Hoy vamos a intentar un verdadero imposible al intentar resolver lo que parece ser un intento de asesinato tras encontrarse un cráneo con evidentes señales de violencia. Pero el problema principal es que tanto la víctima de esa brutal agresión como los autores fallecieron hace miles de años, ya que estamos hablando de un crimen que se cometió en la Edad del Cobre, mucho antes de que Aquiles y Ulises fueran a la guerra de Troya en los albores de la civilización europea. La verdadera noche de los tiempos. Los misterios de un joven enterrado en una cueva de Cantabria empiezan con un cráneo en el que se aprecia perfectamente una agresión salvaje de la que este hombre pudo salir con vida para morir más tarde.
Los restos de un joven varón de entre 25 y 30 años de hace miles de años, de la época emplazada entre el Calcolítico y la Edad del Cobre, aparecieron muy bien conservados en una cueva del municipio de Solórzano, cerca de Laredo, en Cantabria. Los huesos se vieron en algún momento afectados por el fuego, lo que no quiere decir que el cuerpo de este señor fuera quemado de ninguna manera, sino que tal vez se trate de la consecuencia de una hoguera realizada por pastores o personas que pasaban por allí.
Me gustaría dedicar este artículo a mi profesor, Peter Smith, y al Grupo de Expedicionarios Británico que exploró las cuevas de mi querido Valle de Matienzo y los de alrededor. También al espeleólogo inglés Ellis Gilles Barker, que falleció en estas labores científicas hace 36 años en un accidente subterráneo.
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Una herida en forma de hundimiento en la parte superior del cráneo
El estado de conservación del cráneo es tan bueno que podemos saber incluso información muy fiable sobre su salud bucodental. Pero lo más impresionante es que tiene una herida en forma de hundimiento en la parte superior del cráneo que según los científicos pudo haberle ocasionado unas secuelas gravísimas de por vida, inclusive episodios epilépticos, que se corresponden normalmente con este tipo de lesiones con resultados de hundimiento del cráneo sobre la masa cerebral. Todo ello sería producto de fenómenos irritativos de la corteza cerebral.
La herida parece corresponderse perfectamente con una herramienta o arma contundente. Nuestros antepasados vivían en una atmósfera de continua violencia que a menudo se concretaba en agresiones a mano armada que se realizaban normalmente con armas punzantes o hendedoras, como es el caso. Según los científicos que estudiaron este enterramiento es muy probable que el individuo herido sobreviviera mucho tiempo a este traumatismo, que parece realizado a propósito con algún tipo de arma. Y contemplaban varias posibilidades como un hacha o una jabalina entre otras, aunque a mí se me parece más a la herida que puede provocar una maza. Los hundimientos en el cráneo a menudo provocan la muerte del individuo en poco tiempo y más en un periodo histórico en el que no había atención sanitaria de ningún tipo y menos para este tipo de heridas tan complejas, que requerirían cirugía en la cabeza del herido. Pero no parece ser el caso de un tipo que muestra una cicatrización bastante completa que debió exigir un largo periodo de tiempo para desarrollarse.
Cuevas con restos de un oso y también de otros animales
En un dolmen calcolítico de Navarra, uno de los cráneos encontrados presentaba también una herida bastante fea en la que también hubo supervivencia. Otro ejemplo fue localizado en el cementerio de la iglesia de San Roque de una localidad de Álava llamada Acevedo. En este caso se trataría de un cráneo de época medieval que al parecer muestra una herida mucho más complicada que la del individuo de Matienzo y en la cual también hubo supervivencia.
Esta zona cercana a Laredo ofrecía muchísimas ventajas a los antepasados en forma de abundantes cuevas en las que poder vivir o incluso refugiarse ante el peligro o enterrarse. Hasta hoy en día se siguen usando las cuevas en la zona como fresqueras o para guardar el ganado. La zona en la que se encuentra esta cueva comunica directamente con el fértil valle de Solórzano y Hazas de Cesto, bien irrigado y con praderías que permitían desde antiguo la explotación ganadera y también de la propia tierra. Tampoco faltaría caza y pesca, pero los recursos en una época de subsistencias siempre son escasos y esto podría haber sido una de las posibles causas por las que este señor se llevó un zambombazo en la cabeza que bien pudo costarle la vida y desde luego le costaría una gran parte de su salud para siempre.
