores económicos muy potentes de Londres para no considerar al nazismo un régimen no sólo no peligroso, sino fuente de inspiración, son pruebas de que hay hechos que se ocultan. Si la primera guerra mundial tuvo como meta matar a los zares de Rusia, tras 100 años de ansiada venganza, la segunda tuvo tres objetivos: el primero la creación de un movimiento de odio a los judíos, en el Hitler vino perfecto para los planes del Congreso sionista de 1897 donde se decidió que el gran empujón para los planes del sionismo no podía ser otro que un movimiento antijudío y criminal, así como la lucha entre el comunismo y el fascismo, la caída del control económico del imperio británico y la creación del estado de Israel, el cual es un estado completamente sionista. Curiosamente todos estos objetivos se dieron y cumplieron religiosamente. Nada es casualidad.

El objetivo de la tercera guerra mundial es la imposición de la religión del satanismo junto con la destrucción del cristianismo, aunque sea con la excusa de otras religiones, como la musulmana, la cual puede ser una máscara perfecta, especialmente si se utiliza como arma de la conversión cultura de la sociedad europea. Esto lleva dándose de hace décadas, desde la irrupción del feminismo, el aborto, los movimientos LGTBI, las doctrinas de odio inspiradas en la liga antidifamación de 1912 y otras estrategias destructivas de la sociedad y de su consistencia interna. La idea, en este sentido, no es sólo dividir a la población, sino mutilar su fe y hacer que todo el pensamiento del inconsciente social gire en torno al odio, a la indefensión y al miedo, sentimientos que conducen al lado oscuro del satanismo. Nada casual. Se puede decir que la agenda 2030 es la pieza política para imponer estos principios para nada cristianos entre la sociedad y su destrucción total. (un nuevo orden mundial exige el fin del viejo).

Otras de las piezas es el enfrentamiento entre el cristianismo y la religión musulmana, para lo cual se acude a la invasión cultural de Europa mediante la inmigración ilegal salvaje y sin control, financiadas por ONGs que reciben pasta Soros y otros grandes demonios encarnados, todo ello para generar el odio del cristiano hacia el nuevo enemigo, el musulmán, así como las guerras estratégicas, bien estudiadas. Se sabe que Hamas, por ejemplo, es un grupo terroristas financiado por la ONU que ha actuando décadas en Palestina haciendo túneles y acumulando armas para enfrentar a Israel, del mismo modo que este país es el fruto de la invasión sionista desde finales del siglo XIX y la destrucción, como no podía ser de otro, allí donde los Iluminati mete las narices, para aniquilar las verdaderas tradiciones judías para sustituirlas por las sionistas. Israel cumple su cometido y el un avispero que defiende los intereses de este grupo de poder, no nos engañemos. La guerra entre Israel e Irán tampoco es una casualidad. Irán, un país chii, no está alineado con el eje sionista, siendo que lo rechaza de plano, razón por la que hay que erradicarlo de la faz de la tierra, del mismo modo que todo sionista y masón ha de someter a quien considere inferior, a modo de ejemplo. La guerra con Irán es un sueño húmero desde la revolución de 1979 y las excusas para liarla se han intentado muchas veces, como cuando por ejemplo en enero de 2020 Trump ordenó la muerte de un alto cargo militar iraní. Lo que ocurre es cuando gana la inteligencia, la provocación cae en saco roto y los que quieren encender la mecha más bien acaban enciendo la propia de la insoportable frustración. Los recientes ataques a Irán encierran fuertes intereses económicos y la lucha contra el frente de países que se oponen a los globalistas y desean hundir incluso al dólar, Irán entre ellos. Este frente de países (Rusia, China, Irán, Brasil, India y otros) se han ido uniendo y los intereses económicos de un lado se están viendo debilitados. Por otra parte, la antipatía de Irán hacia todo lo sionista y de éstos con los iranies, es largo en la historia. Representa el esquema perfecto de la carta de Alfred Bike, el enfrentamiento entre lo musulmán y lo supuestamente judío, tal como se describía en la famosa carta, ninguna casualidad. 

Lo de Rusia responde más o menos a lo mismo. Putin se ha alejado de todo lo que es cultura woke, LGBI o de signo parecido, optando por una línea ideológica nacionalista y conservadora, lo cual no soportan ni Von der Leyen ni otros altos cargos de la Unión Europea. Rusia es un socio incómodo y demasiado poderoso y peligroso, pudiendo invadir Europa con un chasquido de dedos. La guerra de Ucrania fue premeditada y ocasionada, así como provocada incluso desde inicios de febrero cuando se decía que para el 20 de ese mes de 2022 estallaría el conflicto y no fue así. Finalmente, tras la continua provocación del régimen del corte fascista de Zelensky y el apoyo de Biden y la UE saltó la chispa, pero aún así no lograron su objetivo, pues se trata de una guerra de baja intensidad. Parece que Rusia no desea entrar inteligentemente en el juego ya que, de otro modo, Moscú habría invadido toda Ucrania en menos de siete días, con lo que Europa se frotaría las manos, como hicieron los Iluminati cuando Alemania invadió Polonia en septiembre de 1939, haciendo realidad su sueño de la segunda guerra mundial.

Trump, por otro lado, es un freno, es un gran problema para estos demonios que lo intentaron matar dos veces. Su política, marcadamente nacionalista y proteccionista se parece más a la Rusia que a la de UE. Su papel preponderante como líder de la primera potencia mundial impide la tercera guerra mundial ya que no existe ningún interés en ella y, por otra parte, tanto Putin como Trump mantienen excelentes relaciones. El fin de la USAID, de la financiación por parte de los EEUU  de todos los mesiánicos objetivos de la agenda 2030, las políticas en contra de la inmigración ilegal que están haciendo llorar a los demócratas que gritan como descosidos porque les manda a California la fuerza nacional y los marines  otras líneas de actuación, constituyen signos de que hay una resistencia a los fines del lado oscuro, a pesar de lea relación que puede unir tanto a Trump como Miley al estado de Israel, lo cual nos da la pista de que todo puede ser una jugada perfecta.

Finalmente, la historia se juega a trompicones. Los malos tienen demasiados problemas para sus sucios objetivos y los que parecen buenos sufren de lo lindo. Dos frentes financiados al estilo Rothschild, dos frentes que luchan por conservar el poder en un mundo que se nos presenta multipolar y desafiante y una eterna tensión. ¿Y si el objetivo de la tercera guerra mundial se lograse mediante métodos muchos más sibilinos?

 

Artículo relacionados

Entradas recientes