viernes, noviembre 21, 2025
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A la atención de Claudia Sheinbaum

Sra. presidenta: Viendo que, como su antecesor y correligionario, manifiesta más interés por el pasado de su pueblo que por su presente, asumo, con gusto, la tarea de explicarle lo que no pudo el ministro Albares, por su manifiesta necedad.

Intentaré ponérselo fácil: Imagine que unos tipos violentos irrumpen en su casa, con intención de raptarla, o secuestrarla, para usarla como víctima en un crimen ritual. ¿Puede imaginarlo? Pues así es como vivían los habitantes del territorio que hoy es México, antes de la llegada de los españoles, temiendo que, en cualquier momento, irrumpieran los esbirros de Moctezuma para llevarse a sus mujeres e hijos. ¿Se imagina lo contenta que se puso aquella gente al comprobar que, los recién llegados, solo necesitaban, para sus ritos, un poco de pan y de vino?

No hay que ser muy inteligente para comprender que, si los españoles conquistaron rápidamente aquel territorio fue porque sus habitantes se dejaron rápidamente conquistar, porque eran lo suficientemente inteligentes para preferir la misa al cu (o cuí). ¿Hubiera preferido usted lo contrario? ¿Tiene acaso intención de erradicar el culto a la Virgen de Guadalupe y reinstaurar el culto caníbal que los españoles erradicaron? Dígaselo a sus compatriotas.

Usted debe saber que no más del uno por ciento de los que asaltaron Tenochtitlán eran españoles (pues no creo que sea tan ignorante como Albares). Si nos atenemos al número ¿No habría que considerar a esos españoles, más ayudantes que ayudados? Usted debe saber que, aún hoy, los tlaxcaltecas se consideran conquistadores y no conquistados. Ellos fueron los que posibilitaron trescientos años de paz y prosperidad ininterrumpida. Algo que no tenían y no han vuelto a tener en ese territorio que se llamó Nueva España y ahora es México (que por cierto, era mucho más grande).

No se meta más con los españoles, sra. presidenta, que bastante tenemos con lo que tenemos. Usted ha podido constatar la imbecilidad de nuestra casta política. También los hay ladrones, drogadictos, psicópatas y traidores, y nos toca pechar con ello, cada día. Y no menosprecie tanto a sus compatriotas de Tlaxcala. Las chabolas en las que viven muchos de ellos no las construyeron mis antepasados. Ellos construyeron palacios (Como el de la Presidencia que usted ocupa) y catedrales, y universidades, y calles y plazas tan hermosas como las que hacían en “la madre patria” ¿Hubiera preferido que los conquistaran los anglosajones? ¿Cree que lo hubiera preferido el gran jefe Gerónimo? ¿Incluye a tlaxcaltecas y apaches en ese bucólico paraíso aborigen con el que sueña?

Sra. presidenta, déjese ya de rancias pendejadas y mire más por el presente de su pueblo. A muchos españoles se nos encoje el corazón al ver las matanzas que suceden bajo su gobierno, al ver temblar, a muchos de sus conciudadanos, ante la posibilidad de ser raptados, o secuestrados, para ser usados como víctimas en repugnantes crímenes rituales. Hágase cargo. Nosotros no podemos. Esta vez, por desgracia, los españoles no estamos en condiciones de ayudar a nadie.

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