Hoy, 23 de julio, se celebran las «elecciones generales». Lo ponemos entre comillas porque, bajo nuestro punto de vista, de elecciones, nada de nada. O por lo menos el concepto de elecciones que nos han metido en la cabeza: ese que nos dice que yendo con una papeleta a votar, tendremos el poder para elegir quién será el nuevo presidente de España.
Elecciones sí, pero no las nuestras. Son las mismas elecciones de quienes decidieron volver a colocar a Macron en Francia, a Biden en EEUU, a Trudeau en Canadá, o a Lula en brasil, solo por poner algunos ejemplos. Las elecciones de quienes han montado todas las farsas habidas y por haber, las sanitarias o las climáticas, solo por poner algunos ejemplos.
La farsa electoral tiene varias fases: la precampaña, la campaña, la jornada de reflexión y, por último, la de acudir con la papeleta al colegio electoral. Ayer fue el día de la reflexión. Y Pedro Sánchez nos contó que se fue a montar en bici con Begoña para pasar esa jornada. No se lo cree ni él.
Falso de toda falsedad. Como el virus. Como el cambio climático. Como la democracia. Como la libertad de expresión y de opinión en España. Como el beso de Begoña a Pedro Sánchez.