La Unión Europea está enfrentando crecientes críticas por su política de «cero neto», que busca eliminar gradualmente los vehículos a gasolina en favor de los eléctricos en la próxima década. Sin embargo, la aceptación de los vehículos eléctricos por parte de los consumidores está disminuyendo significativamente. Alemania, el principal mercado de automóviles eléctricos en Europa, ha experimentado una caída dramática en las ventas, que ha sido descrita por algunos como «catastrófica». En agosto, las ventas de automóviles eléctricos en Alemania cayeron casi un 70%, y en Francia, el segundo mercado más grande, la disminución fue del 33%.
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Este retroceso no es del todo sorprendente. Los consumidores citan varios problemas con los vehículos eléctricos: autonomía limitada, precios elevados y la falta de infraestructura de carga en toda la UE. Felipe Muñoz, analista de JATO Dynamics, señaló que los consumidores, tanto empresas como particulares, aún no están convencidos de hacer el cambio.
En el Reino Unido, las ventas de vehículos eléctricos también han experimentado una desaceleración considerable. Mike Hawes, director de la Sociedad de Fabricantes y Comerciantes de Motores (SMMT), reconoció que el reto de convencer a los consumidores de adoptar estos vehículos sigue siendo grande, y es necesario abordar problemas como la asequibilidad y la falta de estaciones de carga.
Mientras tanto, fabricantes como Volkswagen han advertido sobre el posible cierre de fábricas debido a la disminución de las ventas, lo que podría poner en peligro miles de empleos. A pesar de esta realidad, la Comisión Europea sigue adelante con nuevas normativas que obligan a los fabricantes a reducir sus emisiones de carbono y a adoptar los vehículos eléctricos.
La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha señalado que es esencial mejorar la infraestructura de carga, asegurar el suministro de materias primas y crear incentivos fiscales para acelerar la adopción de vehículos eléctricos. Países como Italia también han expresado su preocupación, pidiendo a la UE que reconsidere sus ambiciosos objetivos, advirtiendo que la industria automotriz podría colapsar si no se introducen cambios en la política.
Esta situación plantea interrogantes sobre si los objetivos de cero emisiones de la UE son realistas o si es necesario ajustar las políticas para evitar consecuencias económicas negativas.