sábado, septiembre 28, 2024
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Para quienes quieran iniciarse en el arte de la meditación

Comparto un texto anónimo, que simplifiqué un poco y que, entiendo, explica muy bien qué es eso de meditar.

Meditación Vipasana

El método de meditación vipasana no es el único pero puede que sea el más científicamente comprensible. La palabra vipasana significa “mirar” en sentido literal y en sentido metafórico “ver”, “observar”. ¿Puede haber algo más científico que observar?

Hay tres pasos en la observación:

El primer paso-. Empieza con el cuerpo, porque es lo más fácil de observar. Es fácil observar mi mano moverse. Puedo observarme a mí mismo paseando por la calle. Puedo observar cada paso mientras camino. Puedo observar cuando estoy comiendo… O sea, que el primer paso en el vipasana es observar lo que hace el cuerpo en cualquier situación.

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Mientras observas tu cuerpo, te asombrarás con nuevas experiencias. Cuando mueves la mano observando, estando alerta, notarás una cierta gracia y un cierto silencio en esa mano. Puedes hacer los movimientos sin observar; será más rápido, pero perderá la gracia.

Buda acostumbraba a pasear tan despacio que muchas veces le preguntaban por qué andaba tan lentamente. El decía -Es parte de mi meditación. Siempre caminar como si estuvieras adentrándote en un río de agua fría en invierno. Despacio, alerta, porque el agua del río está muy fría; alerta porque la corriente es muy fuerte; observando cada uno de los pasos porque puedes resbalar con las piedras del río-.

El segundo paso-. Observar la mente. Cambia el objeto pero el método sigue siendo el mismo. Ahora puedes moverte en un mundo más sutil. Observa tus pensamientos. Si has logrado observar el cuerpo no va a haber ninguna dificultad. Los pensamientos son ondas sutiles, ondas electrónicas, ondas de radio, pero son tan materiales como tu cuerpo. No son visibles, como tampoco el aire es visible, pero el aire es tan material como las piedras.

Este es el paso intermedio. Observa tus pensamientos pero no los juzgues pues, en el momento en que empieces a hacer juicios, te olvidarás de observar. En el momento en que empiezas a juzgar -Éste es un pensamiento bueno (o malo)- empezaste a pensar, te involucraste. No pudiste mantenerte apartado, al lado de la carretera, simplemente contemplando el tráfico. No te conviertas en un participante, ya sea para adular, para valorar, o para condenar. No debes adoptar ninguna actitud respecto a lo que está pasando en tu mente. Ni “me gusta” ni “no me gusta”. Se trata, tan solo, de observar los pensamientos como si fuesen nubes pasando por el cielo. Las nubes son nubes, no son ni “malas” ni “buenas”.

Observa sin enjuiciar y te encontrarás con una gran sorpresa. A medida que tu observación se va prolongando, se va estabilizando, y los pensamientos vendrán en menor número. Si estás al cincuenta por ciento de tu capacidad de observación, el cincuenta por ciento de tus pensamientos desaparecerá. Cuando estés al noventa y nueve por ciento, sólo de vez en cuando verás un pensamiento solitario pasando por la carretera. Cuando estés al cien por cien, sin enjuiciar y siendo sólo un observador, querrá decir que te has convertido en un espejo, porque un espejo nunca juzga si es “guapo” o “feo” el que se mira y ni siquiera si alguien se mira.

El tercer paso-. Has recorrido la mitad del camino y has logrado lo más difícil. Ahora sabes el secreto y sabes que ese mismo secreto puedes aplicarlo a cualquier objeto que te propongas observar. De los pensamientos pasas a experiencias más sutiles: Emociones, sentimientos, estados de ánimo… De la mente pasas al “corazón”, siempre sin juzgar, sólo observando. Te sorprenderá ver que la mayoría de las emociones, sentimientos y estados de ánimo te poseen. Cuando estás triste, estás poseído por la tristeza. Cuando estás enfadado, cada fibra de tu ser está palpitando con furia.

Mirando el corazón, la experiencia será que ahora nada te posee. La tristeza, tal como viene se va, pero tú no te pones triste. La felicidad viene y se va, pero tú no te vuelves feliz tampoco. Todo aquello que se mueve en las profundas capas de tu corazón no te afecta. Ya no eres un esclavo al que cualquier emoción y cualquier sentimiento puede zarandear y arrastrar. Quedan “por debajo” de ti. Los ves “desde arriba”.

Estos son los tres pasos del vipasana. Cuando te has convertido en un perfecto observador de tu cuerpo, de tu mente y de tu corazón, el cuarto paso sucede por sí solo. Es un salto al centro mismo de tu existencia. Tú no puedes hacerlo. Tan solo puedes permitir que suceda. No intentes dar ese paso porque ten por seguro que fracasarás. Es un suceso. Tú preparas tres pasos, el cuarto paso es una recompensa de la existencia misma. De repente, tu fuerza vital, tu observación, entra en el centro mismo de tu ser. Has llegado a casa.

Puedes llamarlo “autorrealización”, “iluminación”, “ultima liberación”… Nada hay más allá de esto. Has encontrado la verdad misma de la existencia y el gran éxtasis que trae como sombra alrededor de sí. A medida que profundizas, vas encontrando espacios más hermosos, silencios más impresionantes… Has encontrado a Dios; no como una persona, no como un objeto, sino como consciencia, como verdad, como belleza, como paz; como todo lo que el ser humano ha estado soñando… ¡Y todo está en tu interior!

¡Ánimo!

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