viernes, abril 25, 2025
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Encuestas, divino tesoro del régimen

Por Alfonso de la Vega

¡Quién pudiera hartarse

de no esperar remedio y de quejarse!

(Garcilaso de la Vega)

Tomo prestados estos notables versos de mi admirado poeta homónimo Garcilaso en relación con sus amoríos frustrados con doña Isabel Freyre para hacerlos míos en la cuestión de la actual política española que no parece tener ya remedio ni con elecciones ni sin ellas. El problema ya no es cambiar de gobierno sino de régimen. Pero no deja de ser curioso lo de las encuestas políticas que ahora surgen en calendario fenológico como frivolidades primaverales o para vender burras ciegas.  En ellas, contra toda evidencia, se pretende promocionar la mercancía averiada de Feijoo y su hipócrita banda. Ayuso, teórica oposición interna a Feijoo, es otra agendista más que sigue las mismas políticas globalistas anti españolas. Toda una ceremonia de confusión que pudiera tener cierto éxito, y parece que lo tiene, entre el consumidor menos avezado, entendedor o exigente. 

La manipulación de la información cada vez es mayor con las nuevas tecnologías. No sólo se fabrica la realidad virtual a conveniencia sino que se puede propalar con total impunidad. Las encuestas tienen un gran valor en la manipulación y la creación de una falsa realidad porque su valor es más político que científico. Aunque no hubiese distorsión deliberada o interesada la elección de los objetos de la investigación y del método supone una valoración no empírica: También cabe señalar la existencia de un sistema conceptual y metodológico donde encuadrar los datos. Aunque la información se encuentre en cualquier lugar el conocimiento o resultado aparece en el contexto de un sistema adaptable que persigue un cierto objetivo que puede ser o no mohatrero o fraudulento. Para colmo, las condiciones en las que se suministra la información están controladas por una concentración de poder político, empresarial, mediático o financiero. 

Pero hay otros mitos o realidades no demostradas que subyacen ocultos en las encuestas. Así el de la neutralidad. O el de la condición humana permanente. El del pluralismo de los media. O el del que el votante puede decidir libremente. En otros casos se trata de esconder, falsificar o disimular las consecuencias de algunas alternativas. La era de la información y las redes sociales abre muchas posibilidades democratizadoras siempre que exista criterio para seleccionar y ordenar los datos. Y es el problema: la formación de criterio requiere educación de la inteligencia y de la voluntad, cosas opuestas a los intentos de embrutecimiento promovidos por los poderosos.

Pero para votar de modo consciente y responsable hay que tener un diagnóstico de lo que pasa así como un objetivo deseable para el futuro. El problema desde el punto de vista político se encuentra en el marco de la actividad político institucional. En el diseño de la propia constitución que impide la real separación de poderes, potencia el desmembramiento y la corrupción, fomenta el despilfarro o alimenta el bipartidismo. El deplorable estado actual del Legislativo es motivo de escándalo sino sencillamente bochornoso. Ya ni siquiera debate ni aprueba los presupuestos generales de Estado, misión fundamental junto al control del ejecutivo, de su existencia. Tampoco el desempeño actual de la Corona se salva del suspenso. Lo de «arbitrar el buen funcionamiento de las instituciones» ha de quedar «ad calendas grecas». Es decir, nunca. A todo ello se  debe que el sistema  se encuentre al servicio real del NOM pero no de los españoles. Hay otra cuestión de carácter social y personal, el envenenamiento mental de buena parte de población, que afecta tanto a las elites como a la gente común. Pero ninguna de estas cuestiones se presenta en las encuestas. En los mostradores sólo se nos da a elegir entre mercancía caducada o averiada sin cambiar nuevos productos ni tampoco de proveedores.

Nos aseguran que el falsario está en sus últimos momentos, y que va a tener que convocar a nuevas votaciones. Recuerda el viejo cuento de Pedro y el lobo, pero no creo que lo haga, pues ha demostrado estar dispuesto a que nadie lo saque de la Moncloa. En todo caso mientras el régimen sea el que es y no se produzcan cambios en sus vicios, poco se iría a solventar en beneficio del ciudadano con unas votaciones, aunque en el supuesto que no estuviesen amañadas. 

Los más desavisados o embaucadores afirman que la suma de populistas y VOX daría mayoría absoluta. En efecto, para sumar algo es preciso que los sumandos sean homogéneos lo que no es el caso. Si lo VOX no termina de estar claramente definido el PP es la segunda pata del infame contubernio socialdemócrata, con perdón por lo de demócrata, que medra bajo las faldas de la terrorífica Von Leyen. En realidad PP y PSOE forman parte de lo que puede considerarse un sistema autárquico de partido único con dos cabezas como Jano. En caso de grave peligro para sus oscuros intereses formarían una coalición pública visible que reforzaría a corto plazo el corrupto bipartidismo existente. Y si el conchabamiento no fuese público, el PP haría de cirineo, guardando la poltrona mientras el PSOE se recupera de su descrédito con tanto despotismo, tanta corrupción y tanta sobrina pululando por ahí y cobrando del erario público. Su papel celestinesco para fingir que el reino filipino es una democracia es necesario para el sostenimiento de la mohatra del régimen y se perjudicaría con un contubernio público totum revolutum.  Como el perro del hortelano ni come ni deja. Quiero decir que su taimada labor impide la formación y consolidación de una auténtica alternativa más allá de un “quítate tú que ahora pillo yo”. Visto lo que está pasando en otros países de la UE para eliminar auténticas alternativas políticas patrióticas mediante atentados o la acción de una justicia torticera no es de descartar que contra VOX u otros opositores menores se busque la trampa para quitarlos de en medio. 

Por desgracia, el desempeño real ha degenerado en otra válvula de control y de cohonestamiento de cualquier barbaridad despótica contra la nación, las libertades y las leyes. Viene a representar parecida función de mohatra personal e institucional que la de Cándido en el llamado Tribunal Constitucional o del arúspice Tezanos en la creación de la realidad virtual o engañosa que le conviene al amo. Su actitud es poco comprensible, pero parece querer dar la razón a una audaz hipótesis, conocida como Operación Víctor, que hace unas semanas corría por los mentideros de la Corte.  Felipe, Leticia y Pedro, habrían constituido un trío íntimamente paradójico, y unido sus destinos como los tres mosqueteros para mantenerse en el poder o caer juntos. Hoy, el único obstáculo dentro de la Corona contra las fechorías del gobierno liberticida de Su Majestad y sus cómplices acaso pudiera venir de la debilitada figura del Emérito desterrado.

En este ruinoso callejón sin salida el hartazgo es una sensación muy comprensible pero que no podemos permitirnos.

 

 

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