Artículo escrito por Alfonso de la Vega
El domingo se celebró la segunda parte contratante del pintoresco sarao de las votaciones argentinas. Otra nación, junto al infortunado reino de España, convertida en teatro preferente de la política globalista de destrucción nacional y de pérdida de soberanía perpetradas por la plutocracia del NOM y la complicidad de sus títeres locales. Ya existe desde el inicio un tongo “ex ante” bajo la falsa bandera de supuestas derechas e izquierdas ambas convenientemente desteñidas al gusto plutocrático. En realidad, nada nuevo bajo el sol, salvo la audaz estridencia del novedoso pretendido candidato no socialista. Y probablemente un tongo “ex post” si hubiera que haber recurrido al algoritmo redentor. Sin embargo, ya durante la jornada antes de las votaciones argentinas una agencia brasileña, émula de nuestro arúspice Tezanos había anunciado que lo de Milei no estaba tan claro, puesto que varias encuestadoras habrían inflado el perro antes de destriparlo por temor a hacer el ridículo como en las recientes votaciones de agosto.
Competían esta vez el corrupto régimen peronista convencional propiamente dicho, asimilable a nuestro pertinaz y depredador socialismo felizmente adornado de Borbones y Rocasolanos, contra un sorpresivo experimento estrafalario de presunta alternativa al caos que se había impuesto inopinadamente en las primarias. Quizás una forma de evitar, como aquí con la maula de Feijoo, que nada pueda cambiar. Se da cuerda a la cometa hasta que allí como aquí hace unos meses, el pucherazo fatal dictase sentencia de momento.
Por desgracia hay muchos precedentes históricos. No es de extrañar ni representa gran novedad en estos tiempos tan democráticos posmodernos y políticamente correctos. El pucherazo forma parte del consenso político universal, y hoy es un ritual imprescindible para la construcción del NOM contra las naciones. Y además cualquiera sabe qué pasaría en el mercado de valores si ya no lo hubiera como parte insustituible de la tramoya del pensamiento único. Se practica con total impunidad en casi toda nación antes civilizada, incluso en la metrópoli imperial USA. Lo de los golpes de Estado a la vieja usanza con militares de uniforme queda para los anticuados negros del África subsahariana.
En el escenario del gran teatro del mundo falsamente pluralista del sistema, las derechas y las izquierdas son obedientes del gran capital y escenifican una representación que como la mula de la noria da vueltas y vueltas a mayor granjería del amo de la mula, de la noria y del agua. Es decir, la alternativa posible es una alternancia sin alternativa que impide que la sociedad, que la sociedad se estructure de modo eficaz contra la globalización de la plutocracia. Derecha e izquierda representan tanto una como la otra el arriba contra el abajo. La plutocracia contra la nación.
Sí. La plutocracia utiliza los procedimientos de legitimación democrática para imponer contenidos que no son democráticos, y que sólo reflejan los mismos intereses y decisiones soberanas de los ocultos. Decide autocráticamente, en los círculos internos de la plutocracia financiera y en sus cumbres privadas (Grupo Bilderberg, Foro Económico Mundial, Trilateral, CFR , o los que sean), las trayectorias a seguir, las reformas a realizar y las prioridades a ser instrumentadas por la alternancia sin alternativa de la derecha fláccida o lánguida y la izquierda bocazas, legitimadas a través de votaciones en las que la gente es llamada a “elegir libre y democráticamente”. Si votar valiera en verdad para algo cabe suponer que estaría prohibido como un acto terrorista.
Merced a los procesos de creciente privatización de los antiguos Estados al orden del discurso dominante, los propios pueblos debieran asimilar que las decisiones fundamentales no dependen de su voluntad pretendidamente soberana, sino de los Mercados y las Bolsas de valores, de los intereses transnacionales ajenos y decididamente no democráticos impuestos por despiadadas organizaciones tecnocráticas oscurantistas. Y que cada vez disimulan menos sus planes liberticidas y genocidas. Es esta la realidad que los pueblos, desde abajo, simplemente “deben” secundar electoralmente, votando siempre y sólo como exige la racionalidad superior del mercado monopolista y sus agentes. Y si no y pese a todo la cosa falla, para eso está la maquinita del algoritmo mágico redentor.
