La sala estaba oscura, con una tímida lámpara de suave luz amarillenta, tanto que sus rostros heráticos son el reflejo de que dicen la verdad y nada más que la verdad. Soros y Schwab, entre risas, esperan impacientes al delfín Sánchez. El rostro envejecido del lienzo los contempla; es Mayer de Rothschild que los mira vigilante para ver si siguen su legado…
- Tome asiento, señor Sánchez.
Aceptándolo, tras entrar en la gran sala como un príncipe, los saluda de manera afable y, sobre todo, muy servil.
- En primer lugar, hemos de felicitarlo por la gloriosa política que desarrolla en España; usted sabe que nuestro objetivo es que el eje de las acciones públicas sea el odio y no otra cosa. El odio a los hombres, a los que llamas, y me parece gracioso…¿Fachosfera? ¡Pero que imaginativo nos ha salido, verdad George! Bueno, sin desviarnos de la agenda de hoy, no sólo le felicitamos por dividir media España contra la otra, sino para dejarle otro encargo…
- Usted me dirá – Responde mirando tan fijamente a Klaus Schwab que sospecha sus ansias de poder.
- Quiero que los someta, que los censure, que los calle de una vez. ¡No es suficiente con lo que hace y bórrese esa sonrisa de la cara! ¡Nos critican a diario y hay gente que ya, no es que no nos crean, sino que amenazan con desobedecernos!
- Señor, espero que entienda que es una ardua tarea… – Responde con un tono entre educado, sumiso y cobarde….
- No me ha entendido, Sr. Sánchez. – Klaus se levanta del asiento, mientras George lo mira con orgullo, colocándose de pie, frente a él, con una mirada inquisitiva, esa que tanto teme – A ver…. Cuando le pusimos en el cargo y le dimos el dinero para que fuese secretario del PSOE teníamos una misión para Usted. Sabe que los españoles son corajudos y no se amedrentan fácilmente y, si bien es cierto que hasta la fecha ha desarrollado bien su trabajo, recientemente hemos observado que el pueblo español lo detesta y que incluso no puede pisar sus plazas… Se supone que a todo buen príncipe, el súbdito ha de adorarlo… ¿O no?
- Sí…
- Entonces, no entendemos porque le crecen los enanos y permite que la justicia, por ejemplo, investigue a su familia de esa forma tan descarada e irrespetuosa. ¿Es que usted no tiene orgullo?
- Verá, he sacado la ley de amnistía…
- Sí, pero no le sirve. Lo que tiene que imponer ya, de una puñetera vez es mano dura – Da un golpe en la mesa y ésta tiembla, así como él – ¡Ármese de valor, por Lucifer, y quítese de encima a esos piojosos apestados que amenazan nuestros planes! ¿Acaso no cuenta con los medios que le hemos dado o hemos de recordarle lo que puede hacer o no?
- Es que me siento abrumado….
- ¿Abrumado? ¡Vaya, vaya! – Le dice George. – ¿O prefiere que lo quitemos del medio? Le recuerdo (con un tono amoroso) que tenemos todas las pruebas judiciales que se han publicado, incluso las del MOSAD, donde se demuestra lo que ha hecho… Están aquí, por cierto… – Le muestra una enorme carpeta. Cuando Sánchez osa cogerla, George se la acerca con fuerza… – Así no, Pedro, así no… Por lo que veo aún no has aprendido a controlarte esos impulsos y eso nos pone en un serio peligro. ¿Verdad Klaus?
- Cierto George.
- Quiero que cuando salgas de aquí hagas una ley para que todos esos… Lo siento, pero de nombrarlos me entran ganas de vomitar el caviar de esta mañana, guarden ya silencio, porque, si no…
- ¿Si no qué?
- Eso es algo que no le vamos a contar. Aquí somos nosotros los que le pagamos el sueldo y le regalamos lo correspondiente en cada Foro de Davos o encuentro Bilderberg – Le contesta Klaus, agitando la pluma de oro que saca de su bolsillo para acabar punzando ligeramente la mesa – Ándese con cuidado, lo estamos vigilando.
- ¿Algo más? – Responde Pedro de manera servicial y temerosa.
- No, de momento… Le visitaré en la Moncloa como siempre hago… Cuídese.
Pedro sale del despacho meditabundo y lúgubre. “He de consultar a Ábalos para el Real Decreto que calle a estos cabrones, he de llamarlo cuanto antes, esto no puede acabar así, a mi mujer le espera la cárcel y a mí no sé. Ya estoy sobre aviso”.
- ¿Está listo el Falcon?
- Sí, señor presidente, ya tiene combustible suficiente para llegar a Madrid.
- Espero que así sea, no como la otra vez que tuvimos que hacer un aterrizaje de emergencia.
Buena metáfora. A Sánchez, como a los restantes jóvenes líderes mundiales, le han dado sus amos el mismo guión y apoyo que dieron a Chávez-Maduro. Y los goyim sin enterarnos ni reaccionar