En una controvertida decisión que ha generado críticas masivas, Brasil está construyendo una carretera de cuatro carriles, conocida como Avenida Liberdade, a través de varias hectáreas de selva amazónica protegida. Este proyecto, que se está desarrollando para facilitar el acceso a la ciudad de Belém, sede de la cumbre climática COP30 en noviembre de 2025, ha sido calificado como una «muestra de eco-hipocresía» por ambientalistas, activistas y medios internacionales.
La ironía no pasa desapercibida: mientras la COP30 se presenta como una plataforma global para combatir el cambio climático y proteger ecosistemas como la Amazonía, la construcción de esta carretera está destruyendo precisamente uno de los pulmones más importantes del planeta.
La Avenida Liberdade, con una longitud de 13,5 kilómetros, conectará dos partes de Belém, una ciudad en el estado de Pará, en el corazón de la Amazonía brasileña. Según reportes de medios como la BBC, el Daily Mail y wattsupwiththat.com, publicados en marzo de 2025, la carretera está siendo construida para aliviar el tráfico y acomodar todos los líderes mundiales, delegados y asistentes que se esperan en la COP30. Sin embargo, las imágenes de drones y los testimonios de expertos muestran cómo esta infraestructura está dejando un rastro de deforestación en áreas protegidas, fragmentando hábitats y amenazando la biodiversidad de la región.
La Amazonía, conocida como el «pulmón del mundo», desempeña un papel crucial en la absorción de dióxido de carbono y en la regulación del clima global. Su deforestación no solo contradice los objetivos de la cumbre climática, sino que también pone en peligro a comunidades indígenas, fauna local y el equilibrio ecológico de la región. Profesionales como la veterinaria Silvia Sardinha han advertido que la carretera impedirá el movimiento de animales terrestres, reduciendo sus áreas de hábitat y reproducción, lo que podría tener consecuencias devastadoras a largo plazo.
Las críticas no se han hecho esperar. Activistas y organizaciones ambientales, como Global Witness, han denunciado que este proyecto evidencia una desconexión entre el discurso climático de las élites globales y las acciones concretas en el terreno. En un artículo de wattsupwiththat.com, se describe la construcción de la carretera como un «monumento pavimentado a la hipocresía», argumentando que mientras los líderes mundiales predican recortes de emisiones y sostenibilidad, la Amazonía está siendo sacrificada para «desplegar la alfombra roja» para la cumbre.
El gobierno brasileño, encabezado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ha defendido la infraestructura, afirmando que COP30 será «histórica» por ser «una COP en la Amazonía, no una COP sobre la Amazonía». Sin embargo, esta narrativa ha sido cuestionada por ambientalistas, quienes ven en la carretera un paso más hacia la explotación de la región, abriendo la puerta a futuras deforestaciones, gasolineras y desarrollos comerciales que podrían devastar aún más el ecosistema.
Belém, como anfitriona de COP30, se enfrenta múltiples desafíos ambientales y sociales, incluyendo contaminación, falta de saneamiento y desplazamiento de comunidades locales, según reportes como los de The Canary. La construcción de la Avenida Liberdade agrava estas tensiones, especialmente cuando se considera que el proyecto había sido archivado en 2012 por preocupaciones ambientales, pero fue revivido específicamente para preparar la ciudad para la cumbre.