La expedición británica a Matienzo descubrió otra oquedad muy cercana esta cueva en la que encontraron restos de un oso y también de otros animales. Pit Nut Cave la llamaron. Y en las proximidades se encuentran las cuevas sepulcrales de Moros de Hazas y de Hoyo de la Ribera, en las cuales se encontró un ajuar funerario con un diente de jabalí.
Descripción del cráneo hallado y de la zona
En estas laderas nacen varios pequeños arroyos que, al unirse, dan origen al río Campiazo, el cual modela el valle de Solórzano – Hazas de Cesto. La cueva se encuentra en una ladera de gran inclinación, orientada hacia el noreste, dentro de un paisaje altamente modificado por la acción humana. En las zonas más bajas predominan los prados de siega, mientras que las áreas más elevadas están cubiertas por matorrales de landas y extensiones de eucaliptos. La cavidad se sitúa relativamente cerca del fondo de la depresión fluviocárstica de Solórzano, caracterizada por su relieve llano, suelos fértiles y una buena irrigación.
- El cráneo se encuentra en un estado de conservación óptimo, conservando seis dientes en sus alvéolos (14, 15, 16, 17, 27 y 28). La región facial sufrió fragmentaciones tras la muerte, pero fue reconstruida posteriormente. Sus dimensiones son: anchura máxima de 135 mm y longitud máxima de 182 mm, con un índice craneal de 74,17, lo que indica una morfología dolicocéfala (Fotos 2, 3, 4, 5, 6 y 7).
- Dentro de la cavidad craneal se halló un diente (25) tras el proceso de limpieza.
- Otro diente (23) fue recuperado junto al cráneo.
Todos los dientes presentan un desgaste considerable, lo que sugiere una alimentación basada en una dieta altamente abrasiva.
Esta casa rural cerca de Laredo es la más original de Cantabria
Es posible que se eligieran cavidades con accesos reducidos como espacios funerarios, ya que estos podían ser tapiados con facilidad. El motivo de sellar las entradas de las cuevas podría haber sido tanto de carácter religioso como una medida de protección para evitar que los restos fueran perturbados por carnívoros, los cuales suelen utilizar estos espacios como madrigueras.
La prehistoria fue una época de muchísima violencia
El hecho de que hayamos encontrado tantas evidencias, en cadáveres de esta época, de muerte violenta o de heridas graves que no pueden ser fruto del trabajo o de accidentes, nos lleva a darnos cuenta de que realmente nuestros antepasados vivieron una vida llena de peligros y aventuras desagradables. Aunque intentemos edulcorar un periodo en el que se habla mucho del arte rupestre, de la fabricación de herramientas o de la domesticación de los animales, al final del día no se puede dejar de reconocer que la prehistoria también fue una época de muchísima violencia. Tal vez mucho más violente y peligrosa que cualquiera de las épocas posteriores. Las señales de violencia que tenemos de la época son limitadas a las heridas y contusiones, pero nos podemos hacer una idea del resto de la película la violencia que podríamos vivir si viviéramos en esos tiempos tan duros. Es por todo esto que la gente empezó a buscarse la vida en los castros en compañía de otros grupos de personas que quisieran hacer piña para poderse defender juntos frente a las agresiones de otros clanes o bandas de saqueadores.
La economía de subsistencia en la que se vivía con una muy limitada tecnología y muy escasos medios de producción provocaba este clima de violencia e inestabilidad política y social constante. Todavía no se había creado ningún tipo de estructura de Estado moderna y las ciudades estaban en ciernes con castros fortificados en los que la gente buscaba la más mínima protección para que no los mataran o violaran por el campo.
La lucha es el deporte más antiguo de la historia y la guerra, desgraciadamente, es el evento social y político más antiguo también. Tanto como la propia colaboración entre los seres humanos y tan cierto como que en pleno siglo XXI estamos a punto de entrar en una Tercera Guerra Mundial tan inevitable como absurda. Tampoco hacen falta muchos motivos ni muy complejos para que los seres humanos se maten entre sí. No hace falta más que abrir las redes sociales para ver cómo grupos de descerebrados quedan en cualquier sitio para dar rienda suelta a su violencia y muchas veces con muertos o lesiones graves. Cualquier entrevista a un hooligan te va a descubrir el mundo de la violencia gratuita y el gusto por golpear y matar.
