¿De qué va este cabronazo sionista y los retrasados hispanos que lo apoyan y van con su gorra de lacayos por todas partes? España fue derrotada en 1898 tras el vergonzoso ataque de falsa bandera del USS Maine, un pretexto cuidadosamente orquestado con la inestimable complicidad de ciertas figuras dentro del propio gobierno español, como el asqueroso traidor masonazo de Sagasta. Y ahora Trump se sigue riendo de nosotros junto a los hijos de la grandísima que le ríen las gracias, también dentro de España y la Hispanidad.
Os pongo un ejemplo de gusana trumpista, siempre dispuesta a lamer a su falso líder Donald Trumposo, sobre todo, cuando amenaza a nuestro país y nos chantajea para que entremos más en las guerras ajenas:
Trump glorifica al sucio presidente que derrotó al imperio español
En el caso del monte Denali, el cambio de nombre para volver a llamarlo monte McKinley no es menos provocador. Trump lo presenta como un homenaje al presidente William McKinley, pero la elección es un golpe simbólico para España. Fue McKinley quien lideró la sucia guerra hispanoamericana de 1898, arrebatando a España el control de Filipinas, Puerto Rico y Guam, mientras forzaba la independencia de Cuba bajo la influencia estadounidense. Al glorificar a McKinley, Trump revive la retórica del «destino manifiesto», una doctrina que justificaba la expansión de Estados Unidos a costa de otras naciones y, en concreto, de nuestra amada Patria.
Además, este cambio desafía directamente la decisión de la administración Obama de respetar la denominación indígena «Denali», en un esfuerzo por honrar la historia y cultura nativa, pero eso no es lo peor de todo esto. Para Trump, sin embargo, priorizar a McKinley es una forma de reafirmar la superioridad estadounidense, incluso a costa de borrar otras narrativas históricas auténticas, como es el hecho de que España fue derrotada después del ridículo ataque de falsa bandera del USS Maine y siempre con ayuditas dentro del gobierno español, como la del sucio traidor masón Sagasta.
EE.UU. se ríe de México y de España al renombrar el golfo de México como «golfo de América»
En una decisión que parece más un gesto de arrogancia que un acto administrativo, el Gobierno de Donald Trump ha anunciado que el golfo de México será rebautizado oficialmente como golfo de América. Este cambio, aunque solo tiene validez dentro de Estados Unidos, representa una evidente apropiación de un nombre históricamente ligado a México. Washington no se ha limitado a imponer este nombre, sino que lo ha justificado subrayando las «contribuciones económicas» del golfo a los intereses estadounidenses, dejando de lado su vínculo histórico y cultural con México.
No es la primera vez que Trump menosprecia a México, pero renombrar el golfo que lleva su nombre para glorificar a América es un insulto directo. Este acto revive el carácter imperialista de EE.UU., relegando a los mexicanos a un rol secundario en su propia geografía. La respuesta irónica de la presidenta sionista Claudia Sheinbaum, otra perra antiespañola, era renombrar Estados Unidos como “América Mexicana”, evidenciando el desdén con el que este tipo de políticas son vistas desde el país vecino.
La obsesión de Trump por el «legado de grandeza»
Todo esto es parte de un esfuerzo mayor de Trump por ensalzar el supuesto “legado de grandeza” estadounidense, aunque para ello tenga que menospreciar a otros países y borrar contextos históricos. El mensaje detrás de estas acciones es claro: Estados Unidos está dispuesto a apropiarse de nombres y narrativas históricas para alimentar su propio orgullo nacional, sin importar cómo esto pueda ser percibido fuera de sus fronteras.
Tanto México como España se ven ridiculizados por estas decisiones que reafirman la soberbia estadounidense. Al renombrar el golfo de México y glorificar al presidente que derrotó al imperio español, Trump lanza un mensaje: los intereses y la narrativa de Estados Unidos siempre estarán por encima de la historia compartida con otras naciones.