Artículo de Alfonso de la Vega
“Galicia para los gallegos”, (Alfredo Brañas)
Por la cosa esa de las próximas votaciones en la taifa gallega el presidente del gobierno de Su Majestad se le ha aparecido falcón en ristre y con un infinito séquito motorizado de cero emisiones para soltar alguna de sus estupefacientes monsergas. Lo de las insípidas relaciones de la PSOE con Galicia requeriría un buen estudio, y eso que el lamentable fundador del lucrativo y violento tenderete era ferrolano como el buen Canalejas, la ruinosa poliamorosa Yoli, o el invicto Caudillo al que los ingratos peperos le han quitado la estatua ecuestre.
La realidad es que el término socialismo vale lo mismo para un roto que para un descosido. Así, por ejemplo, se pueden criticar esta vez con lucidez los estatutos de autonomía como instrumento caciquil renovado según hacia el PSOE gallego durante la Segunda República o buscar un liberticida contubernio contra natura entre partidos comunistas bolivarianos, terroristas vascos, camisas negras catalanas al servicio de oligarquías ventajistas, localistas cerriles, alcaldes con monterilla o señoritos nostálgicos de los privilegios del Antiguo Régimen como eran muchos de los funestos inventores del galleguismo decimonónico, así el vate de Ponteceso, autor del himno gallego y perseguidor de tiernas doncellas.
Todo vale para el convento mientras haya botín que pillar.
Es sabido que el PSOE moderno, ausente por cierre de negocio durante el franquismo, se reconstruyó al alimón entre la CIA y la socialdemocracia alemana. Bajo una apenas centenaria entonces imagen repescada de marca cabía casi todo o casi nada. Lo importante eran las siglas a rellenar con el bodrio que fuese menester. Y así salió el PSOE «ex nihilo» como minerva de la cabeza de Zeus con su OTAN de entrada según nos convenga, y los convolutos del embajador Brunner a modo de lanza parsifaliana capaz de curar cualquier herida ética o presupuestaria.
En Galicia, el censo de socialistas a la muerte de Franco dicen que no superaba la docena. El marxismo fue arrumbado a mayor gloria electoral. El nuevo partido socialista probó su paraje con el asunto de la denuncia de Alonso Puerta sobre la corrupta gestión de las subcontratas de basuras en el ayuntamiento madrileño en la época del falsario Tierno, esa «víbora con cataratas» como cariñosamente le llamaba Pablo Castellano. Naturalmente, el chivato Puerta fue depurado. Faltaría más. Pero una docena parecen demasiados socialistas. Otros lo dejan en una pareja. Celestino Cacheiros, era uno de los dos militantes de la PSOE gallega entonces existente, el otro era Fernández Peña, a la vuelta del congreso de Suresnes contra Rodolfo Llopis ya había descubierto la mohatra de la reconstrucción del socialismo por parte de la CIA:
“De Suresnes regresé con la sospecha de que el PSOE no era lo que pretendía ser y habiendo comprobado como una minoría astuta y con ansias de poder es capaz de manejar un partido (o un país) mediante una eficiente demagogia, una información controlada, la ambigüedad calculada, el efectismo en el discurso, la habilidad maniobrera, la adecuada colocación de peones, unas cifras hinchadas de afiliados representados cara a las votaciones y una inteligente manifestación ideológica de las bases militantes con condignas y razones izquierdistas o moderadas según las conveniencias coyunturales”
Una definición perfecta. Y con las fuerzas «moderadas» ya empleadas para saquear lo que había de valor en el patrimonio público español ahora tocan las izquierdistas demoledoras como exige el Gran Capital globalista internacional. Pero es que el socialismo siempre ha sido así: Nada, ni Cultura, ni Historia, ni Patria, ni religión, ni bandera que obstaculice su hipócrita culto filantrópico a la humanidad, pero… sin atributos. O con los atributos de quita y pon que mejor sirvan en cada caso. El socialismo es Sánchez o Feijoo, según convenga. Pero eso conlleva lo que se lamentaba otro ferrolano, el gran escritor don Wenceslao Fernández Flórez, cuando entre grandes penurias y dificultades consiguió salvar la vida tras huir del Madrid rojo: «(llevo) en el alma el dolor de haber visto cuánta maldad encierra la Humanidad».
El actual PSG PSOE es otro excipiente del promocionado galleguismo identitario disolvente, aunque más por cálculo en la medida que debilita a España y los derechos civiles que por pura devoción nacionalista.
Buena parte de los socialistas instalados en la degenerada clase política borbónica actual no son sino vividores marrulleros, gente del bronce, o ignorantes corruptos que disfrutan de las ventajas y privilegios obtenidos manipulando el resentimiento social, la mediocridad, la escasa preparación política del pueblo, la inexperiencia de la juventud, el sectarismo y la ignorancia de sus supuestos representados a los que traicionan una y otra vez sin rubor. Pero por necesidades del guión o muy conocida estrategia de mercadotecnia deben diferenciarse de otras mercancías electorales también averiadas depositadas en las estanterías por la misma fábrica. Por poner un sencillo ejemplo gallego, INDITEX posee varias marcas, dirigidas a cada mercado. Zara, Zara Home, Massimo Dutti, Stradivarius, Bershka, Oysho, Pull&Bear o la ya fenecida UTERQUE dirigida a consumidores más postineros, y asimilada ahora por Máximo Dutti.
En realidad, la diferencia entre el PP y la PSOE en Galicia y el resto de España es mínima y más debida a la artificial diferenciación de producto, la avidez material por el botín y de poder del mangoneo en un mercado electoral fragmentado de sus respectivas huestes que a ningún valor espiritual, político, económico o moral de fondo.
El problema de España no sólo es el socialismo sino el propio Régimen que impone el liberticida y ruinoso dogal autonómico contra los derechos civiles y los intereses legítimos de la nación española.
¡Queda inaugurada la campaña electoral!