Combatientes prehistóricos se golpeaban y apuñalaban y hasta se tiraban flechas
Gracias al grupo de expedicionarios británicos en Matienzo y a otros científicos y gente voluntaria hemos descubierto este otro lado agresivo y brutal de una época que está muy dulcificada en la historia. Toda la zona alrededor del pueblo de mi abuela, Matienzo, fue un continuo campo de batalla histórico y prehistórico a juzgar por todo el armamento y hasta por los cadáveres que se han descubierto con huellas evidentes de violencia armada. Prácticamente a la mitad de las armas que existen en el Museo Arqueológico de Cantabria son de esta zona en la que la abundancia de cuevas ha permitido la conservación de muchos ajuares, de los cuales una gran parte son armas de todo tipo.
Un descubrimiento en el País Vasco cambió para siempre el concepto que teníamos de los conflictos a gran escala y nos descubrió que mucho antes de la época de la Edad de Bronce, en la que Ulises y sus amigos destruyeron Troya, ya existían grandes conflictos armados en los que cientos de combatientes prehistóricos se golpeaban y apuñalaban y hasta se tiraban flechas.
La guerra en Europa pudo haber comenzado mil años antes de lo pensado y en España
Un reciente estudio sobre restos óseos hallados en un yacimiento de Álava sugiere que la guerra a gran escala en Europa pudo haber comenzado hace aproximadamente 5.000 años, es decir, más de un milenio antes de lo que se creía hasta ahora. La investigación, liderada por Teresa Fernández Crespo, de la Universidad de Valladolid, ha sido publicada en la revista Scientific Reports y cuenta con la colaboración de universidades de España, Francia y Reino Unido.
Evidencias de un conflicto prolongado en el Norte de España
El equipo de investigadores analizó los huesos de 338 individuos descubiertos en el yacimiento de San Juan ante Portam Latinam, en Laguardia (Álava). Los resultados revelaron que una cantidad significativa de estos restos presentaba lesiones, muchas de ellas sin cicatrizar, lo que indica que fueron víctimas de enfrentamientos violentos. Además, el número desproporcionado de varones afectados sugiere que no se trató de un episodio aislado, sino de un conflicto prolongado en el tiempo, posiblemente durante varios meses.
Estos hallazgos contradicen la idea predominante de que las guerras a gran escala en Europa comenzaron en la Edad de Bronce, entre 4.000 y 2.800 años atrás. Hasta ahora, se creía que los conflictos en el Neolítico consistían en ataques breves entre grupos pequeños, sin capacidad para sostener combates prolongados. Sin embargo, las pruebas obtenidas en este estudio apuntan a un escenario mucho más complejo.
Armas y heridas que revelan la magnitud del sangriento conflicto
El análisis detallado de los restos reveló que un 23,1 % de los individuos presentaba fracturas o impactos en los huesos, mientras que un 10,1 % tenía heridas sin cicatrizar, cifras significativamente superiores a la media de la época. Además, la mayoría de las lesiones se encontraron en varones adolescentes y adultos, algo inusual en otros yacimientos neolíticos que documentan actos de violencia.
Junto a los restos humanos, los arqueólogos hallaron 52 puntas de flecha de sílex, de las cuales 36 mostraban señales de impacto, lo que refuerza la hipótesis de enfrentamientos con armas. La combinación de estas evidencias sugiere que los combates se dieron en más de una ocasión y afectaron a una amplia población masculina, lo que podría interpretarse como una forma de guerra organizada.
En este caso de Álava es imposible que el tipo pudiera sobrevivir a semejante cebollazo en la cabeza que le reventó el cráneo y el cerebro.