De esta manera, en estos tiempos posmodernos, el sufragio universal apenas sirve. Se elige a un tipo u otro, por acomodaticia fidelidad a la vieja marca o por engaños o simulaciones de la propaganda. Y varía en una simple aclamación del elenco de personajes como si se eligiesen folclóricas o chuches que, tanto en la derecha como en la izquierda, deben preventivamente resultar creíbles, esto es, coherentes corre ve y diles del orden de la globalización del omnipotente mercado monopolista manipulado. Este singular elenco de actores y actrices de la política debe enredar los consensos necesarios para disfrazar el proyecto no democrático de la élite plutocrática, de arriba, para que parezca democráticamente compartido y, además, soberanamente elegido desde abajo. En algunos casos más sangrantes la gratuita entrega del poder a los traidores y devastadores del orden constitucional se reviste de cínica pretendida obligación constitucional.
Pese a lo que pueda parecer, el consenso es de fundamental importancia, con el fin de que el poder de los grupos dominantes se ejerza mediante una dominación encubierta no impuesta con la violencia, sino aceptada consensualmente también por quienes, por intereses y posicionamiento en el esquema de equilibrios de poder, deberían oponerse. El caso escandaloso de todo un PP del nacionalista gallego rogando al falsario doctor para conchabarse con ellos es ya paradigmático en el calamitoso reino filipino, El poder intelectual y la fuerza del pensamiento único enmucetado a conveniencia, deben impedir que el populacho semiestabulado votante adquiera verdadera conciencia de sí, amén del conflicto efectivo entre su sociedad y la plutocracia. Y es principalmente en esta dirección en la que se orientan, encontrando en la contraposición cultural y política asumida según la antítesis entre derecha e izquierda, su principal arma tradicional de división y alienación.
Por lo que se refiere a la querida nación argentina, los tres candidatos con influencia en el resultado final del “ballotage” son radicalmente pro gringos y pro sionistas. Es decir, obedecen a los mismos siniestros amos. Milei se muestra como un verso suelto pero se trata de un tipo con trayectoria de corrupción y apoyos inconfesables, lo que le haría fácilmente chantajeable. Probablemente sólo significa otro modo de liquidación del Estado argentino por la vía rápida y a las bravas. Un peligroso experimento.
Merced a los procesos de pérdida de soberanía y destrucción de los Estados nacionales al orden del discurso dominante, la gente más despierta de entre los propios pueblos están cada vez más convencida de que las decisiones fundamentales no dependen de su voluntad soberana, sino de los Mercados manipulados, los poderosos tinglados de inversión y de las Bolsas de valores, de los «vínculos externos» de sentido transnacional. De modo que los pueblos sólo “deben” secundar electoralmente lo ya adoptado. Cuando un disfraz resulta ya muy gastado se cambia de traje, bien para dar apariencia de diferencia, o bien para evitar mediante la introducción de una falsa bandera ad hoc cualquier alternativa real o verdadera para reconducir el desastroso estado actual de cosas.
Un gran sabio español Miguel de Espinosa nos lo aclaraba:
«Interpretar es acomodar el hecho a la doctrina. La premeditación usa cuatro diccionarios. El primero para hablar con la divinidad. Es un diccionario falso. El segundo para hablar con el pueblo, diccionario falso. El tercero para hablar con la historia, también es falso como los otros. El cuarto diccionario de la premeditación es para hablar consigo misma. Es un diccionario cerrado. Es costumbre esperar un quinto diccionario verdadero y abierto pero nunca vendrá mientras dure nuestra feliz gobernación.»
De modo que mientras aún nos deje la feliz gobernación que disfrutamos habrá que intentar abrir el diccionario cerrado de las élites y esperar entre el coro de plañideras que se manifieste el verdadero y abierto.