Los famosos aplausos desde el balcón en 2020, mientras estábamos encerrados ilegalmente, son unas imágenes que nunca se borrarán de nuestra memoria por lo tremendamente lamentables que nos parecieron en su momento y lo lamentablemente vergonzosas y carentes de dignidad alguna que nos parecen ahora.
Pero parece que aquello, para la mayoría de los españoles, no supuso aprendizaje alguno e incluso estamos seguros que incluso ahora, para muchos, será un motivo de gran orgullo. Aquello no fue más que un test masivo de inteligencia que nos ha llevado a vivir todo lo que hemos vivido, y estamos viviendo, desde entonces.
Después de aquello hemos sufrido riadas, volcanes, más riadas, apagones y ahora unos incendios devastadores que están destrozando la poca riqueza que nos quedaba y que acabará, si no lo ha hecho ya, con la España que teníamos no hace tanto tiempo.
Analizando lo sucedido, si ahora hiciéramos una encuesta masiva entre la población para que señalara culpables nos encontraríamos con que la mayoría lo harían con Pedro Sánchez, mientras otros lo harían con el presidente autonómico de turno. Pero estamos seguros que a la inmensa mayoría de la gente se le olvidaría señalar a quien ha estado en su puesto desde 2014 encabezando uno de los periodos históricos más lamentables de la historia de España: Felipe VI.
Y es que, aunque muchos todavía quieran exculparle con aquello de que apenas tiene poder ejecutivo alguno, la realidad es que es el Jefe del Estado y desde que comenzó su jefatura la vida en España no ha sido más que un drama continuo.
Señalar a Felipe VI no es exculpar ni a Pedro Sánchez, ni a ninguno de los indeseables presidentes autonómicos que sufrimos, es, bajo, nuestro punto de vista, ver la realidad de lo que hay en España en estos momentos.
Por eso nos parece hasta mentira que en su reciente visita a las zonas arrasadas por los incendios, bastantes días más tarde, haya sido jaleado, aplaudido y vitoreado. Con esto queda demostrado que el Síndrome de Estocolmo que padecen muchos es incurable, absolutamente crónico.
Nos siguen poniendo test de inteligencia y seguimos suspendiendo. Miedo da pensar cuáles serán los siguientes.