Combatientes participaron en múltiples enfrentamientos antes de ser enterrados
Los investigadores han encontrado signos de violencia en otros yacimientos situados en un radio de 10 kilómetros de San Juan ante Portam Latinam, lo que sugiere que el conflicto tuvo un alcance regional. Además, el hallazgo de individuos con heridas cicatrizadas y otras recientes indica que algunos combatientes participaron en múltiples enfrentamientos antes de ser enterrados.
Este estudio no sólo replantea el concepto de la guerra en el Neolítico, sino que también resalta la importancia de revisar materiales arqueológicos conservados en museos. De hecho, los restos analizados en esta investigación han estado almacenados desde los años 90 en el Museo de Arqueología de Álava Bibat, lo que demuestra cómo las nuevas tecnologías y enfoques científicos pueden aportar información inédita sobre el pasado.
Hace 5.000 años, en lo que hoy es la Rioja Alavesa, las comunidades agrícolas y ganaderas vivían en grupos organizados y dejaban abundantes testimonios funerarios en cuevas naturales y monumentos megalíticos. El descubrimiento de este conflicto sugiere que estas sociedades eran más complejas de lo que se pensaba y que la violencia intergrupal pudo haber desempeñado un papel importante en su evolución.
Exploración en el Sistema de los Cuatro Valles: La Bóveda Astral
No lejos de aquí hay otra maravilla que les queremos contar también. El Sistema de cuevas de los Cuatro Valles, en esta misma zona montañosa, contiene la impresionante bóveda Astral, también conocida como Astradome. Este sistema subterráneo se extiende bajo los valles de Matienzo, Riaño, Llueva y Secadura, que conforman el mayor polje de la Península Ibérica. En la zona de la Hoyuca se encuentra esta espectacular formación geológica, con 30 metros de diámetro y una altura de 101 metros.
La casa rural más original de Cantabria
Durante su expedición veraniega de 1975, el grupo británico M.U.S.S. (Expedición Inglesa en Matienzo) exploró aproximadamente 7.000 metros de galerías y descubrió la majestuosa Chimenea Astradome. Tres años después, en 1978, lograron medir con precisión la altura de la bóveda, alcanzando los 101,6 metros, gracias al uso de un globo de helio. Gracias a la entrada artificial Giant Panda, la visita es más sencilla en comparación con el acceso original por la Cueva de la Hoyuca, que es más largo y exigente.
El punto de entrada se encuentra en el municipio de Riaño. Desde allí, se sigue una pista en buen estado hasta llegar a una zona menos empinada, donde el paisaje se abre y se pueden estacionar hasta tres vehículos. A partir de este punto, descendiendo por los senderos marcados, se llega a la dolina donde se ubica la boca de acceso. La entrada consiste en un descenso de cinco metros a través de una excavación artificial, con puntales y andamios que facilitan el paso. Luego, un tubo de plástico de 70 cm de diámetro conduce a una pequeña sala con un resalte de tres metros. Desde allí, se alcanza la cabecera de un pozo de 25 metros, que se descendió con extrema precaución debido al riesgo de caída de piedras.
Recorrido hasta la Bóveda Astral
El pozo conduce a un meandro de reducidas dimensiones que, tras algunas estrecheces, da acceso a la Galería de los Gorilas. Esta sección, de techo bajo, cuenta con algunos tramos inundados que obligan a mojarse hasta la cintura. Siguiendo las marcas hacia el noreste, se encuentra un segundo río, donde finalmente se puede caminar erguido. La galería toma entonces una dirección sureste, volviéndose serpenteante. Ignorando las galerías secundarias a la izquierda, se continúa hasta el Cruce Obvio. Desde este punto, se avanza por un paso bajo que se abre a la derecha en dirección suroeste.
Alternando entre galerías principales y pasajes bajos, el trayecto continúa siguiendo las marcas hasta un giro de 180°. Luego de superar una zona de bloques cubiertos de barro, una galería a la izquierda lleva finalmente a la impresionante Bóveda Astral. Las imágenes que podemos ver pertenecen a una panorámica compuesta por seis fotos iluminadas con cinco flashes. El Sistema de los Cuatro Valles sigue siendo un destino fascinante para futuras exploraciones, y rincones como la Bóveda Astral lo convierten en una experiencia única. La acústica del lugar, con el eco rebotando en la enorme cúpula, es sencillamente indescriptible.